La General

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Lena

kara y yo volteamos asustadas hacia la puerta, mi amada trataba de cubrirme para que la persona de la puerta no pudiera ver nada de mi cuerpo, un joven de cabellos oscuros y ojos azules nos miraba atónito.

-Kara ¿Qué haces? Pensé que había que respetar a las omegas, a Lucy no le va a gustar esto. -El muchacho comenzó a gritar indignado, una parte de mi se sentía culpable por lo que él decía, no había pensado en Lucy solo me había dejado llevar.

-Kal cálmate por favor, no es lo que parece, déjame explicarte. -Kara se iba acercando poco a poco al joven para calmarlo.

-¿No es lo que parece?, ¡Estabas apunto de tener sexo con la princesa Lena!-El calor se me subió al rostro.

-Baja la voz Kal y escúchame por favor, todo tiene una explicación. -Kara palmeó el hombro del joven y el solo nos miró enojado.

-Está bien, explícame, más te vale que sea bueno porque no quiero que destroces la excelente imagen que tengo de ti Kara. -El joven llamado Kal se sentó en una silla cerca de la puerta y Kara se aclaró la garganta para hablar, yo decidí quedarme a un lado, no era mi momento.

-Kal ¿Recuerdas cuando nos conocimos?, ¿Recuerdas lo perdida que estaba? -Kara tomó otra silla y se sentó frente al muchacho, él miraba a Kara con mucho respeto.

-Si, mi padre me trajo al palacio a conocer a mi prima, él me dijo que fuera respetuoso pero yo arruine la cena por un mal comentario sobre la guerra, tú no habías hablado en toda la noche, te veías ausente pero cuando me escuchaste decir que todos en Luthoria eran monstruos volteaste hacia mí y me sonreíste, después me diste un golpe en la frente y me dijiste que hay gente buena en Luthoria.-Fue la primera lección que me diste. 

Mi amada asintió y colocó una de sus manos sobre el hombro de Kal, los dos se sonrieron y se vieron uno al otro con afecto y respeto, Kal respetaba a Kara por su experiencia y enseñanzas y mi amada respetaba a Kal por el alfa fuerte y justo en el que se estaba convirtiendo.

-Esa fue la noche en la que tu padre te dejó bajo mi cuidado para que te enseñara a ser un alfa digno, siempre que te veía podía sentir que me recordabas a alguien pero jamás pude saber a quién, ahora lo sé Kal, me recuerdas a mi hijo, a Liam, él es mi hijo y Lena es mi Omega.-Kara se veía nerviosa y yo también lo estaba, si ese joven se le ocurría hablar Liam y yo podríamos considerarnos muertos.

-Eso no puede ser verdad kara ¿cómo sabes que no te están engañando?, puede ser una mentira de ella. - era mi momento de participar en la plática, descubrí mi cuello dejándole ver al Kal la mordida que mi alfa me había dado.

Kara gruño ante eso y mis piernas temblaron, jamás en nuestra relación había sido necesario someterme ante mi alfa pero la situación lo ameritaba, me arrodille delante de kara dejándole mi cuello descubierto para morderlo, mi amada se agacho y enterró sus dientes en mi cuello renovando nuestra unión, Kal nos miraba sorprendido y en silencio, me puse de pie lentamente y volví a tapar mi cuello.

-Kara, esto es grave, Lucy es tu prometida, el cachorro viene en camino, si tú le das la espalda quien les protegerá, ella será juzgada por todos y es culpa nuestra que ella este así, no me malinterpretes, me alegro que seas feliz y que encontrarás a tu omega y a tu hijo, pero Lucy es mi amiga y mi cuñada, debo velar por ella.-Kara se veía avergonzada, no sabía que había pasado ahí pero debía averiguar ¿por qué todos se culpaban por lo de Lucy?

-Kal sé que Lucy es tu responsabilidad y que somos culpables de su situación, pero Lena es mi esposa, no puedo dejarla sola y menos a mi cachorro, solucionaremos lo de Lucy, te prometo que no la dejará desamparada ni a ella ni al bebé, pero, debes prometerme que no dirás nada, ayúdame a guardar este secreto hasta que sea el momento de hacerlo público.- mi alfa y su primo guardaron silencio mientras se observaban, yo estaba nerviosa a la espera de una reacción negativa por parte de alguno.

El Río RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora