bienvenidas y despedidas

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Lex

¿Qué estarías dispuesto a hacer por poder? Las últimas palabras de mi patético padre se repetían en mi cabeza todos los días, la respuesta para mí era simple, por obtener poder, haría cualquier cosa sin importar lo bueno o malo que fuese, incluso matarlo.



Soy un Rey, nací para ser el alfa más fuerte y poderoso que alguna vez haya caminado sobre esta tierra, mi destino era acabar con los Kryptonianos y cumplir el legado de mi abuelo, llevar a Luthoria a la grandeza conquistando no solo a krypton, si no también a los reinos lejanos al otro lado del mar y nada me detendría.



Toda mi vida fui preparado para cumplir ese destino, tomé más lecciones que cualquier otro niño, aprendí a luchar desde muy joven, me casé con la hija Omega de la familia más poderosa de Luthoria, aseguré un heredero y me deshice de la mayoría de las amenazas familiares, pronto aplastarla a krypton y al fin podría marchar al otro lado del océano.



-Alteza real, tengo información delicada para usted, mi señor es importante que me escuche.- aparte la mirada de la arena donde un mocoso estaba barriendo el suelo con Luca mi heredero y mi mayor vergüenza.



-Acaba con él, muchacho dale una lección.-Le grité al mocoso y este asestó una patada en la cara de Luca terminando la pelea.- Más te vale que sea importante, vamos.



Bajé de mi asiento en la arena viendo por última vez el rostro sangrante de Luca, mis guardias caminaron detrás de mí siguiéndome junto con mi asistente y el informante, llegamos al salón del trono donde los esclavos estaban limpiando, al verme entrar todos cayeron de rodillas, eran unos seres patéticos.



-Todos ustedes largo de aquí.-Hable fuerte asustando a los esclavos que rápidamente levantaron sus cosas y salieron corriendo.- ¡Habla campesino!



-Majestad, es un honor estar en su presencia, verá, hace dos noches, estaba bebiendo y refugiándome de la lluvia en una taberna cerca de la salida de la ciudad, cuando una dama Omega entró en el lugar, a pesar de que su ropa era pobre y su rostro estaba tapado, poseía una elegancia como ninguna otra, pronto se unió a ella una mujer alfa igual de elegante e imponente, hablaron, poco y después se retiraron, seguí a la Omega, mi señor, Cuando ella descubrió su rostro, era su madre, la reina Lillian.- El informante terminó su entrañable historia y permaneció en silencio.



-Excelente información, llévenlo a fuera y denle una recompensa, has servido bien a tu reino.-Los guardias se llevaron al hombre que iba feliz a su muerte.- tráeme a mi madre ahora mismo.- Mi asistente hizo una reverencia y salió en búsqueda de Lillian.



¿Quién era esa mujer? Seguramente era importante si mi madre se había atrevido a desafiar mi autoridad para verla, tal vez era su amante, imposible, Lillian no tenía vida fuera de este castillo, se la pasaba cuidando de Luca y manteniendo este lugar en pie, tenía que ser algo más.



Mi mente estaba dando miles de vueltas al asunto cuando la puerta del salón del trono fue abierta y entró Lillian escoltada por mis hombres, ella se veía altiva y orgullosa como siempre, al verme me sonrió y me hizo una reverencia.



- ¿Quería verme majestad?- Su tono de voz no dejaba nada en duda, mi madre era una víbora astuta.



-Déjennos solos, ¡Ahora! - los guardias y mi asistente salieron del salón del trono dándonos privacidad.- llegaron a mi noticias interesantes madre, al parecer te has reunido en una taberna con una mujer alfa, ¿Dime, acaso es tu amante?



-No sé de qué estás hablando Alexander, no he dejado el palacio recientemente.- Escuchar su voz vacía me enfureció.



-Eres una víbora mentirosa y rastrera, ¿Dime quién era esa mujer? -Mi mano impactó en su rostro con bastante fuerza pero ella apenas y cambió su expresión.

El Río RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora