—¿Por qué no regresa Madame Rosette?... —los puños de Rebecca se posaban con fuerza en el escritorio del despacho de la bruja oscura.
Seguía en el mismo estado que antes. En el aire se sentía un fuerte abandono y una dejadez solitaria. La bruja no había vuelto desde la vez que habían descubierto con su señorita, la carta. Esa misma carta que le habían develado muchos secretos, y una despedida que rosaba la muerte.
Rebecca se sentía aprisionada por los nervios, ya que a sus oídos había llegado la noticia de su desaparición. Sabía que ella la había despedido para protegerla y, aun así, le causaba una gran culpa. Prefería estar siempre al borde de morir que no saber nada de la señorita Deva. Se había prometido estar a su lado en las malas y en las buenas, pero justo en el peor momento de todos ella estaba sola. Lo único que se le ocurrió en su desaparición, es correr hasta la guarida de Rosette para pedir su ayuda, con la esperanza de que haya vuelto. Pero no fue así, provocándole un dolor en el pecho ligado a la perdida. "¿Y si mi señorita también muere?, yo no quiero eso, no quiero" repetía en su mente, sosteniendo las lágrimas. Entonces un par de golpes suena detrás de su espalda. Alguien estaba llamando a la puerta, a pesar de que estaba abierta. Se dio la vuelta pensando que tal vez sea la bruja, pero no era ella, y de igual manera no fue menos sorprendente.
—Usted es...
—Oh, señorita, que gusto volver a verla —los ojos azules del hombre de alta postura se agrandaron por la agradable sorpresa, pero al segundo se fruncieron pensando que la doncella estaba sufriendo en la oscuridad de este despacho.
El hombre vestía un traje liso de un verde oscuro, con un chaleco de hermosas figuras, y una distinguible galera sobre la cima de sus negros cabellos. Tenía una edad muy próxima a la de Rebecca, tal vez un par de años mayor. Recordaban perfectamente su primer encuentro, ya que este hombre la había ayudado aquel día a cargar a Deva que yacía inconsciente, hacia a un servicio de carruajes para volver a la mansión. Rebecca en ese momento había sentido cierto interés, pero todos sus sentidos en ese momento se habían centrado en el bienestar de su señorita. Y ahora, en un momento tan trágico como este, se lo volvía a encontrar, pero este sitio no era común, sino el de una bruja oscura. ¿Por qué motivo vendría a encontrarse con una bruja?, ella sabía que era un aclamado mago de Versobia, pero suponía que todos sus actos eran trucos.
—Lo siento, pero Madame Rosette no ha regresado. Lamentablemente —dice Rebecca ignorando las amistosas palabras del hombre.
—Entiendo —él baja su cabeza tomando con sus dedos la galera y se acerca lentamente a Rebecca —no es algo que me preocupe, ya tengo bastantes medicamentos que la última vez me a dado, pero veo que a usted si le preocupa, y mucho. No quiere hablar de ello...
Rebecca levanta la mirada y se centra en los ojos del hombre que la miran con una honesta petición.
—¿Por favor?, y tal vez, en un lugar menos deprimente —sonríe con astucia —mi nombre es- -
—Denis, lo sé —concluye Rebecca con fatiga.
—Así es. Que agradable que sepa mi nombre, pero me temo que no sé el suyo.
—Yo...Rebecca.
—Rebecca, ¿Por qué no me acompaña un tiempo y me cuenta lo que le preocupa?, puedo ser de ayuda, al menos, eso espero ser —el mago le extiende la mano, y ella sin entenderlo, pero puede que, por su amable gesto, acepta seguirlo.
***********************
***********
****
ESTÁS LEYENDO
LA SOMBRA DEL DESTINO
Fantasy"Reencarne en la hermana mayor de la protagonista para servir en la trama de una novela como un extra villano que muere horriblemente y le deja un pasado traumático. ¡¡¿Ósea que solo existo como anécdota del prologo?!!" Ella está destinada a morir...