Capítulo IV: Lo intentare... eso creo.

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—No me esperare ni un minuto más.

       Nuevamente como de costumbre me jaloneo y me llevo hasta el baño de hombres no dije nada ¿para qué? si era inútil.

—¿Qué hacemos aquí? Yo no debo de estar aquí, este es el baño de hombres, te imaginas en los problemas que me metería si me encontraran contigo aquí.

—Vale la pena arriesgarse.

     Me introdujo a un cubículo y comenzó a besarme con bastante furor, parecía como si quisiera tragar mi lengua, ya había explorado todos mis dientes con ella, yo solo permanecía inmóvil disfrutando el momento riesgoso, sus manos comenzaron a subir por debajo de mi blusa era tal su desesperación que la rompió y se deshizo de ella quedando solo en brasier que para el ritmo que llevaba creo que pronto caería al suelo, estaba muy desesperado me mordía el cuello levemente, tenía miedo que me oyeran así que mis eran gemidos mudos, me besaba con abrupta desesperación. Cuando estuvo a punto de deshacerse de una prenda mas, ambos escuchamos unas voces lo cual me atemorizo y le obligue a Ross a parar el jueguito.

—Ross ya, ya para

        Me aleje colocando mi mano derecha en su fornido pecho.

—No quiero –me beso para detener mis palabras.

—Demonios que ya, no ves que hay alguien afuera, nos pueden descubrir.

—Está bien, no sere travieso.

           Me dio un poco de risa el “no seré travieso” de su parte, eso para mí me hacía referir a una travesura por parte de los dos, a un juego.  Nos quedamos unos minutos prácticamente sin respirar hasta que por fin la persona que estaba afuera salió.

 —Continuemos nuestro trabajo –me volvió a aplastar los labios.

—Ya basta, por favor.

 —Que mierda.

—Ahora no sé cómo le harás pero mira como quede –me señale el cuerpo avergonzada-,  rompiste mi camisa.

—Sal así, te ves apetitosa –relamio sus labios.

        Casi pude ver que con su mirada me estaba desvistiendo completamente.

—No sí, soluciona esto, no saldré de aquí sin camisa.

—Si ya, yo tengo una camisa en mi casillero, la puedes usar.

—Me quedará volando.

—Es eso o salir así.

 —Muévete en ir a buscarla.

     Ross salió y tardo unos minutos en regresar, me trajo una camisa de cuadros negra con purpura, me gustaba, era mi estilo, me la coloque y salí del cubículo claro antes Ross me había respaldado de que no venía nadie.

—Te queda bien, te ves sexy.

—Bájale a tu calentura.

        Rodé mis ojos.

—Que bazofia obligarme a parar lo que habíamos comenzado.

         En un impulso tomo mi mano y la coloco sobre su gran bulto. Quite mi mano rápidamente con asco, mi piel me estaba hirviendo en ese momento.

—Sentiste como me dejaste, eso nunca antes me había pasado.

—Utiliza las neuronas, yo si pienso las cosas no soy una cabeza hueca llena de sexo como tú. Enfermo.

—Esto no se queda así.

—Muérete.

           Ross era un completo imbécil, de verdad que se me estaba agotando la poca paciencia que le tengo, para él todo es lujuria, simplemente placer, comienzo a creer que todos estos años tengo una perspectiva errónea de su supuesta personalidad real, creo que él es así de inmundo en todos sus sentidos, gracias a él no había entrado a varias clase, eso me retrasaría en el semestre y quiero graduarme cuanto antes. Como quiero acabar con esto que apenas va comenzando pero el amor que le siento me impide acabarlo.

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