Capítulo 39 🖤

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La calma precedía al caos, y de ello estaba segura Madame Rosette. Ella contenía la respiración que consideraba agitada desde hace varias horas. Necesitaba recuperar el aliento, por lo que se había ocultado detrás de un alto cumulo de raíces de árbol. Toda la persecución la había traído hacia el bosque Castro, apodado de ese modo por la especie de árbol que solo nacían en este bosque. Son arboles gigantes, que llegaban a medir hasta ciento diez metros de altura, y por ello mismo necesitaban que sus raíces sostengan tanto peso, por lo que crecían hasta por arriba de la tierra, creando grandes bultos que hacían del camino una fastidiosa irregularidad. Había un mal presagio en este bosque, y decían que él que entrara allí, no tendría forma de volver, y que las mismas raíces cobraban vida de noche, comiéndose a los humanos que dormían en ellas, absorbiendo hasta la última gota de su sangre. De esto estaba al tanto Rosette, y sabía muy bien que solo eran supersticiones, pero algo de ello debía ser cierto, y estaba descubriendo el verdadero motivo detrás de los cuerpos vaciados. Una de las pistas era la bruja que la estaba queriendo cazar desde hace semanas, concluyendo en que, en vez de huir, debía llegar a conocer a su enemigo, y donde la había llevado era a este bosque por el lado sur de las afueras del Reino, muy cerca del Reino vecino, Melkutén, un territorio gobernado por otro Rey, que tenía un tratado de paz con Versobia.

La edad de Rosette le impedía perder de vista a la asechadora, y sus poderes ya no tenían la misma intensidad, por lo que debía desorientar a su contrincante claramente más joven y saber qué es lo que realmente pretendía.

—¿Dónde te encuentras mi querida presa? —la voz de una mujer se escuchaba a pocos metros de distancia. Su tono era atrevido y con malas intenciones —Dejemos de alargar esta casería, ¿por qué no te dejas ver?, además, si has venido hasta aquí por tu propia iniciativa deberías tener curiosidad.

Rosette en silencio sostenía un hechizo en papel que había preparado de ante mano, con él invocaría un cirulo de traslado, que la enviaría a varios kilómetros de distancia. Con ello metido en su bolsillo delantero decidió salir de su escondite y ver por primera vez a la amenaza.

—Joo!, por fin vieja bruja —esboza una sonrisa inquietante. Y con ello le bastó para reconocer a la bruja delante de ella.

—No puede ser... ¿Cecilia?

Rosette conocía a esta mujer de cabello verde oscuro, pero se suponía que tendría que rondar su edad, no aparentar tener alrededor de treinta. Era como si su reloj de tiempo se hubiera detenido y no le podía dar una explicación coherente, ya que ella no era una bruja del Caos, sino una Bruja herbal, un ser capaz de controlar y dar poder a todo aquello que naturalmente nazca en la tierra. Hace años que no la veía, hasta el punto de no reconocer su voz y pensaba que habría muerto. Pero ahora la veía parada con una extravagante vestimenta y una enorme capa que caía por su espalda. 

—¿No se suponía que las brujas herbales abogan por el bien común? —Rosette comentaba con mucha ironía.

—Ni tú te lo crees —Cecilia expresaba diversión —solo los estúpidos cuentos para niños podrían encasillar nuestra naturaleza con nuestros poderes. Hay una regla general, puede ser...pero supongo que conmigo falló —una estridente carcajada invadía de molestia a Rosette.

—Siempre pensé que eras un poco chiflada, pero esto... es bastante desagradable lo que haces con los cuerpos. Aunque no entiendo cómo no has envejecido.

—Chiflada, como me ha dolido tu insulto —sostenía su sonrisa — pero te equivocas si piensas que yo tomo la sangre de esos cuerpos. Bien sabes que no soy una bruja del Caos. Solo ayudo a quien más lo necesita. No lo digas, ya lo sé, soy tan considerada.

LA SOMBRA DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora