"Ella no puede ser la señorita, es una persona diferente" pensaba Rebecca, la única doncella asignada. Ella había comenzado a trabajar en la mansión Clermond cuando Deva apenas tenía cinco años, y fue la misma Rebecca quien se había ofrecido, al no asignarse nunca una sirvienta a la niña, para ser su doncella personal, pero no fue por un sentimiento de caridad o de honor, sino el pasado que unía a la verdadera madre de Deva con ella, además de un cargo profundo de conciencia. De que otro modo una baronesa de la nada se ofrecería a servir a una niña odiosa y descartada por su propia familia. Rebecca tenía un título nobiliario que la dejaba gozar de ciertos privilegios que un campesino común no podría, pero en el año en que su único hijo murió prematuramente fue cuando decidió este trabajo, abandonando a su marido que ya estaba inmerso en el odio, pero aun sosteniendo su título como símbolo, aunque la pérdida de su niño la atormentaría siempre. Al año se enteró que su marido se volvió a casar y que ya estaba esperando un bebé, y aunque eso fuera como clavarle un puñal, también estaba segura de haber tomado la mejor decisión. Y su vida infeliz, con un hombre tan violento como el barón Carrasco, tomaría un rumbo más tranquilo, aunque solitario. Con apenas veintisiete años ya estaba cuidando de la señorita.
Rebecca había estado observando más atentamente a su señorita desde su desmayo, y viendo como hace varios días se reúne con Jissel en las horas de su siesta. Entonces fue que descubrió el motivo por el que Deva cada vez que se cruzaba con Jissel compartían una mirada y sonrisa como si fueran viejas camaradas. Desde ese suceso ella ya no era la misma. Pero el detalle más importante era que al momento de descubrir a Deva inconsciente, vio algo que nadie más pudo, ya que había desaparecido a los pocos segundos. Era una extraña marca negra en su mano con una figura distorsionada. Entonces no pudo dejar de pensar que tenía una estrecha relación con lo que ahora estaba pasando, y por sobre todo, ¿Quién era esta dulce niña que había ocupado su cuerpo?
En cierto sentido le preocupaba el cambio, pero no podía evitar sentir una sensación de placidez al ver como la señorita era educada, amable y tranquila. Sus días caóticos se habían convertido en un camino de seda y de entretenimiento, ya que la niña hacía, decía y le pedía cosas extrañas. Por lo que muchas veces intentó ser más abierta a ella, dejar de guardar distancia, y de alguna manera llegar a sincerarse y pedir disculpas por el pasado para descargar un peso enorme, a pesar que no sepa sobre ello, y si esta no era la verdadera Deva tampoco tendría mucho sentido, pero no importaba con tal de dejar de reprimir toda la oscuridad de su corazón. Rebecca todo este tiempo, secretamente, quería llegar a tener una relación parecida a una madre con su hija, lo que jamás llego a pasar por el carácter de Deva y su gran resentimiento hacia todo el que se le cruzaba. ¿Esta era una señal, una oportunidad?
—Rebecca... —la Condesa la llama sin mostrar alguna expresión.
Rebecca se detuvo en medio del rojo alfombrado del pasillo, estaba sorprendida. Nunca le había dirigido la palabra, y era muy coherente no querer tener relación con nadie cercano a la niña. Ella bajó la cabeza y se acercó.
—Si Condesa...
La bella mujer agitó un poco sus dorados cabellos y mirando hacia un costado pregunta.
—Esa niña, ¿la has visto haciendo algo raro?
Rebecca levanta un poco la vista.
—¿Co-como mi señora?
—Como lo dije, no me lo haga repetir —sus cejas se fruncen —esa peste está actuando sospechosa, di si has visto algo, o a tratado algo con mi hija. No me mientas —los ojos de la Condesa se clavan en los de Rebecca. Ella baja nuevamente la cabeza.
—No, no he visto nada mi señora, lo juro.
Priscilla se queda en silencio mirándola, y su sombra parece comerse el cuerpo inclinado de Rebecca mientras la presión de su pecho se vuelve casi insostenible. Le estaba mintiendo al apellido Clermond, y si se llegara a saber que no le estaba siendo fiel, tendría consecuencias nada agradables. Pero Rebecca ya se había arrepentido de su cobardía en el pasado, y no cometería el mismo error dos veces.
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LA SOMBRA DEL DESTINO
Fantasy"Reencarne en la hermana mayor de la protagonista para servir en la trama de una novela como un extra villano que muere horriblemente y le deja un pasado traumático. ¡¡¿Ósea que solo existo como anécdota del prologo?!!" Ella está destinada a morir...