Odisea |RAURA|

Capítulo XXXII: "Ya me agote, Ross"

        Me separé de el agarre de Riker, él se notaba tranquilo con una sonrisa de satisfacción.

—Hermano ¿No piensas saludar?

        Riker abrió sus brazos con una amplia sonrisa. Ross estaba fuera de lugar, miraba a Riker fijamente con la mandíbula tensa.

—Oh vamos, ven aquí, tenía tiempo que no veía a mi querido hermano. Ya me hago una idea del por qué, puede que Laura lo quiera saber -sonrió socarrón.

        ¿Ross no había visto a Riker? Pero ¿por qué? Se supone que viven bajo el mismo techo y además ¿que debía saber?

       El chico rubio empuño sus manos y se acercó a Riker para abrazarlo con restricción, ambos susurraron unas palabras entre ellos, Riker sonrío y palmeo la espalda de su hermano para luego separarse de él.

—Anna ya está fuera de peligro -añadió Riker.

—¿En serio? Eso es asombroso, gracias al cielo, nuestro batracio estará bien -manifestó con alegría Ratliff para luego abrazarme.

        Percibí la profunda incomodidad de Ross, movía su rodilla con rapidez en un momento se acercó a Ratliff cruzó unas palabras con él y se marchó de la sala, yo rápidamente fui hacia donde Ellington.

—¿A dónde fue Ross? -pregunté con la esperanza de escuchar que volvería pronto.

—Fue a... -titubeó-, a arreglar unos asuntos.

—Estaba tenso desde hace rato, desde que llegó Riker, espera, todo esto tiene que ver con Riker ¿Qué demonios pasa entre ambos?

—Es algo que...

—Él te pidió que no me dijeras.

        Ratliff asintió algo dudoso.

—Debo saberlo y haré que él mismo me lo cuente, si entras a ver a Anna dile que la amo y que pronto estaré de regreso.

        Salí de lugar decidida a aclarar todas esas dudas que me estaban atormentando, Ratliff me tomó del brazo y me suplico que no fuera, me solté de su agarre con brusquedad y me dirigí a la salida del hospital, intente localizar el auto de Ross en el estacionamiento pero no estaba, tome un taxi y pedí que me llevará hasta su departamento. Al llegar di un par de billetes al taxista y fui escaleras arriba hacía su residencia.

        Toque su puerta varias veces y no obtuve respuesta, por último golpee la puerta con mi mano abierta con toda la fuerza posible, casualmente el conserje del edificio atravesó el pasillo en ese momento.

—¿Busca a alguien señorita?  -preguntó el señor de no más de cuarenta años.

—Sí, ha visto usted a Ross Lynch, propietario de este departamento -señale la puerta.

—Lo lamento pero su nombre no me suena.

        Me froté la cara con desesperación.

—De seguro lo habrá visto en alguna ocasión, es alto, caucásico, cabello rubio.

        El señor parecía no recordar o alguna vez visto a Ross, me frustre. De pronto una idea vino a mi cabeza, saqué mi teléfono y le mostré la única foto que teníamos juntos, una que Anna había tomado al estar ambos desprevenidos. No pude evitar sonreír al verla.

—Es él -le señalé.

—Ah si, ya se quien es.

—¿Lo ha visto en los últimos momentos?