Capítulo 51 🖤

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Las formalidades y las preparaciones para regresar al reino habían terminado bastante antes de lo esperado, por lo que la caravana del segundo príncipe Eliot Versobia estaba en marcha. Tenían el suficiente abastecimiento, y los lesionados habían recuperado su salud. La prosperidad había vuelto en el Reino Melkutén, ya que las maniobras establecidas de Versobia fueron de lo más pulidas y pacificas posibles. Había gente que se rehusaba a bajar la cabeza al reino de Versobia, como su nuevo territorio y expansión, pero la gran mayoría solo podía verlos con buenos ojos, ya que el anterior reinado había sido despiadado y desinteresado con el pueblo, prefiriendo lo ostentoso antes que el bienestar de su nación.

Algo no menos importante era la cara que aportaba el segundo príncipe como si fuera una portada de representación de Versobia. Se habían fascinado por su impecable y apuesta apariencia, además de sus características tan rumoreadas como sus cabellos de rojo intenso y mirada del mismo color profundo. La población de la ex Melkutén había pensado que su apariencia seria áspera, un hombre barbudo y enorme por los dichos suyos en la guerra, que lo relataban como algo abrazador hasta el punto de arrasar con varios hombres a la vez, pero en cambio, aunque no fuera menos varonil, aun así, transmitía la belleza de una escultura perfecta.

Ante la mirada de cientos de personas el príncipe no titubeaba y transmitía eminencia mientras que montado a su caballo guiaba a la fila de soldados que estaban cruzando la capital para salir de este territorio y volver a Versobia. El general que se mantuvo más cerca de él en estos años, lo seguía a su derecha, y entre todos los gritos de despedida le había dirigido unas divertidas palabras.

—Su excelencia, ¿no bajara la vista para ver como lo aman?

Eliot hizo una pequeña pausa y sin mirarle a la cara responde sin ninguna expresión.

—No podría, no por ahora. Luego de derramar tanta sangre no siento que sea motivo de festejo. Hasta que no les demos buenos resultados como los nuevos gobernantes, no podría cantar victoria.

Los parpados del general bajaban con entendimiento, y pensaba que la madurez y sensatez que Eliot había reunido todo este tiempo lo habían convertido en un hombre honrado y de principios.

—Pero, perdone mi imprudencia, lo he visto muy pensativo últimamente, ¿acaso tiene algo en mente en cuanto lleguemos a la capital?

—... Tengo muchas cosas en mente —Eliot se gira y dice en una ligera sonrisa —pero hay una que no podrá esperar.

El general ve como los labios del príncipe se cierran y se endereza hacia adelante. La conversación no iría más lejos que esto, y por lo que se podía apreciar, el camino de regreso sería lo suficientemente tranquilo para no tener problemas en llegar con anterioridad. 

Por otro lado, en el reino de Versobia, su hermano mayor el príncipe heredero Franz, estaba finalizando todos los preparativos para la llegada de los caballeros. Toda la gente también estaba al tanto, y por ello personas de todo tipo de clase y edad habían hecho su parte del festejo y la buena recibida de los héroes, tales como el tan aclamado príncipe Eliot. Hacían confeti, carteles, grandes telas pintadas y escritas con palabras de aliento, además de realizarse un camino señalizado para que transiten.

La gran sensación se sentía en las calles y no había casa que no estuviera pendiente de ello, por eso mismo, la Reina Marisela sentía cierto desagrado. Que la atención estuviera concentrada en el segundo príncipe le era agobiante y no podía parar de hablar pestes de Eliot a su hijo Franz, mientras que él trabajaba por mantener el orden y la organización que llevaría cabo por este mismo sujeto. Los parpados de Franz no reaccionaban a las palabras de su madre, ni intentaba tener algún argumento como respuesta, solo asentía y omitía pocas palabras de aceptación.

LA SOMBRA DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora