ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 24

500 88 174
                                    

Capítulo 24

Ashton.

—Entonces Suli tomó a Josh y le dio un beso en la mejilla —Bajo la mirada hasta encontrarme unos ojos avellanas acompañados de unas cejas fruncidas—. Y él no le dijo nada.

—¿Y qué pasa? Ambos son amigos, como tú y él. Si te deja también puedes hacerlo, no tiene nada de malo.

Caroline aprieta mi mano con más fuerza de lo usual. Ambos nos encontramos en una acera cerca de la escuela esperando a que Samantha, Claire y Maia regresen de comprar algunas chuches. Mauro, Caroline y yo nos quedamos esperando apoyados a una pared. El ir y venir de las personas junto con la música folklórica me atormenta, pero es normal en días de celebración. Han colgado guirnaldas y más banderillas de Reino Unido de las que usualmente decoran al pueblo. A pesar de que el clima es sumamente inestable, el día tiene buena pinta y todo apunta a que no nos equivocamos en nuestra decisión de venir a la parte baja del pueblo. Débora nos dejó venir sin un adulto, y ese consentimiento fue secundado por Susana.

—Ya. Es verdad, pero igual no me gusta. —reclama.

—Entiendo, me recuerdas a mi época del kínder. Solo que yo era Josh, todas peleaban por mí —volteo la cabeza con brusquedad ante la interrupción de Mauro. Se apoya en la pared, parece tener la mirada perdida—. Además, no tienes de qué preocuparte, Suliet es muy pequeña para mi ídolo Josh.

Caigo en cuenta de cual es su enfoque, es una chica que pasa con un traje folklórico de mangas blancas y saya amplia de un rojo brillante. Parece embelesado. Ruedo los ojos.

—Yo soy un año mayor que ella. —refunfuña la pequeña rubia mientras camina unos pasos hasta tomar una florecilla del suelo.

—Por eso tienes ventaja. —La chica se pierde entre la gente y el moreno parece regresar en si.

Me alboroto el pelo con frustración mientras escucho los inútiles consejos de ligue que Mauro le ofrece a Caroline. No quiero ser culpado por contribuir a la ruptura de la inocencia y amistad de una niña. Mi pierna se comienza a mover con desespero, estoy ansioso porque aparezcan las chicas. No estoy entrenado para lidiar con esto, con amigo idiota.

—Deja de confundirla. —siseo.

—Todos me quieren confundir —reclama. La pequeña le entrega la flor a Mauro—. Hace poco tata Claire y Sami hablaron conmigo —confiesa bajando la voz, lo que nos obliga a Mauro y a mí a inclinarnos a su altura—. Me explicaron qué es besar y todo eso.

—¡¿Te explicaron eso?! —se alarma Mauro— Están locas.

Elevo una ceja recordando que dos minutos atrás él le andaba contando las mejores cosas para impresionar a un niño de siete años.

—Sip. Me dijeron eso. Yo como que no entendí mucho. Pero igual dijeron que mi hermana y Tito Ash lo van a hacer. ¿Eso es cierto? Yo quiero hacer eso de besar, pero creo que soy muy peque.

Mauro se levanta con lentitud y a mí se me esfumó el habla. Por un instante la carcajada del moreno amenaza con darme un dolor de cabeza. No paro de mirar a la niña que trae las manos tras su espalda y ojos curiosos.

—¿Dijeron que Maia y yo nos vamos a besar?

—Y también algo de un aura extraña. No sé.

—Están locas, por eso son mis amigas. Y tú quejándote de mí. —Vuelve a repetir Mauro entre risas.

—¿Y tu hermana estaba? ¿Qué dijo ella?

—Dijo que son amigos —menciona distraída. Mira a un grupo de personas que pasan con trajes típicos— ¿Cuándo se van a besar?

Crayones para un ángel ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora