Capítulo XXXIII: "Ese chico"

1.7K 150 64
                                    

— Hola Laura, que sorpresa.

            Suspire pesadamente.

— Sé que suena algo precipitado Gregg, con el hecho de que te acabo de conocer hace poco, pero... –me acalle-, pero ¿Podríamos tomar un café? Si, lo sé, suena estúpido pero quiero que...

— Por supuesto –me interrumpió-, ¿Dónde?

— Genial –enrosque mi cabello-, quizás en el café que está a una cuadra del teatro Roxy ¿Te parece?

— Perfecto, termino mis estudios para el parcial de tejidos y en quince...

— No –lo detuve-, debes estudiar, tranquilo, sigue estudiando, lo dejaremos para otro día –ladee mi labio.

— No te preocupes, realmente necesito una distracción, estoy algo agotado, créeme que la necesito.

—¿Estás seguro?

— Claro, ya estoy tomando las llaves de mi auto.

—Bien –sonreí-, nos vemos –colgué.

            Lleve mi teléfono al bolsillo trasero de mi pantalón y camine hasta un lugar donde pudiera tomar un taxi, luego de unos veinte minutos estaba en la entrada del local, pude ver a Gregg sentado junto al ventanal, me sonrió. Entré, camine hasta el fondo, a su mesa y tome asiento a su frente.

— Hola –sonreí tímidamente-, lamento la tardanza, el tráfico de los Ángeles, ya sabes

— Hola –arrugo su nariz, gesto que me pareció adorable-, descuida, no llevo mucho tiempo aquí –poso sus codos sobre la mesa-, ¿Cómo seguiste de tu raspadura?

            Fruncí el ceño, mostrándome confundida, después alce mis cejas haciéndole entender que sabía a lo que se refería, claro, que torpe soy, así fue que lo conocí.

— Estupenda, de hecho al día siguiente ni la sentía.

— La curo el mejor futuro doctor –sonrió ampliamente y se estiro llevando sus manos a la parte trasera de su cabeza -, soy modesto, debo destacar.

            Me reí un poco, una risa sincera en medio de la amargura que poseía. En eso una joven mesera vino a nuestra mesa.

— Bienvenidos –sonrió y dejo un par de menús en la mesa.

            Grandes exquisiteces se veían en el menú, una gran variedad de postres y cafés, pero justo ahora no me apetecía nada. Cerré el menú y lo arrastre hasta el centro de la mesa con mis dedos. A los pocos minutos regreso la chica de uniforme.

— ¿Qué desean pedir? –afinco su bolígrafo a la pequeña libreta.

— Yo solo quiero un té helado de durazno, por favor.

— ¿Segura? –dijo Gregg.

— Sí, descuida, no tengo hambre.

— Bien, yo quiero... –movió su dedo índice por la lista del menú-, quiero un café mocca mediano.

            La chica termino de apuntar nuestros pedidos, tomo los menús y se fue.

— Te iba a invitar un pastel de chocolate.

— Realmente no me apetece.

— Creí que veníamos a comer algo –sonrió.

— Créeme que no te convoque para eso, es en lo que menos pensé, te cite para otra cosa... platicar un rato.

            Lleve un mechón de mi cabello detrás de mí oreja derecha y deje reposar mi mentón sobre mi mano. Gregg se sentó erguido y descanso sus brazos cruzados sobre la mesa.

Odisea |RAURA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora