Diario de una extraña chica (I)

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Mi nombre es Crystal y vivo en un pequeño pueblo en alguna zona de Reino Unido, tengo 13 años y cada día me levanto a las 6:00 AM, me visto y voy en bicicleta hacia la estación donde suele estar el encargado de repartir el periódico. Tomo todos los periódicos y empiezo mi recorrido por todo el pueblo.

Cuando dejó el periódico en las casas, los vecinos me suelen dar regalos: Comida, fruta, dinero, leche e incluso ropa. Algunas ocasiones la mujeres mayores me detienen y les ayudo en sus tareas recibiendo dulces.

A veces tardo 1 hora en regresar a casa, otras veces tardo 2h y ya voy tarde al instituto pero no pasa nada porque suelo avisar al director cuando le entrego el periódico. Cuando llego a casa desayuno y parto al instituto donde soy la que mejor notas saca de todos, me llevo muy bien con todos, tanto con los mayores como los más pequeños. Todos nos conocemos de siempre y en una comunidad tan pequeña hay que ayudarse unos a otros. Tengo un mejor amigo, llamado Aedus. Es un chico muy popular, deportista y el segundo mejor en notas de todo el instituto.

Tras las clases, suelo irme a mi segundo trabajo en el pequeño supermercado del pueblo, trabajo como reponedora de estanterías en los pasillos y también la caja. Cuando acabo mi trabajo sobre las 20:00, me voy a dar clases particulares hasta las 22:00 que regreso a casa, me preparo la cena y me voy a mi cuarto a estudiar y hacer los deberes y a las 1:00 me acuesto para despertarme en 5h y repetir mi día a día.

Pero todo cambió cuando un día, un chico nuevo llegó al pueblo. Aún me acuerdo porque fue un día de otoño con el curso ya empezado. Ese día llegué tarde a clase porque la señora Truth me entretuvo contándome la historia de como su marido fue a luchar a la Segunda Guerra Mundial.

Cuando iba de camino al instituto con las hojas cayendo sobre mí, un policía llamado Rayan me detiene.

–Crystal un momento, tienes la rueda de la bicicleta algo desinflada– sorprendida me bajo de la bicicleta y observo que tiene razón así que me pongo a mirar a los lados y sonrío al policía.

–Gracias por informarme, preguntaré si el señor Bravery tiene un inflador de aire–agradezco y voy a la casa y amablemente me presta el inflador y el policía Rayan lo hace por mí.

–¿Te has enterado? En la casa afuera del pueblo se ha mudado una familia–cuenta mientras da aire a la bicicleta.

–Algo escuché, creo entender que se apellidan Holmes–respondo mientras espero pacientemente.

–Es una familia con dos hijos, creo que uno tiene tu edad. Seguramente vaya a tu clase–termina de inflar la rueda de  mi bicicleta y le agradezco mientras me subo a ella.

–Muchas gracias–le digo.

–De nada, ya devuelvo yo el inflador, tú ve a clase que ya vas tarde–me regaña y riendo voy al instituto.

Entro en mi clase y la profesora me saluda y me giro hacia los asientos. Tomo el único que queda libre y dejo mis cosas, me doy cuenta que a mi izquierda está mi mejor amigo Aedus, durmiendo mientras a la derecha tengo al nuevo. Un chico relleno, de ojos grises y pelo oscuro con una mirada seria.

–Mi nombre es Crystal ¿Tú eres el nuevo no? Mucho gusto–sonrió y extiendo su mano. Noto como se gira y me mira con una mirada fría. 

–Mycroft Holmes–responde y vuelve a mirar a la pizarra.

Me pareció un chico extraño, parece que no quería conversar con nadie ya que la gente que se acercaba para presentarse intentaba comunicarse lo mínimo. Me pregunto...¿Qué estará pensando en verdad? 

Durante las clase no paraba de corregir a los profesores, eso demuestra que es una persona bastante inteligente. Cada vez me entra más curiosidad por él.  Cuando se termina la escuela corro detrás de él.

