«¿Siempre hay un roto para un descocido?»
Una mañana Tezuka Misaki recibe la visita inesperada de Norizaka Seiichirou, un viejo amigo de su padre, que le pide un favor muy especial: cuidar de su hijo mientras el viaja por trabajo a otra ciudad.
Misa...
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El abdomen de Misaki se contraía de los nervios mientras más se acercaba al rostro de Shin. Cuando al fin se juntaron sus labios Misaki sintió un escalofrío en todo el cuerpo. Solo fueron unos pocos segundos y se apartó.
El castaño había cerrado los ojos cuando se estaba acercando y los abrió cuando ya se había alejado. Esperaba ver el rostro tranquilo y dormido de Shin, pero se encontró con la mirada desconcertada y confundida del chico, que terminó convirtiéndose en enojo.
─ ¿QUÉ ACABAS DE HACER? ─Gritó Shin, levantándose de la silla. Su cara se veía muy roja.
Misaki no sabía que decir, las palabras no le salían. Nunca esperó que en el último momento se despertaría. Con torpeza, también se levantó, aun sin decir nada, solo balbuceando cosas sin sentido. Shin lo empezó a empujar hacia la puerta para sacarlo.
─ Espera, ¡Shin!─ fue lo único que Misaki logró decirle al chico antes de que le cerrara la puerta en la cara.
─ ¡No te quiero ver! ─Le terminó vociferando. Después de eso, se escucharon algunos quejidos, golpes y cosas que se caían, al final, silencio.
Misaki quería habar con Shin, pero estaba muy arrepentido por lo que había pasado. Lo mejor era dejarlo solo y eso hizo. Ojalá hubiera podido dormir esa noche, pero no pudo cerrar los ojos en ningún momento.
Eran más de las tres de la mañana. Shin salió con cuidado y en silencio de su habitación. Todo el departamento estaba oscuro, excepto por el resplandor que salía de la primera puerta del pasillo. Misaki seguía despierto.
Con mucho cuidado y tratando de no hacer ruido, pasó por el pasillo y se dirigió a la puerta de entrada en silencio total, saliendo y cerrando lo más rápido y silencioso que podía.
El cambio de estación se notaba ya en la calle a esa hora. El viento frio se sentía bastante, otoño estaba comenzando.
Shin estaba decidido a irse a la casa de Katsura sin importarle que. ¿Imprudente? ¿Exagerado? ¿Por un beso? No era solo por el beso, aunque era la principal razón; Shin estaba confundido y ansioso. Esa acción de Misaki lo había dejado descolocado. No se sintió tan mal como cuando Naoki lo besó hace unas semanas, pero tampoco estaba feliz. No sabía cómo explicarlo.
La calle estaba desierta, oscura y fría, pero Shin no se detuvo. Todo el camino estuvo pensando en lo que había pasado. ¿Por qué Misaki había hecho eso? ¿Acaso él había hecho algo para incitarlo? ¿Le gustaba?
Su mente estaba completamente confusa. Para Shin, cuando una persona besa a otra, es para demostrarle su afecto, su cariño, su amor, y por extraño que le pareciera, no le asqueo. Tal vez si lo hubiera hecho cuando recién se conocían, sí lo hubiera repudiado, pero justo en ese momento de su convivencia no lo tomaba así. ¿Le empezó a gustar su casero? ¿Le atraía? ¿Por qué no sentía asco si fue un hombre quien lo beso?
