El bueno.

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Laia se aguantó las ganas de llorar y suspiró, se obligó a sí misma a aparentar normalidad y se adentró en la profundidades de su instituto. 

En seguida se vio envuelta por el barullo de la gente hablando entre sí y contándose los cotilleos de Halloween, un tema en el que Laia prefería no pensar. Lo bueno, era que al parecer nadie se había enterado de que había sido ella quien había encontrado el cuerpo de una chica muerta y descuartizada, supuso que la policía prefería llevarlo todo con discrección.

Enterró con fuerza sus uñas en las palmas de sus manos, mientras se obligaba a seguir caminando.

Dios, se le hacía tan raro y difícil caminar por el instintunto sin Rixon a su lado. Sin su mejor amigo haciéndola reír, sin su mejor amigo provocándole molestas mariposas en el estómago, sin Rixon metiéndose con ella por alguna estupidez o quejándose de algún profesor. 

Echaba en falta su sonrisa de lado, sus ojos brillando con picardía...Lo echaba de menos.

Pero no daría vuelta atrás, no lo buscaría ni le diría que lo sentía, porque no era ella quien había mentido, no era ella quien le había fallado.

Hombre lobo, por favor, era tremendamente ridículo. ¿Qué era lo siguiente? ¿Conocería a un vampiro o qué? 

No tenía ningún sentido.

-Que raro que no estés con tu noviecito. -le susurra una voz llena de burla en el oído y Laia, inconscientemente aprieta sus libros contra su pecho.

-Déjame en paz. -murmura e intenta alejarse, pero el dueño de la voz es más fuerte que ella, la agarra por el brazo, lastimándola en el proceso.

-¿O qué? Ya no tienes a tu perrito faldero para protegerte. -se ríe el chico, que le saca más de dos cabezas y es enorme, sus músculos son tres veces las piernas de Laia.

-Déjame en paz. -vuelve a repetir ella, no quiere pelearse, no quiere discutir, no quiere hacer nada...¿Por qué el jodido mundo no puede entenderlo? 

-¿Solo sabes decir eso? -pregunta él, repentinamente molesto, a Tyler Buuds no le gusta que no le presten atención, ejerce más presión sobre el brazo de Laia y a ella se le escapa un quejido de dolor.

Las lágrimas quieren salir de los ojos de Laia, no solo por el dolor que Tyler le está provocando, sino también por la ausencia de Rixon. Porque lo que Tyler hace no para de recordarle que Rixon ya no está para protegerla, Rixon no está y es por ella, ella lo echó de su vida y ahora se tiene que hacer cargo de las consecuencias.

Tal vez sea lo que se merece. 

-¿No la has oído? Ha dicho que la dejes en paz. -dice con una tranquilidad amenazadora una voz masculina, y aunque Laia no puede ver quien ha hablado, se estremece.

-¿Tú quién coño eres? -pregunta Tyler furioso y apretando más el brazo de Laia, que vuelve a soltar un quejido, más lastimero que el anterior.

Y lo siguiente que Laia sabe, es que la presión de su brazo ha desaparecido y Tyler Buuds está tirado en el suelo, desorientado y confundido.

-Quien soy no es de tu incunvencia. -dice fríamente el chico desconocido, que se ha colocado delante de Laia y mira con repulsión a Tyler. -Y ahora lárgate. -ordena y para sorpresa de Laia y del mismo Tyler, el chico se levanta y hace lo que le han enconmendado. 

-Gracias. -dice Laia tras unos incómodos, al menos para ella, instantes de silencio.

Es entonces cuando el chico se gira y Laia jura que duranta una milésima de segundo se ha quedado sin respiración. 

¿Vampiros? ¿Y qué más? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora