Capítulo 1
Londres.
Putrefacción, creo que no existe una mejor palabra para describir el callejón por donde caminamos. Una mano se aferra a mi falda cuando una rata huye de un contenedor hasta perderse en el lateral de un edificio. Emite un chillido asqueroso que intento ignorar, así como la bilis que tengo retenida en la garganta porque no quiero me vean en este estado. Se supone que soy la fuerte aquí.
Estiro la mano para que mi hermana la tome. Debemos continuar nuestro camino a pesar de que este no sea el panorama más idóneo. La oscuridad de la calle incrementa tanto su miedo como mi angustia.
Ser cobarde no es una opción, no ahora que logramos burlar la vigilancia que montan las monjas del hospicio durante la noche. No podemos flagelar cuando la libertad está a unos metros de distancia. Mis pies chapotean sobre los charcos llenos de mugre. Acelero el paso, mi respiración se agita y el miedo revolotea en mi cabeza.
Si nos atrapan nos van a separar, es un hecho. Me quitarán ese pedazo al que me aferro para no caer hundida, porque Caroline es la única familia que tengo y el motor que me impulsa a continuar, a secarme rápido mis lágrimas porque no debo permitir que ella derrame la suyas.
En este mundo es aterrador estar solo.
En este mundo se te evaporan los sueños que aún tienes en la retina.
En este mundo debes sentarte a esperar y obedecer.
A veces no quisiera estar en este mundo...
Pero si me voy entonces el suyo se llenaría de soledad y yo tengo que ser ese abrazo que la reconforte, ese fuego que avive los sueños y un poco de libertad dentro de las restricciones impuestas. Tengo que ser todo lo que no fueron conmigo, porque entonces. ¿Qué me queda?
La vida me ha demostrado que ser la nada es un papel que nos corresponde a algunos, y que este es incluso más difícil de interpretar que el de un protagonista. Conformar las piezas de una chica defectuosa que nadie quiere, que no es lo bastante buena para tener un papá, una mamá, o un beso de buenas noches; quizás tampoco una hermana. Es agotador. ¿Lo malo de todo? Que firmé un contrato del que no tenía conocimiento y estoy atada a este papel de por vida. Aunque a veces pueda hacer cambios en el guion, aunque existan días de risas, llevo una cadena en mis pies que se aprieta cuando cae la noche y hago lo que más me hiere. Pensar.
Necesito sentir que la merezco.
Mi visión se empaña. No quiero llorar. Debería estar adaptada a esto, al dolor. Si la madre superiora se entera de lo que hice me expulsará de la parroquia, algo que no puedo permitir porque me alejaría de Caroline.
Los quejidos acompañados de un tironeo atraen mi atención. Freno, coloco los mechones oscuros detrás de mis orejas, y me agacho a la altura de un rostro angelical. Busco sus manos, trato de infundir toda mi seguridad, aunque no tenga. Está asustada. Los rizos húmedos tapan parte de su rostro y los aparto con delicadeza cuando comienza a llorar.
Mi falda toca el piso adoquinado del callejón mezclándose con sustancias putrefactas. Ella es quien me abraza y de forma instantánea cierro los ojos sintiendo su calor. No tengo idea de quién tranquiliza a quién, pero son de esos instantes en los que quieres que el tiempo frene y todo quede congelado como en una fotografía. Sin más preocupación que un abrazo eterno.
Solo quiero alargar este abrazo un poco más.
—Nada nos va a pasar, ¿verdad?
Acaricio su espalda con lentitud.
—No. Casi estamos a salvo. —murmuro.
—Yo no quería irme. Allí estaba bien —resuella con la voz amortiguada contra mi cabello—. La señorita Julia comenzaba a ser buena conmigo.
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Crayones para un ángel ✓
Teen FictionUna fuga en la madrugada, una figurilla de Hulk, recuerdos, dibujos, un paquete de crayones, son los ingredientes que el destino escogió para cambiarle la vida a Maia. ➻➻➻ Maia es una adolescente de dieciséis años que...