Me sonrió cautivante.
Su apariencia era la del típico chico nervioso que va a buscar a su cita para su primer baile, solo que Ross no era de esos típicos chicos, él todo lo llevaba por delante y sin intimidaciones de su parte.
— ¿Nos iremos o nos quedaremos parados aquí con cara de idiotas toda la vida?
Opine para que el momento no se volviera más incómodo. En realidad no era incomodo, era un incomodidad relajante.
—Hey vas rápido, todo a su tiempo Marano –se rió.
—Eres un idiota –le sonreí.
—Vamos pequeña testaruda.
Seguí su paso que me condujo a lo que parecía su auto, un mustang modelo sesenta y ocho negro Oh si, para ser una chica me emocionaban mucho los autos y más los clásicos, el ruido de un buen motor era como el ronroneo de un gato para mis oídos, suave y sutil.
—Vaya auto Lynch, esta increíble.
— ¿Te vas a subir o comenzaras a babear?
—Al menos se caballero y ábreme la puerta.
El rubio alzo las ambas cejas y se introdujo en el asiento del conductor y encendió el motor, yo esperaba con los brazos cruzados ¿Qué se supone que hacia? Luego de un par de minutos si abrió la puerta del copiloto sin bajarse del auto.
—Entra.
Lo hice, pero con el ceño fruncido.
—Esto no era a lo que yo me refería.
—Creí que no eras de tratos así.
—No, pero tampoco soy un camionero, tengo sentimientos
Impulso su arranque y condujo de manera precavida por las calles de Miami.
—Te recuerdo que los camioneros también tienen sentimiento tarada.
—Tarada tu abuela. Por cierto eres una niñita al volante, a propósito ¿A dónde vamos?
— ¿Soy una niñita al volante? –me observo con una sonrisa pícara- No debiste decir eso. Deberías de ponerte el cinturón.
Piso el acelerador hasta el fondo, la aguja del kilometraje vector alcanzo los doscientos en esa amplia avenida.
Adrenalina corría por mis venas en ese momento, no me importaba si nos multaran o si nos encarcelaban, la velocidad era una de las pocas cosas que me encantaba. Cuando se aproximó a una curva no disminuyo la velocidad, por un segundo vi el auto destruido y nosotros inconscientes y ahí fue donde me asuste. Tome la mano de Ross la cual estaba en la palanca de cambios y la apreté.
—Ross –le grite.
Piso más el acelerador como si hiciera falta.
< ¿Estás loco Lynch me quieres matar? >
— ¡Ross! Nos vamos a matar, baja la velocidad –apreté su mano aún más.
No sé ni cómo hizo, fue una de esas maniobras que solo veo en películas como “Rápidos y furiosos” piso el freno de golpe y giro el volante completamente, la frenada quedo marcada en el pavimento y humo salio de los cauchos. Luego continúo ahora con una velocidad normal. Gire mi rostro y lo observe boquiabierta.
— ¿Qué? –sonrió taimado
—Oh por Dios, algún día me tienes que enseñar eso.
—A ver, lo haré si me dices que soy el mejor conductor en todo el mundo y que no soy una niña al volante.
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Odisea |RAURA|
RomanceUn error entre el amor y el odio, donde las consecuencias serán pagadas en el mas mínimo detalle. ¿Que pasaría si comenzaras un juego en el cual pierdes todo? Donde el precio mas caro que pagaras sera con tu vida. Un chantaje que hizo que naciera...