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—Caithfimid críochnú? [¿Tenemos que terminar?]— algo deprimida Irlanda repitió, esperando que la respuesta cambiase solo por volver a consultar, mientras que distraída jugueteaba con él borde de la taza de café a medio terminar frente a ella

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—Caithfimid críochnú? [¿Tenemos que terminar?]— algo deprimida Irlanda repitió, esperando que la respuesta cambiase solo por volver a consultar, mientras que distraída jugueteaba con él borde de la taza de café a medio terminar frente a ella.

— Ni siquiera salimos Irlanda — con desconcierto concretó, esperando que así terminara rápidamente la conversación, anteriormente había comido unos sandwiches de atún y ahora parecían destrozar su estómago.

— ach ní féidir liom a thuiscint, Argi. Tuigimid a chéile go han-mhaith agus is maith linn spraoi a bheith againn [Pero no logro entender, Argi. Nos entendemos muy bien y nos gusta pasarla bien] — insistente extendió su mano y tomó la del pálido Argentina. Inclinando su rostro hasta que hizo contacto con su mejilla, dejando expuesto parte de su exuberante pecho.

Gracioso observó los tentativos senos, no podía negar que le atraía su cuerpo y su actitud, pero ahora que sabía que tenía pareja debían acabar con el juego. Si su novio venía a buscar problemas con él, muy posiblemente su hermana se enterase y una de sus tantas "salidas sin compromiso" saldría a la luz.

— nos llevamos de maravilla, pero tienes novio cariño y no quiero problemas — observando el quejoso rostro de la mujer, solo pudo sonreír y acariciar su pómulo con el pulgar esperando así consolarla y que le dejaste ir su mano.

— An féidir liom rud deireanach amháin ar a laghad a dhéanamh? [¿Puedo hacer al menos una última cosa?] — triste sostuvo más firme su mano, sin dejar con opciones a Argentina que solo pudo asentir y esperar que así lo deje libre. En un segundo, se levantó y pasó sus brazos sobre los hombros de él, uniéndose en un beso rápidamente correspondido. Era algo que ella adoraba de Argentina, sus besos tan pasionales dónde sus lenguas se entregaban suaves caricias, definitivamente lo iba a extrañar.

Cuando por fin se separaron, Argentina volvió a besarla, pero está vez se lo entregó en la frente. Ambos se despidieron con la mano y se marcharon cada uno por su lado, luego de pagar.

Algo cansado estiró sus brazos sobre su cabeza. El aire fresco del parque había hecho olvidar la fea sensación de su estómago y los niños peleando por el columpio robaban su atención, poniéndolo extrañamente melancólico. Tal vez debería hablar con sus hermanos uno de esos días.

El ringtone de una banda de rock avisaba sobre una llamada entrante y el contestó con una sonrisa luego de ver él nombre de él causante.

— Hola Canadá, cuánto tiempo.

Había perdido un gran amante, pero podía intentar conseguir otro igual de ardiente.

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Con un pullover negro que contrastaba con su clara piel. Podía sentir la fresca brisa de su patio, en una mano sostenía su taza humeante de café y en la otra su teléfono.
Deslizaba lentamente su dedo sobre la pantalla, queriendo observar cada detalle de todas las fotos que veía.
La felicidad y el amor que reflejaba la pareja en cada una de ellas, era algo extraño, pero aún podía apostar que sentía lo mismo y se arrepentía de haber arruinado todo. ¿Cuanto los había lastimado a ambos? Demasiado como para medirlo, suficiente como para no intentarlo.

¿Cómo estará él? Era una pregunta que rondaban por su cabeza, haciendo un eco imposible de ignorar. Una pequeña parte de él quería que continúe su vida y que lo olvidase, otra más grande quería que una huella grabada con hierro ardiente constantemente lo haga pensar en él y los momentos que estuvieron juntos.

Era tan egoísta, que deseaba que no pudiese lograr besar a otra persona que no sea él. Quería regresar a su lado para volver a herirse y herir el suave corazón de Canadá.

Collegato [ CanArg ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora