Capítulo XXVIII: "ya estoy muerto"

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        Mis manos se congelaron de pronto, una lágrima se deslizó por mi mejilla sin aviso alguno, deje sonar el teléfono mientras lo estrujaba entre mis manos.

—Laura…

        Gregg poso una mano en mi espalda para mostrarme apoyo.

—Lo siento –musite.

—Sea lo que sea podrás salir de ello y estoy…

—No –le interrumpí-, yo ya me hundí en esto hace años.

        Me deje caer en el mueble.

        Gregg de a poco se me acerco.

—No ha de ser tan grave solo que…

—Mi gran problema es cometer un error tras error. La vida me abofeteo y junto con el karma me han hecho hundirme sin poder encontrar una salida. No puedes entender lo miserable que soy, mis padres jamás están, mi hermana tampoco, mi mejor amiga se fue por mi estupidez y pues me enamore perdidamente del ser más estúpido e incorrecto de este mundo. Creí que la soledad era mi amiga pero ya veo que me equivoque y ahora me siento perdida, con una oscuridad y un camino bastante sinuoso, incluso he atentado contra mi vida varias veces.

        Solo deje que mi alma reprimida hablara, jamás había hablado así delante de una persona que no fuera Anna. No me importo que no conociese a Gregg.

        Gregg alargo un gran suspiro.

—Te entiendo.

        Parpadee para girar a verlo al rostro.

—No es posible.

        Sonrió cabizbajo.

—Ocurre que no cuento con el apoyo de mis padres para nada, yo mismo me he costeado mis estudios, perdí el contacto con ellos hace mucho. Todo porque no quise ser abogado como ellos querían. Prácticamente son contados mis amigos, sucede que no tengo tiempo para eso. Trabajo y estudio, es difícil pero lo he aprendido a sobre llevar.

—Sonríes ¿Por qué?

        Sonrió divertido mientras se acomodaba en el asiento.

—Aprendí a sonreír ante los huracanes. No tengo porque transmitir mis problemas, trato de ser feliz, a pesar de todo y se puede decir que lo soy.

       Sonreí con los labios sellados. Este chico era realmente increíble, pude entender que muchos caen en abismos pero logran encontrar la soga para salir. Él en cierta parte está peor que yo. Cuento con mis padres de vez en cuando aunque no estén presentes constantemente.

—Es increíble que seas tan positivo.

—De los golpes se saca una risa. La vida es muy corta.

     El castaño miro el reloj de su muñeca y alzo sus cejas exageradamente.

—Lo siento, debo irme casi entro a mi turno.

        Se levantó del sillón y se sacudió el suéter negro que llevaba puesto con sus manos y se encamino a la puerta de salida pero se detuvo en seco y regreso de nuevo a mí.

—Disculpa pero que torpe soy. He dejado mi maletín.

        Abrió el maletín y saco una hoja de papel y escribió algo en ella luego deposito el trozo rasgado de papel en la mesa ratona.

—Para cuando necesites de un doctor sin nada de experiencia o al menos a alguien con quien quieras hablar.

        Me guiño el ojo y se fue.

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