Capítulo 2
El eco de un sonido vibra en mi cabeza, se aloja al fondo y hace imposible que continúe mi sueño, o el poco que tengo, puesto que no pude pegar ojo hasta altas horas de la madrugada. Alguien mueve mi hombro con desesperación. Abro los ojos poco a poco, tratando de entender qué sucede. Mis pupilas son una mezcla de comezón, ardor y adormecimiento. La luz está encendida, supongo que mi hermana lo hizo. Vuelven a agitar mi hombro y me acomodo en la cama para que entienda que ya desperté. El sonido de antes regresa con más fuerza.
Desplazo los ojos hacia la entrada, de ahí provienen los sonidos.
—¡Abra la puerta! —Me congelo— ¡Joder! ¡Le dije a esta mocosa que no quería problemas!
¿Problemas?
Me quedo quieta por completo, como si respirar fuera a dar indicios de que seguimos acá metidas. Mis sentidos están alertas y el sueño de antes se esfumó. Analizo la habitación en busca de alguna salida.
—¡Maia, abre!
Reconozco la voz, demasiado dulce aunque intente parecer autoritaria. Es Susana, la hermana del hospicio.
No, no, no...
Necesito idear rápido una salida. El clóset es mi única solución: bloquear la puerta. Es una opción temporal, en algún punto se cansarán de esperar y podremos huir. Aquí no hay comida, ni agua limpia, ni salida, escapar de alguna forma por la puerta principal es lo que debemos hacer, aunque ahora sea imposible. Además, no tengo dinero para pasar otra noche en un lugar como este.
Se escuchan pasos acelerados en el pasillo. Como puedo me apresuro, aparto las sábanas y corro hasta el mueble de madera. Caroline comienza a sollozar, le digo bajito que todo saldrá bien, que estamos juntas y eso es lo que importa. Intento con todas mis fuerzas mover aquel bloque de madera, pero soy muy delgada, con una fuerza casi nula contra tanto peso.
La frustración empaña mi rostro a medida que escucho más intentos por parte de Susana y el casero. Quieren entrar. Lo peor es que si no muevo esto rápido, lo van a poder hacer. Inserto un puñetazo en la madera. Mis nudillos arden tanto como mis pulmones cuando la puerta se abre anunciando que he perdido.
Una treintañera se adentra agitada a la habitación. La observo estática mientras corre a abrazar a mi hermana, que está asustada. Seguida de ella aparece el señor que nos hospedó y la señora de la noche anterior con su biblia bajo el brazo.
El hombre repara en mí, mide con ojos milimétricos cada parte de mi anatomía. Tardo dos segundos en interpretar sus miradas lascivas y ojos empañados. Estoy semidesnuda. Corro y tomo una sábana para cubrir mi cuerpo. El vello se me eriza ante la sensación de estar tan expuesta, me siento vulnerable. La señora no para de lanzar miradas de reproche, me esfuerzo en ignorarlo. Toda la atención está puesta en la pelinegra que abraza a mi hermana y la examina como si tuviese algún daño. Una vez que parece complacida, es mi momento de entrar en su radar.
—¡¿Qué te has hecho?! —reclama, enderezándose— ¡¿En qué estabas pensando, Maia?!
Avanza hasta quedarnos frente a frente. Mi labio amenaza con temblar, pero lo muerdo impidiéndolo. El pecho se me comprime bajo la decepción que descansa en su mirada. Mi intención nunca fue decepcionarla, es la única que hizo algo por acercarse a nosotras, y a la única que agradezco el amor que supo darle a Caro. ¿Pero cómo no decepcionar a otros cuando no haces más que fallarte a ti misma?
Toca las puntas de mi cabello. Las examina con minucia y luego voltea en dirección al hombre y le pide con amabilidad que se retire.
—No tengo todo el día para esto. Se apresuran.
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Crayones para un ángel ✓
Teen FictionUna fuga en la madrugada, una figurilla de Hulk, recuerdos, dibujos, un paquete de crayones, son los ingredientes que el destino escogió para cambiarle la vida a Maia. ➻➻➻ Maia es una adolescente de dieciséis años que...