A la mañana siguiente las Reche fueron saliendo de la cama escalonadamente, algunas más resacosas que otras, para juntarse todas la cocina a desayunar. Celia se sujetaba la cabeza con una mano mientras bebía de su taza con la otra, a su lado su hermana se tomaba un ibuprofeno con los ojos entrecerrados.
-Niñas, si es que anoche os pasasteís con los cubalibres- las reprendió Trini- ¿Cuantos os tomasteís?
-No sé mamá, pero jo, ya que nos invitaban- murmuró Diana.
-Tuvimos más tiempo para beber porque no ligamos tanto como otras- Celia miró con una sonrisa pícara hacia Marina, que se sonrojó por la vergüenza que le dio aquello.
-¿Cómo se llamaba el chico? Era Álvaro ¿No?- Diana se animó de repente.
-Sí, sí, Álvaro Lafuente. Oye no sé qué hacemos que no lo estamos buscando en Instagram- Celia corrió a agarrar el móvil que tenía sobre la mesa y comenzó la búsqueda bajo la atenta mirada de su hermana, mientras Marina seguía colorada y Alba observaba todo aquello aguantándose la risa.
-¡Ese, ese es! ¡El de los rizos!-chilló Diana quitándole el móvil a su hermana.
-Niñas, pero no gritéis tanto, que no son horas- se quejó la Rafi desde la otra punta de la cocina, todavía demasiado adormilada como para darse cuenta de lo que estaban haciendo.
-Guitarricadelafuente- leyó Diana detenidamente- vaya nombre que se ha puesto.
-Es que toca la guitarra, ¿no lo ves?- dijo Celia riendose observando como su hermana bajaba por las fotos del perfil. Se pasaron un buen rato haciéndole el stalkeo del siglo a Álvaro, o a "guitarrica" como habían decidido llamarlo a partir de ahora, haciendo que Alba ya no fuera capaz de contener su risa, uniéndose a ellas.
En cuanto termino de desayunar, Marina desapareció de allí, todavía algo roja, avisando de que iba a ducharse. Una vez sus primas se hubieron cansado de cotillear, Alba fue tras su hermana, sintiéndose aliviada por que su madre no les hubiera prestado demasiada atención, no le apetecía aguantarla nada más empezar el día.
Se sentó en su cama a esperar que Marina saliera de la ducha, cogió su móvil, y sin pensárselo dos veces buscó ella misma el nombre del perfil de Álvaro en Instagram. Fue bajando por las fotos, fijándose con detenimiento en algunas de ellas. La mayoría eran de paisajes, de lugares a los que había viajado, y algunas de sus amigos o de él mismo tocando la guitarra. La buena opinión que se había formado de él la noche anterior no cambió tras husmear en su perfil.
Aunque no encontró entre esas fotos lo que realmente quería: la cara de Natalia. Ni entre las del perfil de su hermana.
Joder, qué misteriosa.
Finamente, decidió cerrar la aplicación tras haber estado apunto de darle like a una publicación de Lourdes y sufrir un microinfarto.
Suficiente stalkeo por hoy.
En casa de los Lafuente todos parecían haberse levantando más enteros. Álvaro y Natalia desayunaban junto a la piscina mientras Lourdes tomaba el sol tumbada sobre una hamaca, algo alejada de ellos.
-¿Crees que es pronto para escribirle?- le pregunto Álvaro a su amiga, ligeramente nervioso con el móvil entre las manos.
-Espérate un poco ¿vale?- lo miró Natalia sonriendo- Puede ser que aún ni se haya despertado, o acabe de hacerlo.
-Tienes razón, no quiero agobiarla- bufó pasándose la mano por el pelo- He pensado invitarla mañana cuando salgamos con el barco ¿Qué te parece? ¿Crees que es buen plan?
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Primeras impresiones
Hayran KurguNatalia Lacunza pertenece a una de las familias más adineradas del país. Alba, trabaja como galerista de arte en Madrid y vive soportando las contínuas insistencias de su madre para que se despose cuanto antes. ¿Qué sucederá cuando sus caminos se c...