Experiencia

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-20 segundos, no está nada mal, Rixon. -reconoció Carter con una sonrisa y palmeándole la espalda a Rixon, que acababa de transformarse en humano de nuevo.

-Podría estar mejor. -contestó él moviendo su cuello adolorido por la transformación, por lo menos ya no era como al principio, en las primeras transformaciones le había dolido horrores, la primera vez después de transformarse estuvo días en cama, sin poder moverse.

-No te fuerces, chico. -le aconsejó Carter, admiraba el empeño que ponía en superarse continuamente pero si se pasaba podía acabar muy mal . -Sé que quieres mejorar y todo eso...pero no te hace falta, eres el mejor, pero que no se te suba a la cabeza. 

Lo que Carter no sabía, es que Rixon no se esforzaba porque le importase ser mejor o peor, eso en realidad le daba igual, lo que buscaba era olvidarse, aunque fuera un momento, de todos sus problemas, para ser específicos de Laia.

-Por cierto, me han llamado del instituto, ¿no crees que al menos deberías intentar que no me enterase de que haces pellas? -Rixon ni siquiera se sorprendió, era de esperarse que Carter acabase enterándose, ante la ley era su tutor.

-No me gusta mentir. -dijo Rixon únicamente y era cierto, odiaba mentir, aunque fuera necesario.

-Ve a clase hoy, tienes media hora para darte una ducha. Apestas. -Rixon se rio sarcásticamente ante el comentario.

-Encantador. -le dijo a Carter antes de irse.

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-¿Qué tal las clases? -preguntó Ellen con una sonrisa maliciosa.

-Genial, ¿qué tal que tu vida sea una mierda? -le contestó Elijah con una falsa sonrisa, mientras se servía una taza de café.

-Mi vida no es una mierda. -medio gruñó Ellen molesta.

-A ver, no tienes amigos, aunque te empeñes en decir que sí -dijo al ver que iba a interrumpirlo -No has encontrado a ningún chico, sea de la especie que sea, que te soporte lo suficiente, tu hermano te ignora...

-¡Jake no me ignora! -replicó Ellen enfadada y apretando los puños.

-¿A no? Te pasas la vida quejándote de él y diciendo que es un depravado, siempre dices que no vas a visitarlo porque te da repelús...pero es obvio que en realidad es tu hermano el que no te soporta y en el fondo le guardas rencor.

-Yo no le guardo rencor. -contestó Ellen con sus ojos volviéndose rojos por la furia.

-Sí, ¿y sabes por qué? Porque él es todo lo que tú no eres y desearías ser. -se acercó a ella, sus caras separadas pos apenas un par de centímetros. -Él tiene montones de amigos, a pesar de ser perverso y sucio como tú dices, el no tiene problemas en encontrar chicas que lo soporten y quieran estar con él, todo lo contrario...Él es el popular, siempre lo ha sido, y tú eres la hermana mayor y amargada a la que nadie quiere...

-¡Cállate! -le chilló Ellen empujándolo lejos de ella, podían llevarse mal, pero hasta ahora Elijah nunca había sido realmente cruel.

-Solo mírate, con los nervios perdidos por lo que te ha dicho un "adolescente". Se supone que eres adulta y que tienes cientos de años...-se rio Elijah oscuramente. -Das pena, Ellen, das mucha pena. 

-¿Y tú qué? -dijo ella, haciendo que Elijah alzara las cejas. 

-¿Qué pasa conmigo?

-Estás condenado a que te abandonen. -Elijah frunció el ceño y dejó de sonreír. 

-¿A qué te refieres? -preguntó él mirándola fijamente.

-A que todos a los que quieres te dejan. Tus padres, muertos. Tu tía, muerta. Y tu tío...bueno, a él ni siquiera le importa lo que te pase. Podrías morirte y le daría completamente igual, yo al menos sé que mi hermano me lloraría, porque aunque "me ignore", le importo. -Ellen empezó a reírse -¡Por dios! ¡Hasta Ícaro te abandonó! Y solo te buscó cuando te necesitó.

Elijah se movió a una velocidad asombrosa y agarró a Ellen por el cuello, ella sonrió.

-Soy más mayor que tú, niñato. -le espetó antes de soltarse de su agarre y tirarlo al suelo.  Le puso el pie sobre el cuello y apretó.

-Puedes ser uno de los mejores guerreros, puedes tener experiencia y todo lo que tú quieras...pero yo estaba antes, yo he hecho lo que tú por lo menos tres veces. -y dicho esto se apartó y se fue, dejando a Elijah solo y mirándola mal.

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-Laia. -su voz fue apenas un murmullo, pero al instante de oírlo Laia sintió que un cosquilleo la recorría de arriba a abajo.

Hacía tanto que no escuchaba la voz de Rixon.

Se debatió entre girarse y enfrentarlo, y seguir caminando, hacer como si no lo hubiese oído.

-Sé que estás enfadada, Lai. -su aliento haciéndole cosquillas en la oreja, se había acercado a ella más rápido de lo que cabría esperar, ya no podía hacer como si no lo hubiese oído. 

-Estoy decepcionada, hace tiempo que dejé de estar enfadada. -contestó sin darse la vuelta y respirando profundamente.

-No quería decepcionarte. -sonaba sincero, Laia no quería creerlo o tal vez sí, ya no sabía ni que quería.

¿Debería hacer como si no hubiese pasado nada? ¿Cómo si no le hubiese mentido? Al fin y al cabo era su mejor amigo, había estado siempre ahí para ella...

-Necesito tiempo. -acabó diciendo ella y era verdad, necesitaba pensar, estar un tiempo alejada de Rixon, por mucho que le doliese.

-Está bien. -acedió Rixon, su voz sonaba dolida y Laia tuvo que contenerse para no girarse y consolarlo. -Pero antes tengo que enseñarte una cosa.

-¿Enseñarme el qué? -preguntó ella confundida.

-Ya lo verás, el viernes por la tarde, en el bosque. Te iré a buscar a tu casa. -y se fue, algo dentro de Laia se quejó por el alejamiento del cuerpo de Rixon y el de ella.

¿Vampiros? ¿Y qué más? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora