ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 13

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Capítulo 13

—Los faroles son gigantes y hay grandes edificios, las calles son adoquinadas como las de aquí y las personas viajan sumidas en sus propios relojes y tiempos. Muchos caminan a paso apresurado para llegar a sus trabajos y que les rinda el día.

El repiqueteo de las bandejas sirve de melodía a mi explicación sobre Londres. Joshlio me mira embelesado mientras Suliet me observa escéptica, deja su jugo en la mesa y apoya la barbilla sobre una de sus manos. Lleva todo el rato con esa actitud.

—Pues eso debe ser muy aburrido, ¿no?

—¿Qué cosa?

—Que las personas siempre luchen contra el tiempo —aclara, hace una fingida mueca triste— ¿Y si yo me quiero quedar a mirar las flores, o la forma de las nubes? ¿Y si me siento por horas en un banco o a jugar con un perro? ¿Eso es perder el tiempo? Que aburrido eso de ser grandes y dejar de ver las cosas lindas.

Me quedo perpleja ante su forma de expresarse. Claire me mira con asombro.

—Cuando eres mayor tienes otras responsabilidades —explico—. El hombre siempre lleva una guerra contra el tiempo. Unos para que acelere, otros por querer que frene, otros para que les presten, y algunos para que nunca se les acabe. Cada cual aprovecha el tiempo a su manera.

La pequeña no parece muy convencida, entonces Claire decide intervenir:

—Lo culpamos a él de muchas cosas. Cuando ya no vemos las flores, o la forma de las nubes, cuando no pisamos más nuestro banco favorito o jugamos con el perro del vecino y dejamos de hacer lo que en verdad nos hace felices, le culpamos sólo por que es más fácil para el hombre justificarse con eso, a admitir que no lo hizo porque no quiso.

La niña nos observa atenta y ¿En qué momento llegamos a una charla sobre el tiempo con una niña de cinco años?

—Siempre hay tiempo para apreciar las pequeñas cosas—le digo a modo de consuelo.

La pequeña asiente, también se encoje de hombros.

—Pero igual pienso que ser grande es aburrido.

—En algún momento todos crecemos, es inevitable.

—¿Y no podemos ser adultos con alma de niños? —pregunta Joshlio.

Sonrío ante su pregunta. Me acerco y revuelvo parte de su cabello que termina en todas direcciones.

—Esa es la esperanza que tenemos todos.

Se instala una calma en el ambiente. Claire ayuda a Suliet cuando comienza a ensuciar la mesa con restos de comida y recoge las bandejas cuando terminamos.

—¿Nadie se comerá eso? —pregunto. Señalo una bandeja que quedó en la mesa.

La mira para luego suspirar.

—La dejaré por si alguien la quiere.

Termina de recoger las cosas y se va a la cocina. No pasa mucho tiempo cuando siento que unas manos, pequeñas y frías, se envuelven en mi cintura. Al girar veo a mi hermana enganchada a mí, bajo un poco para que deposite un beso en mi mejilla. Amo sus saludos. Con cuidado la cargo y siento sobre mi regazo.

—¿Dónde andabas?

—Con Sami.

Frunzo las cejas.

—¿Sami?

—¡Holi chicos!

Me quedo confusa al escuchar la voz femenina, pero todo se aclara cuando veo a Samantha llegar a donde estamos.

Crayones para un ángel ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora