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Argentina volvió a atar la bata y se agachó para gatear hasta posicionarse sobre las piernas de Canadá, quien lo observaba espectante.

Estiro su índice y los deslizó desde la clavícula de Canadá, hasta su pelvis, desatando el simple nudo en el camino.

Sin tocar demasiado, se inclino sobre Canadá hasta dejas su boca a milímetros de su cuello, dejando un suave beso casi inexistente que le dió un placentero escalofrío a Canadá.

Posó nuevamente sus labios en el cuello del pelirojo, está vez entre abriéndolo y dejando que su lengua toque la piel caliente del hombre bajo suyo.

Beso desde la base hasta el mentón, tal como si besara sus labios, eran besos húmedos y pequeñas mordidas inofensivas. Y dejaba ver su sonrisa cuando las manos del pelirojo empezaron a subir por sus muslos.

Dejo que su aliento chocará con la piel húmeda por sus besos y se separó, para volver a acercarse y atacar, está vez, a sus labios.

Acariciaban sus labios con deseó, y a los segundos las lenguas no se quedaron atrás. Se acariciaban entre si, haciéndolos jadear ante la falta de aire que generaba esa fricción.

De un momento a otro, Canadá empujó levemente a Argentina haciendo que ambos caigan sobre el mullido colchón, moviendo su cadera y frotando ambos miembros que despertaban poco a poco.

Canadá se separó del fogoso beso y dirigió su boca al pechos semi descubierto de Argentina, dónde atrapó entre sus labios los pezones de esté, quien no pudo evitar soltar un pequeño gemido reprimido ante una pequeña mordida.

La boca de Canadá no se detuvo ahí, si no que trazo un camino de lamida y chupones hasta el pene erecto de Argentina. Que no dudo en meter a su boca, haciendo que el albiceleste tomara una bocanada de aire ante la repentina sensación caliente y húmeda que envolvía su miembro.

Tapó su boca cuando sintió la lengua rodear la punta y las succión que hacía cuando salía de la boca.
Ignorando la traviesa mano de Canadá que bajaba por sus testículos y empezaba a tantear en su ano.

Cuando el primer dedo entró, le fue inevitable soltar un pequeño gemido y cuando el segundo se hizo presente, su espalda se arqueo mientras apretaba las sábanas bajo el.

Ya sentía tanto placer y solo eran sus dedos.

El hormigueo en su parte baja avisaba que se estaba por correr y el era incapaz de hablar para avisarle a Canadá, por lo que optó la opción de intentar separarlo.
Tomó con suavidad la cabeza de Canadá e intentó alejarlo, cosa que sucedió, justo a tiempo pues eyaculó apenas se separó.

Mientras su semen salpicaba su estómago, el apretaba sus labios con fuerza escapándose un sonido gutural. Su cuerpo tenía pequeños espasmos y sus ojos se ponían blancos de placer, por no mencionar su cadera que se meneaba ante la presencia de los dedos de Canadá en su interior.

Ante la preciosa y excitante imagen bajo suyo, Canadá tomó sus propio pene y lo acarició con algo de fuerza, para así posicionarse entre las piernas del agitado Argentina.
La punta empezó a presionar la entrada, llamando la atención de Argentina, que sonrojado trataba de recuperar el aliento.

Cuando la punta entró, Canadá tomó las caderas de Argentina y lo levantó levemente para mejorar a posición. Aprovechando esto, Argentina se sujeto del brazo de Canadá con fuerza, mientras que pequeño suspiro audibles se le escapaban.

Pero en ese momento Canadá no tenía la paciencia para adentrarse con suavidad y lentitud. De una embestida, entró por completó haciendo imposible que Argentina no gimiera en voz alta, está vez acompañado del Jadeó de Canadá, que se sostuvo con una mano sobre el colchón y soltó un insulto ante la maravillosa sensación que le entregaba el trasero de Argentina.

Miró los labios entre abiertos de Argentina y se inclinó para besarlos nuevamente, causando que se empujara más adentro y los gemidos bajitos se hicieran presente.

Después de unos minutos besándose y sin moverse, Canadá empezó a hacer un lento vaivén con sus caderas, mientras acariciaba fervientemente su lengua con la de Argentina.


El sonido húmedo de pieles chocando se hacía oír por la habitación mezclados con los suspiros y gemidos que se hacían presente de vez en cuando, haciéndose notar el olor a sexo en el aire.

Canadá sentía las paredes de Argentina apretar más y más ante el clímax y estaba por salirse para terminar, pero Argentina le rogó entre susurros que acabara dentro suyo.
Completamente excitado cumplió su petición y dando unas últimas y fuertes estocadas derramó su esencia dentro de Argentina y este en su estómago.

Ambos se tomaron un tiempo para respirar, mientras se veían a los ojos con pasión.
Sin salir de su interior, Ayudo a Argentina a darse vuelta y subir sus caderas, sin despegar su pecho del colchón.

Y nuevamente comenzó a moverse. Apretando y masajeando las nalgas de Argentina que se empezaban a poner rojizas por los choques con la pelvis de Canadá.

El rebote que hacia su trasero y como mordí y estrujaba las sábanas, volvería loco a cualquiera, pero está vez el afortunado es Canadá, que tenía su  pene enterrandose continuamente en él.

Mordía sus labios mientras embestía con más fuerza, poniéndole los ojos blancos a Argentina, y acariciaba su curvada espalda que empezar a brillar con sudor.

Y es que ambos estaban ardiendo en ese momento.

Canadá se inclinó y pasó su brazo bajo Argentina para levantarlo. Cuando chocó la espalda de Argentina contra su pecho, subió su mano y sostuvo su cuello, dejando pequeños besos en su hombro y mejilla.

Argentina giró su rostro y se encontró con él de Canadá que lo observaba con vehemencia. Aún embistiendo, Canadá observó cada expresión que realizaba Argentina.

Un rostro que rogaba por más y que disfrutaba con viveza casa roze y caricia que le entregaba. Bueno ¿Quien era el para negarselo?

Sin duda fue una noche ardiente entre ellos.






Mientras tanto, fuera de la habitación la Señora Renet barría, ignorando los gemidos que salían de la habitación. Ya estaba acostumbrada a esas situaciones, Todo por culpa de Gales. Sin duda, la juventud de ahora era muy activa.




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