Rechazo

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-¿Eres un hombre lobo? -susurró Laia, entre desconcertada e incrédula.

-Sí. -contestó Rixon, tomando una fuerte respiración. -Soy un hombre lobo. -y repentinamente se sintió bien, por fin lo había dicho, lo había soltado, ya no tendría que mentir sobre sí mismo. Era como si se hubiese deshecho de un increíble carga, que sin saberlo, llevaba sobre sus hombros.

Para su sorpresa, Laia estalló en carcajadas, empezó a reírse sin parar.

-Por dios, Rixon. ¡Por un momento casi me lo he creído! -Rixon frunció el ceño, ¿Laia pensaba que todo era una broma? ¡Esa no era su intención! ¡Le había contado la verdad! ¡La más absoluta de las verdades! ¡Su mayor secreto!

-Laia, es en serio. -dijo él, intentando mirarla a la cara para que viese que no bromeaba.

-Rixon, sé que me desmayo mucho y tengo muchos problemas...pero no soy tonta. -Laia rodó los ojos, olvidándose momentánemaente de todo lo que había pasado en la fiesta de Halloween- Los hombre lobo no existen. -afirmó, como si le estuviese hablando a un niño pequeño.

-Pero...-intentó hablar Rixon.

-mira. -dijo Laia repentinamente seria. -Ya me cabreaba que no quisieses contarme lo que sea que me ha estado pasando estos días...pero que además te inventes una cosa así, para evitar contarme la verdad...-la voz de Laia sonaba dolida mientras se levantaba de la camilla y se deshacía de los brazos de Rixon, el cual demasiado afectado por lo que estaba oyendo, apenas pudo hacer un penoso intento de retenerla.

-Pero...-intentó volver a hablar él, sintiendo que su corazón se encogía al ver como Laia le daba la espalda.

-Pero nada, Rixon. Siempre, absolutamente siempre, he confiado en ti. Pero ahora, cuando más te necesito, cuando peor lo estoy pasando...cuando estoy tan jodidamente confusa...tú te niegas a ayudarme, te cierras en banda a contarme lo que me pasa, porque sé que sabes lo que me pasa, y en vez de eso me cuantas una absurda trola sobre que eres un hombre lobo. -Laia se acercó a la puerta y la abrió, acto seguido se giró hacia Rixon, el cual miraba atontado como las lágrimas caían por las mejillas de la chica.

-Laia...-susurró Rixon, sintiendo que algo dentro de él se rompía, mientras su mejor amiga, la chica de la que posiblemente estaba enamorado, lo echaba sin miramientos. Mientras la chica que siempre había estado ahí para él, dejaba de apoyarlo, probablemente para siempre. 

-Vete. -ordenó Laia con firmeza, a pesar de los temblores que le sacudían el cuerpo. -Vete. -volvió a repetir, en parte para autoconvercerse a sí misma de que era lo mejor.

-Pero no quiero, yo...-intentó volver a hablar él, no podía irse sin más, no con ella llorando así, no con ella echándolo de su vida.

No podía perderla, no a ella.

Se levantó, intentó a acercarse a ella, pero Laia se apartó, ella lo rechazó.

Y Rixon, entre descolocado y desolado, ante el obvio rechazo de ella, no pudo hacer otra cosa que mirarla con pena y caminar hacia la puerta.

A cada pasa que daba, su corazón se destrozaba un poco más.

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Elijah suspiró y cerró los ojos. 

Necesitaba relajarse, últimamente había estado muy alterado e irritable, simplemente necesitaba despejar su mente, dejarla totalmente en blanco.

Lo malo de esto: decirlo era fácil, llevarlo acabo no tanto.

Gruñó imperceptiblemente y abrió los ojos.

Si creyese en Dios lo estaría maldiciendo por ser tan hijo de puta con él y no parar de compplicarle la vida.

Él solo quería volver a su vida de antes, yendo de misión en misión, recibiendo elogios de su tío y sin sentir ese horrendo y espantoso vacío.

Vacío...

Eso era lo que Elijah sentía, un vacío dentro de sí mismo que no sabía con que llenar, daba igual lo que hiciese, incluso la misión en la que se había enfrascado, de forma repentina e improvisada, no le servía para sentirse realizado.

Sin embargo, no estaba dispuesto a abandonar la misión así por qué sí, primero por qué había dado su palabra de que ayudaría, segundo por qué sería ridículo dejarlo solo porque no se sentía realizado, tercero porque su orgullo no lo permitiría, no había abandonado nunca una misión y no iba a hacerlo ahora...y cuarto, y tal vez más importante, tenía curiosidad.

Sí, curiosidad. Una increíble curiosidad acerca de como sería la hija de su tío, ¿sería inteligente y astuta como él? ¿O tal vez no se pareciese en nada? ¿Y si fuera todo lo contrario? ¿En qué manos, seguramente inexpertas, iba a quedar el reinado de los vampiros?

Todas esas preguntas lo atormentaba día y noche, había luchado mucho por su pueblo, por los vampiros, como para que ahora viniese una niñita sin sentido ninguno y lo arruinara todo. 

Tenía que vigilarla, encargarse de que hiciese las cosas bien, no podía dejar en malas manos a su gente. Su honor no se lo permitía.

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Nota de autora:

¡Hola! Bueno, principalmente quería preguntar si os está gustando la historia y qué os parece. Puesto que está teniendo bastantes leídas y votos, pero no muchos comentarios, al menos no recientes.

Podéis darme vuestra opinión, sobre que rumbo está tomando la historia, sobre lo personajes, lo que creéis que va a pasar...lo que sea. Os prometo que siempre leo los comentarios y los respondo.

Un saludo,

TheSelfishGirl. 

¿Vampiros? ¿Y qué más? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora