Capítulo 14

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La mañana del jueves comenzó tranquila en el trabajo para Alba. Gracias a la ayuda de Marta, que había resultado ser una ayudante de lo más eficiente, había logrado avanzar bastante con respecto a la organización de la exposición y todo estaba ya casi listo para comenzar a colocar las piezas en los lugares escogidos en cuanto estas fueran depositadas en la galería.

Se encontraba en el despacho de Amelia, del cual se había apoderado debido a la ausencia de esta, tomándose un café mientras repasaba su planificación cuando Marta avisó de su presencia golpeando levemente la puerta. 

-¿Qué ocurre, Marta? Ven, entra- le dijo de manera cordial a la chica.

-Alba, está aquí la mujer esta, la señora de los Céspes-pronunció exagerando las eses del apellido.

-¿Quién?- preguntó Alba fruciendo el ceño.

-Esta mujer que me dijiste ayer que era tan importante. ¿No sé llamaba así? Vamos, que yo no lo sé. Yo ni idea- hizo un gesto con las manos- Pero a mí me ha parecido que es esa porque cuando ha entrado me ha parecido una señora así mu' estira'- se explicó.

-¿Te refieres a Esther de los Reyes?

-¡Esa misma!- exclamó abriendo los ojos y señalando con el dedo al aire. Marta tenía unas dotes organizativas envidiables pero recordar nombres con facilidad no era precisamente una de sus habilidades a destacar. 

-Pero si habíamos quedado a las doce- dijo para sí misma mientras salía del escritorio, acercándose a Marta. Tomó aire profundamente intentando ponerse en situación, pues no esperaba la llegada de la abuela de Natalia hasta dentro de una hora. 

-¿Qué tal estoy?- preguntó mientras se alisaba la tela de chaqueta. Esa mañana se había preparado el outfit a conciencia pensando en aquella reunión, eligiendo unos pantalones de pinzas oscuros y un blazer en el mismo tono. Por nada del mundo iba a permitir que de nuevo fuera pasarle lo mismo que el día del almuerzo con Natalia. Aunque siendo sinceros, la rubia  veía del todo imposible que fuera a compartir mesa con aquella señora, aunque sí lo hubiera hecho con su nieta hace unos días. 

-Perfecta. Estás preciosa- le sonrió Marta tranquilizándola.

-Bueno, dile que pase. Que la estamos haciendo esperar demasiado- se volvió a sentar en el escritorio al tiempo que ordenaba un poco los papeles que había dejado por ahí esparcidos- No, ¡Marta, espera!- llamó a la chica antes de que consiguiera salir del despacho- Mejor salgo yo a recibirla- se encaminó rápidamente hacía la puerta, dejando a Marta perpleja con aquel repentino cambio de opinión.

Mientras tomaba aire de nuevo, Alba se dirigió hasta la entrada de la galería, donde supuso que la compradora en ciernes la estaría esperando. Pero no la encontró allí, si no en una de las salas que actualmente se encontraba cerrada al público con motivo de la nueva exposición.

-Señora de los Reyes-la saludó con el tono mas simpático que fue capaz de utilizar una vez se aproximó a ella. 

La mujer, tras escuchar la voz de Alba, se dirigió hacia a ella con un gesto impasible, tras haber escudriñado todo lo que se encontraba a su alrededor. 

-Espero que no haya supuesto mucho problema que haya decidido adelantar la cita- Alba se mordió la lengua ante el comentario, hecho sin ni siquiera haberla saludado antes, pues le molestaba sobremanera cuando los clientes aún habiendo concertado una cita se presentaban por allí a la hora a la que a ellos les parecía. 

-Por supuesto que no- esbozó una sonrisa- ¿Le parece si pasamos a mi despacho? Tengo todo el papeleo preparado. 

-¿Y la señora Sanz?- cuestionó poniendo cara de escarnio, pero sin alterar el tono de su voz- Yo había concertado una reunión con ella.

Primeras impresionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora