La cura.

452 45 3
                                    

-Como le toquéis un solo pelo a Laia, os mato. -dijo Rixon con los dientes apretados por la furia mientras caminaba por un estrecho pasillo, siendo empujado de vez en cuando por sus captores.

-¿Así? ¿Y cómo piensas hacer eso? Hemos anulado tus poderes, lobito. -se burló el brujo repugnante número 1, como había empezado a apodarlo mentalmente Rixon.

-En algún momento vuestra magia dejará de funcionar en mí, puede que sea solo durante unos minutos, pero será más que suficiente para arrancaros la cabeza de un mordisco.- les espetó Rixon con rudeza.

-Mejor guárdate las amenazas para quien nos mandó capturarte. -le aconsejó el brujo no tan repugnante, el número 2.

Llegaron a una puerta blanca como la de un hospital, pero con marcas de zarpazos y restos de sangre.

Mientras la puerta se abría, Rixon no podía parar de pensar en cómo narices había hecho para acabar en un sitio así y aún por encima arrastrar a Laia con él.

El brujo número 1 lo empujó con mucha más fuerza de la necesaria, por suerte, Rixon no estaba completamente indefenso y pudo resistir el impacto, se tambaleó un poco hacia delante, pero consiguió no caerse.

-Iros. -ordenó una voz masculina entre las sombras, invisible a ojos de Rixon, que sin su visión de lobo estaba bastante perdido.

Los brujos obedecieron sin medir palabra, por alguna razón, parecían tenerle cierto respeto a su jefe temporal, o tal vez fuera miedo.

La puerta se cerró con gran estruendo, haciendo que Rixon tuviera que reprimir un escalofrío.

La cosa no pintaba bien para él.

-Rixon...-murmuró la voz masculina, saliendo poco a poco de la oscuridad.

Rixon pudo ver que era un hombre muy alto, más qué él incluso, pero era más delgado, de facciones finas a la vez que duras. Teníe el pelo corto y rubio. Y unos ojos azules que destacaban con su piel blanquecina.

A Rixon no le era desconocido ese hombre, puede que hayan pasado años, pero aún así, es capaz de reconocerlo.

-Edward...-dice Rixon estupefacto, dando un paso hacia atrás, como si lo hubieran golpeado.

-Hola, hermano. -saluda el hombre, lleva una bata blanca como la de los médicos y las manos las mantiene tras su espalda.

-¿Qué...? -Rixon se queda sin palabras, demasiado sorprendido como para poder hablar.

-Has crecido mucho. -dice Edward con tranquilidad.

-¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿Por qué me has secuestrado? ¿Qué quieres? -empieza a preguntar Rixon apresuradamente, de repente, tiene demasiadas cosas que preguntar.

-He estado investigando, bueno, aún sigo investigando y creo que pronto llegaré a la solución. -habló Edward con impasibilidad.

-¿De qué estás hablando? -preguntó Rixon frunciendo el ceño.

-Al principio pensaba que conmigo era suficiente, pero luego me di cuenta de que no. No podía probar todo lo que quería en mi mismo y eso entorpecería los resultados. Así que empecé a...experimentar con otros sujetos, los primeros resultados fueron lamentables...

-¿Qué cojones estás diciendo, Edward? -preguntó Rixon confundido y un tanto asustado por la forma en que hablaba su hermano.

-Tienes que creerme, Rixon, esto lo hago por nuestro bien. Es por eso que, ahora, que estoy tan cerca de encontrar la cura, decidí probar contigo. Tú tienes que ser el primero, debes ser mi primer éxito. -hubo cierto tono de locura impreso en la voz de Edward, lo que hizo que Rixon diera más pasos hacia atrás, deseoso de poder salir de esa habitación.

-¿De qué estás hablando? -volvió a preguntar Rixon.

-Voy a curarte, Rixon, gracias a mí, no tendrás que seguir siendo un hombre lobo. -dijo con una sonrisa inquietante, antes de avanzar hasta él con rapidez e inyectarle un sedante.

-Por desgracia. -dijo Edward con falsa pena. -Me temo que el proceso será doloroso.

Y lo siguiente que supo Rixon, fue que se hizo la más absoluta de las oscuridades.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

-Tenemos que encontrar a Laia, en seguida. -dijo Ellen caminando de un lado a otro. -No me puedo creer que hayamos dejado que desaparezca. Cuando el Rey se entere...

-¡No todo tiene que ver con el Rey! -exclamó Anthony con fastidio. -Lo que debemos hacer ahora es centrarnos en la chica.

-Tengo noticias. -anunció Elijah entrando en el salón y deshaciéndose de su chaqueta de cuero, como si le estorbara.

-¿La has encontrado? -preguntó Ellen esperanzada y dejando de dar vueltas por la habitación.

Elijah negó con la cabeza.

-No, pero he estado investigando. No preguntéis de donde he sacado la información, pero me han contado que últimamente han desaparecido bastantes hombres lobo.

-¿Están secuestrando a hombres lobo? -preguntó Anthony sorprendido, sospechaba que a quien habían estado siguiendo era a Rixon, pero pensaba que era algo excepcional, un caso aislado.

-Y no solo eso. -dijo Elijah con cara de seriedad. -Pasado un tiempo, dichos hombres lobo son encontrados...muertos.

-¿Un asesino en serie de hombres lobo? -preguntó Ellen anonadada.

-Un asesino en serie que parece...experimentar con ellos o torturarlos. -Elijah negó con la cabeza un tanto asqueado. -La forma en la que están los cuerpos cuando los encuentran...Es asqueroso hasta para los vampiros más sanguinarios.

-¿Cuanto tiempo pasa hasta que encuentran los cuerpos? -preguntó Anthony.

-Un mes, dos como mucho, pero no sé. Al parecer cada vez duran más. -suspiró Elijah.

-Bueno, nosotros no tenemos un mes, mucho menos dos. Tenemos que encontrar a Laia y para eso tenemos que encontrar primero al lobo. Pero que quede claro, nuestra única y exclusiva prioridad es Laia, el chico...me temo que lo dejaremos a su suerte.

¿Vampiros? ¿Y qué más? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora