Transformarse.

534 48 6
                                    

-No seré un guerrero, ni mucho menos un rey, pero no soy tonto, todo lo contrario...-dijo Jake sus ojos marrones posados en Edgar, el rey de los vampiros, que lo obervaba desde su trono rojo carmesí.

-Por eso mismo te he llamado, Jake, te conozco desde que naciste, tu padre era mi más fiel guerrero y tu madre fue una gran consejera en tiempos de guerra...sé que has heredado la sabaduría de tu madre. -habló Edgar, su voz raposa y baja, como la de un enfermo terminal.

-¿Sabiduría? Permítame decirle, señor, que debe de ser la única persona que piense eso de mí. -se burló Jake con una sonrisa de lado.

-Eres sabio y astuto. Te codeas con la gente importante, haces amigos en las eferas más altas, tus negocios no se limitan a los que te dejaron tus padres y si bien, no todos los negocios que has iniciado son enteramente legales, han tenido éxito. Sabes cuando hay que actuar y cuando hay que dejar que las cosas pasen por sí solas. -Jake alzó una ceja, sorprendido, pero no por ello menos satisfecho por los elogios que le estaba soltando el madamás de los vampiros.

-¿Qué quiere de mí, señor? -preguntó Jake, teniendo claro que toda aquella palabrería traía consigo una petición o mejor dicho una ordenanza.

-Sé que mantienes negocios con el rey de los vampiros europeos y que además mantienes extrechos lazos con ellos...

-Señor, no sé si usted lo sabe, pero hace...siglos que mi relación con ellos se ha visto algo...resentida, por no decir otra cosa. -dijo Jake con diversión.

-Ah sí, recuerdo perfectamente cuando dejaste a la hija mayor de Aron Miracles plantada en el altar. Creo que fue un momento que pasó a la historia de los vampiros...siempre me pregunté por qué no te casate con ella, parecíais de lo más felices....

-No he nacido para estar toda mi vida con una sola persona, señor. -contestó Jake con una sonrisa de lo más falsa, Edgar intuía que Jake le escondía algo y que en realidad no estaba tan conforme con lo que había pasado como pretendía dar a entender.

-Aún así, has seguido manteniendo negocios con ellos y sé que si te mando a negociar, conseguirás convencerlos, tan bien como convences a todo el mundo para que caiga en tus juegos perversos. 

-¿Negociar el qué? -preguntó Jake curioso, cada vez más interesado.

-Una boda.

.-.-.-.-.-.,-.-.-.-.-.-.,-.-.-.-.-.-

-¡Se lo ha enseñado! ¡Ese maldito se transformó delante de ella! -chilló furiosa Elena mientras tiraba un peine contra la pared.

-¿Quieres relajarte? ¿A ti que más te da lo que haga Rixon? -preguntó Eric con aburrimiento, tumbado en la cama de la chica y ojeando con desgana una de las revistas de ella.

-¡Me importa y mucho! ¿No lo entiendes o qué? -le preguntó cabreada, intentando no descontrolarse del todo y seguir en su forma de humana.

-¿Entender el qué, Lena? -Eric dejó la revista en la mesilla y la miró con atención.

-Rixon es el próximo Alfa, supera a todos, incluso a mí...-a Eric le sorprendió enormemente que Lena reconociera que alguien era mejor que ella. -Él es el más fuerte y lo quiero como pareja.

-¿Qué? -Eric se incorporó con rapidez de la cama y se levantó. -¿Cómo que lo quieres como pareja?

-Lo que has oído, el día de la elección, lo elegiré a él como mi compañero. -de repente la furia había desaparecido, una suave sonrisa se deslizó en sus labios.

-Él va a negarse. -le aseguró Eric con el ceño fruncido. -Se negará y te echarán de la manada. 

-No me echarán porque lo convenceré de que es lo mejor...

-¿Qué más da que sea lo mejor? -preguntó Eric, repentinamente furioso y sorprendiendo a Lena. -¿No te das cuenta? Él está enamorado de la Dhampiro, de Laia. La ama y le da igual si no es lo mejor, porque cuando uno se enamora, cuando se enamora de verdad todo deja de importale. La prioridad máxima es esa persona que te hace sentir tan bien y a la vez tan mal, y sin importar cuantas veces lo lastime, él seguirá para ella, aunque ella quiera a otro...

-¿Sigues hablando de Rixon o ahora hablas de tí mismo? -preguntó Lena con frialdad y sin mirarlo.

Eric se acercó a ella y levantó su rostro para que lo mirase.

-No lo amas, posiblemente te atrae, pero no lo amas o al menos no como me amas a mí.

-Já, ¿yo? ¿amarte? -se burló ella.

-Intenta engañarte todo lo que quieras. -gruñó él acercando sus rostros cada vez más- Pero no olvides que el que te hace gemir como una perra por las noches soy yo y no él. -soltó su rostro con brusquedad.

-Idiota. -siseó ella con desprecio.

-Puede que sea un idiota, pero yo, al contrario que tú, no me llevaré un porrazo cuando la realidad me golpee. Piensas que todo es blanco o negro, que puedes controlarlo todo, pero no puedes controlar absolutamente nada...Por cierto, fui yo quien le dio a Rixon la idea de transormarse delante de ella.  -recogió su chaqueta del suelo y salió de la habitación dando un fuerte portazo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-Debiste de pasarlo fatal la primera vez que te transformaste. -dijo Laia con el ceño fruncido, su cabeza reposaba con tranquilidad sobre los abdominales de Rixon.

-Fue horrible. -afirmó Rixon. -Pero te acostumbras con el tiempo, hasta que deja de doler. Todo es cuestión de tiempo y práctica.

Laia hizo un sonido afirmativo y se quedó en silencio.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué no hablas? -preguntó Rixon mientras despeinaba su pelo con cariño.

-Yo...es que hay una cosa que no sé si contarte...-dudó Laia.

-Puedes contarme lo que sea, Lai. -Laia cerró los ojos, disfrutando del suave ronroneó de la voz de Rixon.

-Creo que me gustan dos chicos. -confesó Laia, haciendo que la mano de Rixon parase su labor al instante.

-¿Qué? -preguntó Rixon con sorpresa -¿Dos? -su voz sonó ahogada, la idea de que Laia se fijara en otro chico ya era mala, pero que se fijara en dos...era mucho peor.

-Me gustan dos chicos. -repitió Laia más segura.

-¿Quiénes? -preguntó Rixon con un nudo en la garganta.

-No te lo diré, al menos no aún. 

¿Vampiros? ¿Y qué más? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora