Collegato [ CanArg ]

07

Para México, la persona que lo conoce desde que nació, le era tan obvio que mentía. Todo comenzó cuando comenzó a preguntar sobre su chequeó en el medico, cosa que le daba cierta vergüenza responder, pues no era el tipo de chequeó que ella pensaba. La constante negativa de Argentina, parecían dar veracidad a la idea de México de que algo sucedía.

— ¡Ya dime! — por encima vez en el día, asustó a Argentina que estaba cepillando sus dientes para irse a dormir. Causando que se ahogara y empezará a toser con desesperación, terminando en arcadas frente al inodoro.

— ¿¡Que mierda te pasá!? — grito ya arto, aún arrodillado en el suelo, sintiendo como su cabeza se ponía pérdida y borrosa.

— ¿¡Que te sucede a tí!? — asustada se inclinó a su lado, sobando su espalda, en un intento de calmar sus descontrolada respiración.

—¿¡Cómo que, que me pasa?! ¡Vos me estás persiguiendo y acosando! ¡Casi haces que me muera! — enojado y con el clásico dramatismo que corría en la sangre de los inquilinos de esa casa, tomó su pecho mientras intentaba respirar correctamente, pero no contaba con que su drama se hiciera real y le vinieran náuseas, vomitando abruptamente en el inodoro, preocupando aún más a su hermanita.

—¡Argentina!¿¡Estás bien!? — ahora, verdaderamente asustada, observó como se sostenia con fuerza mientras expulsaba toda su cena.

Un fuerte jadeo se le escapó mientras se sentaba en el suelo. En su pecho se sentía la taquicardia causada y en su estómago todo parecía revuelto.

— si, pendeja… estoy perfecto ¿no ves? — se paró, sintiendo débil las piernas, siendo ayudado por México que obviamente ignoró el mal genio de su hermano.

Sosteniendo su brazo lo ayudó a enjuagarse la boca y luego acompañarlo a su cama. Cuando lo ayudó a sentarse, se acomodó a su lado y lo observó fijó por unos segundos llegando a incomodarlo. Lo que le pasaba en la mente a México en ese momento era que Argentina tenía de estrés hasta alguna enfermedad terminal, haciéndola querer llorar.

Argentina, por otro lado, se preguntaba si tendría que haber comido esa quinta hamburguesa o no.

— Argentina ¿tienes alguna enfermedad? 
No quiero que te mueras, por favor — soltando toda su tensión se largo a llorar mientras abrazaba a su confundido hermano que no lograba entender porque se moriría.

Sin preguntar, tiró de México hasta acostarla a su lado en la cama de dos plazas. Ella se aferraba a su hermano mientras lloraba y murmuraba sin sentidos que se mezclaban entre sus sollozos.
El acariciaba su rizado pelo, mientras le daba besitos en su cabeza y algún que otra respuesta a todos sus incomprensibles murmuros.

La misma escena parecía ser una repetición de cuando eran pequeños y escuchaban a sus padres pelear desde su habitación. México se apego más que sus hermanos, tanto que fue la única que se quedó con él en esa casa, los demás desaparecieron tan pronto vieron la oportunidad.
Lo que constantemente le recordaba porque quería parecer una figura responsable y digna para ella, pero en estos momentos tendría qué manchar su imagen solo para calmar su desenfrenada imaginación que seguramente lo estaba asesinando con más de una enfermedad.

— no tengo nada Mex. El chequeo no fue por mi salud o bueno sí — se tomó unos segundos para mirar a los ojos a México que esperaba llorosa que terminara de hablar — fui por unos estudios, para enfermedades de transmisión sexual, la noche anterior estuve con alguien y no me acuerdo si me cuidé...

Algo sonrojado miro a otro lado, le sabía extraño hablar eso con la niña que prácticamente crío.

— me mientes ¿Por qué vomitáste recién sino? ¡Te vas a morir y no me quieres decir la verdad!

Y otra vez se largo a llorar, poniendo nervioso a Argentina que intentaba consolarla de alguna manera sin obtener resultados. La frustración de no poder lograrlo, lo abrumó y lo condució a llorar junto con ella.

Y así, ambos lloraron como cuando eran pequeños, consolandose entre sí.

Pero México no estaba del todo equivocada, algo le sucedía a Argentina y este no tenía idea.