–¡Oye, oye!–grito mientras monto en mi bicicleta hasta alcanzarle. Noto como se detiene y se gira a mirarme.

–¿Qué quieres?–pregunta de forma calmada pero mostrando seriedad en su voz.

–¡Eres muy inteligente!, ¿Cómo lo puedes haber hecho?, ¿Cómo puedes saber tanto?–lo miro con admiración.

–Sé más que vosotros, para mí sois unos estúpidos. Así que aléjate–me dice mientras me paro y lo observo.

Entonces me di cuenta que estaba ante un superdotado y lo supe desde entonces, debo hacerme su amiga.

A la vez cuando iba al supermercado a trabajar me encontré a un niño siendo molestado por otros  en el parque y me detuve para ayudarlo.

–¡Oye!, ¡Déjenlo en paz!–grito mientras me bajo de la bicicleta.

–¡La abandonada!, ¡La huérfana!–gritan los niños riendo y huyen algo típico que dicen porque es la verdad pero no me molesta.

–¿Estás bien?–me acerco y me fijo que tiene el pelo negro y ojos grises.

–Sí–se intenta levantar pero no puede, así que le ayudo y noto que tiene las rodillas con  rozadoras

–Déjame–se queja pero se queda en silencio cuando ve que lo estoy sanando y saco unas tiritas. A veces por ir rápido me suelo caer en la bicicleta y siempre tengo un botiquín.

–Así mucho mejor–lo despeino con una sonrisa y me da por preguntar –¿Por qué te estaban pegando?

–Nada, son compañeros de clases. No les gusta que los compare con simios. Ellos ni siquiera saben cómo diferenciar una persona que ha muerto ahogada en el agua de alguien que murió asfixiado–se cruza los brazos.

–¿Me lo quieres contar?, yo no lo sé, pero debe ser muy interesante–le respondo con la curiosidad que tanto tengo de este vasto mundo.

–No creo que alguien con una inteligencia inferior a mí lo sepa...pero...–empieza a contarme todas las diferencias y le atiendo con curiosidad hasta que me doy cuenta que llego tarde al trabajo, me despido del niño y me marcho al supermercado.

Al día siguiente, seguí intentando juntarme con Mycroft pero parece que no se quiere relacionar con gente inferior a él. Así que quise demostrarle que no era como el resto de la clase y me puse a corregir a la maestra, a responder a todas las preguntas.

–¿Qué te parezco, Mycry?–digo mientras sonrío al chico a mi lado.

–Puedo notar que eres algo superior a la media pero...sigues siendo inferior. No me molestes–me dijo y se marchó.

En la siguiente clase, después del descanso me doy cuenta que unos compañeros quieren molestar a Mycry por tener unos kilos de más y ser inteligente. Decido detenerlo corrigiendo a la profesora de matemáticas.

En ese momento empiezo a notar la mira de Mycry y yo sonrío porque lo he conseguido, le llamé la atención.

En el almuerzo observo que Mycry se marcha y me brillan los ojos, entonces noto el bostezo de mi mejor amigo, Aedus.

–Date prisa que lo pierdes, yo comeré y me volveré a dormir–susurra y se vuelve acostar.

–Deberías de dejar tu trabajo de periodista encubierto en las noches–le regaño pero noto que ya se volvió a dormir y persigo a Mycry.

–Oye, ya que estás solo, ¿Quieres comer conmigo?–pregunto cuando lo alcanzo con una gran sonrisa. Noto como me ignora pero la palabra rendirse no existe en mi diccionario.

–¿No tienes nadie más con quién comer?–se gira molesto cuando ve que no paro de molestarlo.

–Sí, pero quiero ser amiga tuya. La verdad que me pareces una persona interesante y quiero conocerte mejor.

Mycroft me mira con una cara de interrogación y al final se rinde –Haz lo que te dé la gana–indica y con una sonrisa me pongo a su lado.

En ese momento mi destino quedó entrelazado con Mycroft Holmes.

(Continuará)


La Joya HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora