Capítulo XXI: "Me sentí vacía y perdida"

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        Desperté quizás gracias a mi estomago que rugía tal y como un león. Tenía hambre. Gire para hallarme a Ross con la boca semi abierta y abrazando una almohada, reí un poco por su forma de dormir.

        Decidí despertarlo de una forma divertida. Apuesto que si él hubiese despertado primero alguna maldad hubiese hecho, pero afortunadamente me gano el hambre. Me levante con sumo cuidado, al colocar ambos pies en el suelo me sacudí un poco y talle mis ojos. Ross aún no despertaba, perfecto. Di un par de pasos atrás y le grite agudamente para aturdirlo y despertarlo, él despertó de golpe y frunció el ceño, la luz le molestaba en los ojos.

— ¿Listo? –sonreí.

—Espera ¿Qué? Tu grito me dejo aturdido –sacudió su cabeza.

—Uno… dos… tres.

        Me eche a correr para lanzármele encima, él se encogió y estiro sus brazos a modo de defensa.

—No, no, no Laur…

        Caí de golpe en su cuerpo sus huesos crujieron y yo me reía.

— ¿Estás loca? ¿Qué no respetas el sueño ajeno?

        No paraba de reír creía que un pulmón se me saldría. Me posicione encima de su abdomen con mis piernas a la altura de la cadera.

—Laura bájate, creo que me rompiste un hueso.

—Nop –acentué la letra “P” mientras sonreía con los labios sellados.

—Ah ¿no? –Levantó su abundante ceja izquierda-, desearas no haber dicho eso.

        Con sus manos atrapo mis costillas y comenzó a hacerme cosquillas. Oh, golpe muy bajo. Me comencé a retorcer de la risa, en un audaz movimiento yo era la que estaba debajo de él.

—Ross… –salió su nombre de mis labios casi como un zumbido, no se podía distinguir entre tanta risa-, detente.

—No.

        Él continuo con sus cosquillas irritantes, ya no podía más, me dolía el estómago de tanto reír y un par de lágrimas salieron. Al fin se detuvo pero no me dejo libre, con sus manos atrapo mis brazos, yo aún seguía riendo como una estúpida. Por un momento me detuve, el silencio reino el lugar y nuestros ojos se llegaron a topar, el par de él y el par mío estaban concentrados en los de su compañero. Su profundo color avellana era tan profundo que sentí que me ahogaba en ellos. Esperen un minuto ¿Ross me miraba a los ojos? Y con ¿Cariño? Reaccione de inmediato.

—Tengo hambre rubio.

        Él aún seguía sobre mí, sentado sobre mi abdomen, me lastimaba un poco el hambre. Qué raro, no suelo tener tanta hambre acumulada, casi nunca tengo hambre, me alimento por obligación y a veces, no por que quiera.

—Sí, yo también castaña.

—Tengo una idea estupenda, primero bájate y luego incendiemos la cocina.

—Excelente tengo el número de los bomberos a mano –rió.

        Se levantó, yo lo imite y fuimos a la cocina. Sacamos todas las cosas posibles para preparar un buen desayuno, de esos que yo solo consumo una vez al mes. Preparamos una pila de panqueques, un dato, son sus favoritos, jugo de naranja y tocino. Amaba cocinar, las pocas veces que lo hacía lo disfrutaba, pero con mi torpe ayudante no todo puede quedar bien, la cocina quedo hecha un desastre, harina por todos lados gracias a una guerra de harina iniciada por el infantil de Ross.

        Algo extraño note en todo el rato, era su impaciencia, cuando se sentaba en el taburete de la barra su rodilla subía y bajaba, así subiendo y bajando su talón de manera muy rápida y dedos se entrelazaban unos con otros con rápidos movimientos. Se levantaba y comenzaba a caminar de un lado al otro susurrando algo que no podía distinguir, encontraba la manera de como distraerse, ya sea molestándome o haciendo hueco en el suelo y tocando todo.

Odisea |RAURA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora