«¿Siempre hay un roto para un descocido?»
Una mañana Tezuka Misaki recibe la visita inesperada de Norizaka Seiichirou, un viejo amigo de su padre, que le pide un favor muy especial: cuidar de su hijo mientras el viaja por trabajo a otra ciudad.
Misa...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
─Estas emocionado, ¿cierto? ─Le dijo Misaki a Shin, viendo cómo se quitaba el cinturón de seguridad del auto.
─Si... Pero más que nada, estoy nervioso.
Estaban en un estacionamiento afuera del aeropuerto de la ciudad, en unos pocos minutos el señor Norizaka llegaría a la ciudad y ellos habían ido a recibirlo. A Shin se le estrujaba un poco el estómago de pensar en ver a su papá luego de casi un año separados.
─Todo saldrá bien, ya lo veras. ─Misaki le apretó la mano para animarlo. Shin sonrió, aunque la ansiedad se veía en sus ojos.
Salieron del auto, cuidando que no se acercara ningún otro auto, para ir hacia la entrada y encontrarse con el padre de Shin. Hace un par de horas le había mandado un mensaje donde le decía todos los detalles de su viaje, así que se dirigieron hacia la salida que les habían indicado, solo quedaba esperar. Las pantallas que estaban en la parte superior decían que el vuelo que les interesaba ya había llegado desde hace unos minutos.
Paso cerca de media hora hasta que la gran puerta de vidrio polarizado se abrió dejando salir a todos los pasajeros de aquel avión. Shin estaba tratando de ver un poco más arriba de las personas que caminaban de un lado a otro para encontrar a su padre.
─¡Ya lo vi! ─Le gritó Misaki mirando hacia uno de los lados de la puerta. Shin volteó inmediatamente y, sin pensarlo, se fue corriendo hacia donde había dicho Misaki, este último se fue caminando más lento.
Seiichirou estaba en medio sentado en una de las bancas del aeropuerto que estaba junto a la puerta que acababa de pasar, buscando en la mochila pequeña que estaba encima de su maleta, su celular.
Esa noche estaba haciendo un poco de frio, así que el señor Norizaka llevaba puesto un gran abrigo azul marino que le cubría las manos casi por completo. La puerta estaba dejando entrar un poco, por lo que el cabello también se le estaba desacomodando el cabello, se lo había dejado un poco mas largo que como lo recordaba su hijo.
─¡Papá! ─Le llamó Shin mientras se acercaba corriendo hasta su padre.
El hombre se levantó del asiento en cuanto reconoció la voz y buscó rápidamente a su hijo entre toda la gente que había. Finalmente, Shin se lanzó contra su papá en un salto, colgándose de su cuello para después aferrarse completamente a su cuerpo.
─Estaba por llamarte. ─Le dijo a su hijo.
─Llegamos hace un rato. ─Shin no planeaba soltar pronto a su papá, este le devolvió el abrazó y se dio cuenta de que, unos pasos más atrás, estaba Misaki, viéndolos.
Cuando Shin se separó, su papá le acaricio la cabeza.
─Hola, Misaki. ─Le saludó Seiichirou. Misaki se acercó para darle un corto abrazo y saludarlo con la mano. El corazón le latía muy rápido y fuerte por los nervios.
