Aferrada a lo que posiblemente podría salir mal, mi vida es un vacío destinado al dolor. Todas mis esperanzas estaban atadas al hecho de que Anna estuviese bien, tan solo por alguna vez no quiero que las cosas salgan mal y que esto sea así, no quiero seguir permitiendo que el dolor me siga dominando.
Mis fuerzas se habían desvanecido, no quería pensar lo peor y atraer malas vibras pero mi cerebro solo maquina desgracias, ya se adaptó a la porquería.
Dos días dentro de un hoyo del cual no encuentro escapatoria, dos días de insomnio y cero apetito. Hace dos días que Anna que no reacciona.
—Laura... debes comer.
Me negué acurrucada al hombro de lo que me brindaba fuerzas por el momento.
—Laura, come por favor a Anna no le gustaría ver en el estado que estas, eso la pondría mal.
—Caroline realmente no tengo apetito.
—Laura, escucha a mi esposa, come algo.
Frank y Caroline eran los padres de Anna, unos señores con una alta calidad de educación, muy atentos y amables, me consideraban como su otra hija, la hermana que Anna no tuvo.
—Por favor, obedece —susurro el rubio.
Suspire y asentí.
—Pero no quiero irme de aquí.
—Laura cielo, anda a comer algo, Frank y yo estaremos atentos a cualquier noticia, no te preocupes.
La voz de la mujer pelirroja sonaba quebrada, había llorado mucho, tenía enormes bolsas de preocupación bajo sus ojos. Si eso le daba algo de paz a ambos lo haría, no quiero que tengan una preocupación inútil como lo es preocuparse por mí.
Ross se levantó y me extendió el brazo para que tomará su mano, yo la tomé, al instante sentí esa conexión eléctrica que concebía al tacto de nuestras manos, ya no la separé, ya creo que me había acostumbrado y hasta llegue a anhelar ese toque, esa electricidad.
Como un par de enamorados caminamos hasta una cafetería cercana yo tomaba con mi minúscula mano el dedo índice de Ross, pese que la situación no era felicidad, mi sonrisa no estaba dibujada, mi mirada estaba aislada y él estaba reprimido, todo era un mar de dolor del cual Ross ahora era mi ancla.
— ¿Qué comerás? —preguntó.
—No lo sé, mi estómago no pide nada.
Él apretó sus labios y alargo un suspiro.
—Ve a sentarte, yo te pediré algo.
Le obedecí.
Mientras aguardaba en la mesa no pude evitar pensar en todos los momentos vividos con Anna y en pensar en la posibilidad que de que tal vez ya no vengan más, una lágrima se deslizó por mi mejilla, sentí el tacto cálido y eléctrico de Ross en mi rostro, con un pulgar limpio la lágrima que descendía.
Coloco la bandeja de comida en frente mí. Yo tomé el sándwich de queso que había pedido para mí para acto seguido volverlo a poner en su lugar.
— ¿Y si no sobrevive? —delibere.
—No va a pasar.
— ¿Y si pasa? —insistí.
—No, Laura, nada malo va a pasar.
Sus palabras eran simplemente de aliento pero unas que se esfuman fácilmente, él no sabía nada, así que sus aseguraciones para mi eran inciertas.
—Pero...
Él me tomo las manos para estrujarlas delicadamente con las de él.
—Escúchame, nada malo va a pasar, solo ten fe, escucha a esa parte de positividad tuya.
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Odisea |RAURA|
RomanceUn error entre el amor y el odio, donde las consecuencias serán pagadas en el mas mínimo detalle. ¿Que pasaría si comenzaras un juego en el cual pierdes todo? Donde el precio mas caro que pagaras sera con tu vida. Un chantaje que hizo que naciera...