Michel, el camarero

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-Esto no es bueno. -murmuró Anthony.

Estaba con Ellen en la azotea de un edificio que estaba enfrente de la casa de Laia, desde el cual podían observar todo lo que pasaba relacionado con ella.

-¿Qué pasa? -preguntó Ellen acercándose a él, pero manteniendo las distancias, ahora siempre mantenía las distancias.

-Mira. -contestó él indicándole con la cabeza una dirección, dos hombres con actitud sospechosa paseaban sin parar por delante del edificio donde vivía Laia.

-Brujos. -reconoció Ellen con sorpresa al detectar el olor.

-Y ni siquiera se han molestado en comuflar su olor. -añadió Anthony frunciendo el ceño.

-¿Principiantes? -preguntó Ellen con duda sin dejar de verlos con atención.

-Eso o quieren que sepamos de ellos. -dijo él con disgusto y alejándose del borde de la azotea.

-¿A dónde vas? -volvió a preguntar Ellen al ver como se iba.

-A averiguar quienes son esos tipos. -contestó Anthony con simpleza, haciendo que Ellen lo siguiera.

-¿Y cómo piensas hacer eso? -preguntó Ellen tras él.

-Hay dos opciones, voy allí y les torturo hasta que hablen o espero a que se vayan y los sigo. 

-¿Cuál vas a llevar acabo? -al instante en que hablo, Anthony se giró hacia ella con una sonrisa de lado.

-Lo decidiré sobre la marcha. -contestó con despreocupación.

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-Mañana tengo una especie de competición de licántropos. -bufó con vagancia Rixon mientras posaba su cabeza en el estómago de Laia, haciendo que esta sintiera un molesto nudo en el estómago.

-¿Es muy difícil? -preguntó Laia mientras dejaba caer su cabeza sobre la almohada de su cama y miraba el techo de su habitación.

-En realidad no lo sé, pero tampoco tengo ganas de averiguarlo. -admitió Rixon bostezando, apenas había conseguido dormir la noche anterior pensando en lo que le había dicho el idiota de Elijah.

Por mucho que le molestase el chico tenía razón, antes o después, Laia se enteraría de que era mitad vampiro y, por mucho que le doliese, en algún punto de su vida moriría y se convertiría en una vampiro completo.

De solo pensarlo se le revolvía el estómago. 

-Vampos, Ri, necesitas retos en tu vida. Metas que alcanzar. Una competición no parece tan mala idea. -intentó animarlo Laia sin resultados positivos.

Rixon gimió a modo de queja contra su estómago.

-Pero no quiero. -dijo como un niño pequeño al que obligan a ir a clase.

-Tampoco es como si pudieras elegir. -se rio Laia por lo bajo.

-Eres mala. -gruñó Rixon cerrando sus ojos, el sueño le estaba venciendo y se notaba.

-¡No soy mala! -exclamó Laia sin dejar de reír, al ver que Rixon no contestaba levantó la cabeza para verlo y se dio cuenta de que se había quedado dormido.

Suspiró mientras la miraba y volvió a mirar al techo, ¿por qué su mejor amigo tenía que ser tan guapo? ¿Por qué no podía ser un ogro? Eso facilitaría mucho las cosas.

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-Todos los vampiros están como putas cabras. -dijo Jake mientras agarraba el vaso con wisky y la bebía de un solo trago.

-Tú eres un vampiro. -le recordó el camarero con una sonrisa divertida, sirviéndole otra copa.

-¿Y acaso no estoy como una puta cabra? -le contestó Jake alzando las cejas, haciendo reír al camarero.

-Tienes razón. -aceptó finalmente el camarero.

-Siempre tengo razón. -Jake cogió el vaso y jugó con él en su mano, haciendo que el líquido se moviese con suavidad. -¿Sabes que solía decir mi madre de mí? -preguntó con voz queda mientras miraba atentamente el líquido del vaso.

-¿Qué?

-Que era un genio y que todos los genios eran tachados de locos y extravagantes, porque tenían la mente mucho más abierta y avanzada que el resto de las personas. -levantó sus ojos y miró al camarero. -¿Cómo te llamas?

-Michel.

-Pues bien, Michel, ¿te parezco un genio? -preguntó sin soltar el vaso.

-De momento me pareces un vampiro borracho. -contestó Micehl sin dejar de sonreír.

-Tienes un punto. -sonrió Jake antes de beber el contenido del vaso. -Ahora, ¿quieres saber que decía mi padre de mí?

-Claro. -contestó Michel mirándolo con sus ojos azules e intensos.

-Que sería la ruina de la familia. -y dicho esto, se levantó, dejó una generosa propina y se fue, dejando sorprendido a Michel, el camarero.

¿Vampiros? ¿Y qué más? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora