La Joya Holmes

La última aventura de Crystal Holmes

Crystal está en el despacho de Mycroft mientras observa unos papeles.

–¿Es verdad esto?– pregunta mientras levanta la cabeza de los papeles.

–Sí, lo vamos hacer para atrapar a una banda terrorista. No voy a poder pasar por casa, en una temporada–explica Mycroft y Crystal suspira.

–Sabes que en Enero, voy a dar a luz y vamos a ser padres. Deberás comportarte como uno, al menos con un mínimo de seriedad–le señala con el dedo y Crystal se marcha de ahí. Este mira a su mujer irse y como los dos guardaespaldas, la siguen, para cuidarla.

Mycroft vuelve a su pantalla para trabajar.

Una mañana, Mycroft y Crystal llegan a la casa de Sherlock, ya que el primero está irascible y Crystal tranquila.

–Las fotos están a salvo–dice Sherlock a Mycroft quién está de pie, mientras Crystal desayuna por segunda vez.

–¿En manos de una prostituta fugada?–pregunta Mycroft con sorna.

–No le interesa el chantaje. Quiere...protección, por algún motivo–Sherlock dice con el periídico en las manos.

–Va a empezar otra vez–susurra mientras toma el té.

–Te has retirado de la investigación del tiroteo en su casa, ¿no?–Sherlock le pregunta y su hermano lo mira con seriedad.

–¡No podemos hacer nada si tiene las fotos! Tenemos las manos atadas–.

–Ella alabaría esas palabras–responde Sherlock y Crystal se ríe con la taza del té en sus manos–A ver, ese móvil es su carta de "Salga de la cárcel" Hay que dejarla en paz. Trátala como a la realeza–.

–Aunque ella no trate así a la realeza–responde Watson.

–Eso ha sido muy bueno, John–Crystal dice mientras se ríe y observa como su marido se molesta mucho más.

–Gracias–le responde a Crystal. Se escucha un gemido y todos se sorprenden.

–¿Que es eso?–pregunta Watson.

–Un mensaje–responde Sherlock y se levanta a por un móvil.

–Pero ¿Y ese ruido?–se sorprende Watson.

–No me esperaba que Sherlock fuera de esos. Vaya sorpresa, creía que era más virgen que su hermano mayor–Crystal se sorprende.

–Crystal–se queja Mycroft.

–¿Qué? Tardaste varios años, después de casarnos para tener relaciones–Crystal le indica.

–Espera ¿No lo hicisteis a casaros?–Watson mira a Crystal, sorprendido.

–No, tuve que decirle. O me das un hijo, o busco a otro para que lo haga–suspira Crystal–Debo agradecer la ayuda a Sherlock–.

–Crystal–Mycroft se queja.

–Mycroft ¿Sabías que la buscaban otros antes de mandarnos a nosotros? Matones de la CIA, concretamente–.

–Es verdad, gracias–Watson sonríe mientras sigue desayunando.

–¡Mycroft! No me avisaste de eso–se queja Crystal.

–Es vergonzoso que sometas a su hermano a ese riesgo–la sr. Hudson dice mientras trae un plato–La familia es lo que n os queda al final. Tú lo debes saber mejor que nadie.

–No te creas–responde Crystal mientras toma de su taza de té.

–Cállese, Sra. Hudson–dice Mycroft molesto.