Capítulo 23
Ashton.
Aún me cuesta creer lo que sucedió esta tarde. La manera en que me dejé llevar y como el momento surgió por si solo. La besé, fue perfecto. Las imágenes se repiten en mi cabeza y ahora solo o un nombre se encuentra en repetición «Maia» .
Empujo la cabeza contra la almohada y paso la mano que no me duele por mi rostro. El cuello me pica recordando la sensación su piel contra mía. Mi cuerpo se comporta como un reproductor de sensaciones y son las suyas las que se empeña en recordarme. No tenía entre mis planes contarle mi problema, pero ya me he rendido y confiar en ella me sale natural. Estaba preparado para contar todo, quitarme el peso de mi verdad y dejarlo todo a sus manos. Aunque creo que no podría soportar si ella no perdona mis mentiras, porque no se lo he dicho explícito, pero sé que la forma en que lo oculto es una manera de engañarla. Necesitaba un seguro y esa promesa firmada sobre las olas es la manera ilusa en la que creo que todo estará bien.
Me siento impotente. No debería pasar esto, debería quererla, pero no de la forma en que lo hago. Paso mis dedos sobre mis labios. Un suspiro escapa de ellos antes de que lo pueda ahogar.
La repentina luz amarillenta proveniente de una pequeña lamparita al lado de mi cama llama mi atención. Tony se incorpora en su cama. Me mira con hastío.
—¿Ahora andas de enamorado?
Enarco una ceja. Tony se acomoda en la cama y deja descansar su cabeza sobre una de sus manos. Mueve un poco las sábanas para que vea su torso desnudo. Me mira con burla.
—¿Tú que sabes?
—Tus suspiros ridículos no me dejan dormir.
—Ya, mira cuánto me importa eso.
—¿Cómo está tu mano? —masculla. Señala mi mano con la barbilla.
La muevo e intento tragarme el latigazo que recorre mi extremidad. Han comenzado a crearse costras en mis nudillos, pero el ardor persiste.
—¿Y a ti qué te importa?
Se deja caer de espaldas. Aprieto la mandíbula cuando comienza a reír y flexiona sus brazos para que se le marquen los músculos. He convivido con él lo suficiente para saber cuáles son sus intenciones.
—Es cierto, no me importa. —responde.
—¿Después de tantos años no te cansas del mismo juego?
Se encoje de hombros y deja su cabeza directamente sobre la almohada. Estira sus brazos, ambos los observamos, él con admiración y yo con molestia. Luego me mira y extiende una sonrisa.
—Es divertido ver tus reacciones.
Tony acostumbra a restregarme su cuerpo en cara. Está muy bien formado debido a los ejercicios y, conociendo mi debilidad, le encanta presumirlo. Para él es divertido mostrarle el cuerpo atlético que siempre he soñado al chico con trastornos alimentarios.
—Me das tanta pena. —siseo.
—Pena me das tú que intentas dar lástima para obtener atención. Pasó con todos y ahora traes a la pelinegra en el saco.
—Tantos años y no pierdes los celos.
—No tengo nada que celarte. La cobardía no es algo que admire o quiera.
—Deja de provocarme.
—Llevas años con un psicólogo y no pones de tu parte para "mejorarte" —espeta. Dibuja las comillas en el aire e intenta dejar mi condición sin credibilidad—. Me parece que aquí el que siempre ha buscado atención ha sido otro.
ESTÁS LEYENDO
Crayones para un ángel ✓
Teen FictionUna fuga en la madrugada, una figurilla de Hulk, recuerdos, dibujos, un paquete de crayones, son los ingredientes que el destino escogió para cambiarle la vida a Maia. ➻➻➻ Maia es una adolescente de dieciséis años que...