Las noticias volaban con la fugacidad hilarante de un fénix salvaje entre las damiselas y caballeros de la aristocracia. Era un tema palpitante y sorprendente, casi ingenuo para los oídos jóvenes, ya que se observaba como la reputación de una niña descartada por la sociedad se elevaba con una velocidad incomprensible. Decían que el toque de Sharon Del Fatsia era la causa que le había dado valor, otros decían que no se le debía quitar el crédito a Deva Alía Clermont por mejorar su imagen; por otra parte, la envidia y la falsa cortesía afloraba tras la pequeña espalda de Deva, como hienas que esperaban por encontrar una debilidad, por que cometa un error, o simplemente, quitarle la confianza que se había acumulado en el ambiente para acercarse a la señorita Sharon, y conseguir un estatus cómodo y selecto. Veían en ella una fácil entrada, un buen títere que los llevaría a conocer al duque y duquesa Del Fatsia de manera natural, por lo tanto, un comienzo seguro para preparar su futuro, cuando llegarían a la mayoría de edad y sean presentados ante la sociedad abiertamente. Variaban las edades desde los once hasta los catorce años, por lo que era una obviedad que su objetivo era expandir sus relaciones antes de los quince, en su mayoría de edad. Pero lo cierto es que había casos tardíos de mayorías de edad atrasados, por uno o dos, o más años, que solo la respectiva familia guardaba las razones, aunque era poco frecuente y en estos casos los jóvenes por la vergüenza de su tardía conmemoración, no se atrevían a enviarle una invitación a Deva y sumar posibilidades. En todo caso, no faltaban las invitaciones, se habían acumulado perseverantemente.
—¿Has escuchado?, la hija mayor del conde Clermont ha sido recibida en la casa del Vizconde Muriat, y dicen que la hija de doce años, Emily, le regaló chocolates importados de Sumidia, ¿puedes creerlo?, son los más caros del mercado —una sirvienta de una casa vecina del Vizconde cotilleaba con su amiga de la capital al borde de la fuente principal.
—No lo creo, esa niña con sobrepeso jamás ha compartido sus chocolates a nadie más, así de egoísta y golosa siempre fue, ¿Cómo logro disuadirla?, no creo que haya sido por su propia iniciativa.
—Me dijeron que no fue nada de eso, Emily se los dio con gusto, sin haberse jamás insinuado nada... dicen que la miró con sus ojos amatistas tan profundamente, que cautivo su corazón.
—Que tontería...
La hija del Vizconde Muriat estaba rehacía de conocer a la hija Clermont, todo había sido un plan de su padre, para levantar su reputación, una tan apaliada por las miradas de los demás, llamándola cerdo, y por su egoísmo infantil al cerrarse a los demás. Deva había decidido aceptar su primera invitación, una un poco extraña a los ojos externos, pero ella bien sabia, luego de investigar a la familia Muriat, que eran unos excelentes importadores de bebidas alcohólica y de excelsos dulces tan caros como los chocolates. Se podría decir que dominaban ese rubro y la nobleza era su principal consumidor, por lo que esto le daría a Deva información sobre la economía actual y los intereses de la aristocracia, tanto como una amistad con su hija para estrechar las relaciones con el exterior y la influencia de un increíble comerciante como el Vizconde Evans Brial Muriat. Se les había dado la espalda por el poco decoro de su hija mayor, y mucho no podría influenciar sus otros dos hijos por debajo de los seis años, por lo que el Vizconde no podía pasar esta oportunidad, solo que los nervios que le causaba Emily por su tonto comportamiento lo dejaban con mínimas esperanzas. Y, sin embargo, en cuanto conoció a la rumoreada incapaz y vulgar Deva, se deshicieron todas las incomodidades. Su hija dio una pésima primera impresión, pero como magia la invitada había doblado la situación como una media en cuanto apartó por minutos la vista. La tenia colgando de su elegante falda, suplicando como un cachorro a su ama. Deva concia bien la obsesión por el chocolate de Emily, por lo que le sugirió una simple receta, pero que jamás, hasta ese momento, se había inventado. La leche chocolatada. Fue tanta la fascinación de Emily al probar tal delicia que sus ojos brillaron como bolas de cristal, y la puso en un instante sobre un pedestal, proclamándola sin gramos de dudas, en su primera y gran maestra del chocolate, en otras palabras, una amiga valiosa.
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LA SOMBRA DEL DESTINO
Fantasy"Reencarne en la hermana mayor de la protagonista para servir en la trama de una novela como un extra villano que muere horriblemente y le deja un pasado traumático. ¡¡¿Ósea que solo existo como anécdota del prologo?!!" Ella está destinada a morir...