Los días fueron pasando, y la relación de Álvaro y Marina se iba afianzando cada vez más. Que las Reche tuvieran que volver a casa tras aquellos días en Altea no impidió que la pareja siguiera viéndose. Álvaro se paso aquellas semanas de julio yendo a Valencia para salir a cenar con Marina o para simplemente recorrer la ciudad de su mano. Marina, por su parte también había vuelto a pasar algún fin de semana en casa de su tía para estar con el que, prácticamente, ya podía considerar su novio.
Rafi, tan contenta como estaba con la floreciente relación, al fin había dejado de atosigar a una de sus hijas para que se emparejara. Limitándose ahora a comentar la ropa que se ponía Marina para sus citas cuando no le gustaba lo que había escogido.
En cambio, Miguel Ángel estaba lejos de encontrarse tan complacido como su mujer con aquella relación. Si bien, por supuesto, no iba a interponerse ni a comentarle nada a su hija menor, sí que le confeso sus inquietudes a Alba, que eran varias. Para empezar no le convencía lo repentino que había sido todo, ya que los chicos se conocían desde hacía menos de un mes. Alba en parte compartía esta opinión, o al menos la entendía, pero no podía si no alegrarse al ver lo radiante que estaba su hermana últimamente, y así se lo había hecho ver a su padre.
Otro factor que hacía que Miguel no las tuviese todas consigo en cuanto a aquel hombre era su pertenecía a esa familia de abogados. En contraposición a lo que podría pensar su esposa, a Miguel le preocupaba la actitud de Álvaro precisamente por haberse criado en una familia así, rodeado seguramente de toda clase de caprichos, y él temía que Marina fuera a ser simplemente otro más.
-Papá, entiendo que puedas pensar así, pero yo le conocí un poco Altea y me pareció un chico bastante sencillo, por decirlo de alguna manera- trató Alba de tranquilizar a su padre, aprovechando una tarde que estaban solos en casa.
-Sí, Alba, pero tú misma lo has dicho, apenas le conoces.
-Pero Marina sí. Y mírala, está encantada.
-Ya sabes cómo es tu hermana, que a veces de buena peca de inocente- le recordó su padre, sabiendo que ambos tenían la misma opinión.
-Sí, ya lo sé. Pero esta vez creo que, de momento, podemos estar tranquilos...- dejó caer sin querer ahondar en el pasado, a lo que su padre le respondió alzando las cejas con intención.
-Sí que es cierto que su hermana no me dio la misma sensación que Álvaro...-quedó pensativa acordándose de las actitudes de Lourdes- Bueno, y por no hablar de su amiga, Natalia Lacunza, que...
-¿Lacunza?- la interrumpió sorprendido Miguel al escuchar ese apellido.
-Para que veas con qué tipo de gente se codean los Lafuente- Miguel asintió, comprendiendo aún más las razones por las que su mujer estaba tan contenta.
-Pero bueno, papá, a pesar de todo eso Álvaro tiene mi voto de confianza- insistió la rubia con seguridad.
-Me dejas más tranquilo. Pero tendré que conocerle para estarlo de todo. Y sobre todo, y más importante, habrá que esperar a que pase el tiempo. Es lo único que hará que sepamos si la primera impresión que hemos tenido de alguien es correcta o no.
Alba resopló ante la charla de su padre, convencida de que no se estaba equivocando con Álvaro.
***
Natalia, apenas había pasado un par de días más en Altea tras la marcha de Marina, ya que había tenido que volver a Madrid por unos asuntos de trabajo, los cuales estaba deseando que se resolvieran cuanto antes para viajar al sur de Francia y poder pasar tiempo con su familia. Especialmente con sus hermanos, que pasaban fuera del país casi todo el año debido a sus estudios.
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Primeras impresiones
FanfictionNatalia Lacunza pertenece a una de las familias más adineradas del país. Alba, trabaja como galerista de arte en Madrid y vive soportando las contínuas insistencias de su madre para que se despose cuanto antes. ¿Qué sucederá cuando sus caminos se c...