Cuando estas boca arriba como si estuvieras flotando en el aire, mientras observas con nostalgia a una luna tan maravillosamente azul, es cuando te detienes a pensar si lo que vives es la realidad. Tal vez, no lo es. Si no sientes nada más que tus pensamientos, es probable que todo sea un sueño, un invento que tuviera que llegar a su fin y que cuando cierre los ojos escucharé los ruidos de los autos desde el balcón de mi departamento, o los simples pájaros que paraban a comer pan en mi ventana, hasta las voces melancólicas de mis pacientes pidiendo otra cita para la próxima semana. Sera como siempre, una vida sencilla con pequeños guiños de felicidad que le darán sentido a la monotonía. Así debe ser, nada fuera de lo normal, nada diferente ni mágico, y ya casi siento que lo escucho, la voz de ese niño diciéndome gracias al salvarlo de su padre. Si, lo veo, solo falta abrir los ojos y hacerlo definitivo.
—¡¡DEVAA!!
"Ese no es mi nombre, es..."
—¡¡DESPIERTA!!
"¿Qué despierte?, aún no ha sonado la alarma para ir al trabajo"
—Ese Emisario es malditamente rápido, tendré que usar mis creaciones —la voz de un anciano susurra muy cerca de mí y parece dar un pequeño salto.
—¿Qué?... —abro mis ojos con dificultad al sentir un golpe en mi cabeza y cuando me termino de despertar me doy cuenta que me había golpeado en la espalda de este viejo hombre que me llevaba como bolsa de papas —Debo...
Presentía que mis sentidos estaban regresando lentamente y mis divagaciones se habían disipado en el acto. Ya no podría negar más la vida que llevaba, esta era mi realidad ahora, aunque por un momento todo se me había vuelto difuso.
La sangre que me había provocado en el labio se había secado, pero sentía por mi brazo derecho aun la sensación de una herida fresca, de la que sin dificultad podría aprovechar. Me asombré al ver correr al Emisario por detrás, aunque aún muy lejos, y ya no quería causar más problemas como recuerdo que él había predicho en mí, así que me quede en silencio formando otra aguja bien afilada para clavársela al alquimista en la espalda y me suelte en el proceso. Me centré en ese sentimiento, en esas células dentro de mi sangre que tenía un alma, tenía cuerpo y con asombro noto la rapidez con la que lo había logrado, tomándola con mi mano derecha que antes no tenía fuerzas y clavándosela con odio muy cerca de su columna lumbar.
—¡GAAAA! —El alquimista grita de dolor y cae de rodillas, haciéndome caer hacia un lado —¡pequeña bruja!
Me esfuerzo en retomar la movilidad de mi cuerpo y con las piernas y la ayuda de mis manos me alejo de él, arrastrándome en el pasto. Se para mientras se quita adolorido la aguja en su espalda, y me mira con una sonrisa.
—Ya es tarde niña, estas sobre mi circulo de alquimia.
Miro hacia abajo y noto debajo de mi un gran circulo marcado en tinta sobre la tierra, justo en el medio de un llano escondido dentro del bosque. En esta parte del terreno no había árbol ni arbusto que tapara la luna sobre nosotros.
—Nadie lo ha notado en las expediciones, porque yo soy el único que lo puede activar —responde al mirar mi rostro lleno de dudas —los dos ya estamos dentro del circulo —él junta sus manos y activa alrededor del circulo una luz verde que emerge una clase de campo magnético —aunque tu amigo venga por ti, no podrá entrar aquí, y tampoco sus moletas balas.
Miro hacia atrás al escuchar las pisadas en la tierra que llegan hasta nosotros y me percato de los ojos centrados de Abel, con su arma apuntando al viejo alquimista.
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LA SOMBRA DEL DESTINO
Fantasy"Reencarne en la hermana mayor de la protagonista para servir en la trama de una novela como un extra villano que muere horriblemente y le deja un pasado traumático. ¡¡¿Ósea que solo existo como anécdota del prologo?!!" Ella está destinada a morir...