Lecciones

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La lluvia caía sin piedad sobre Argo, la noche anterior había sido maravillosa, estar al lado de mi Omega, despertó algo dentro de mi, mi alfa estaba más tranquila y en sintonía con mi parte racional, pero desgraciadamente el deber llamaba. 

La situación de Krypton era preocupante, mi tía la general que más conocía sobre el reino nos había traicionado y ahora estaba en un lugar desconocido seguramente conspirando contra nosotros, si ella lograba de alguna forma ayudar a Lex Luthor, mi reino estaría perdido, fue por eso que en una mañana lluviosa me encontraba fuera del palacio.

Los cuarteles se encontraban a las afueras de la ciudad en el campo, el agua golpeaba mi cara haciéndome sentirla fría, por suerte llevaba mi capa de piel para viaje la cual me protegía del agua, y además las enormes puertas del cuartel estaban frente a mi abriéndose lentamente.

-Esperemos que el panorama aquí sea tan prometedor como con la guardia, si tú tía se llevó a soldados será difícil detenerla.- Kal estaba al lado mío escurriendo agua de su negro cabello.

-Esperemos que así sea, debemos estar preparados para lo que sea.- no quería hacerme ilusiones.

Finalmente la puerta se abrió dejándonos entrar en nuestros caballos seguidos por una carreta, un mozo tomó las riendas de mi caballo y yo descendí, el barro salpicó mis botas cuando toqué el piso, pero no me detuve, caminé hacia la carreta abriendo la puerta, mi hijo Liam estaba sentado viéndome, sus ojos azules se abrieron sorprendidos por verme totalmente empapada, él estaba impecable tal cual lo había vestido Lena por la maña.

-Vamos Liam, hay cosas que hacer.- Extendí mi mano enguantada  y él la tomó para luego dar un salto y salir de la carreta.

Cuando el agua fría empapó su cabeza se estremeció pero se compuso rápidamente, caminé con él hasta el cuartel, dentro nos esperaban con un fuego bastante cálido y un poco de licor caliente, en cuanto entramos me quité la capa empapada y mis guantes y se los entregué al mozo.

-Liam, quita tu capa y tus guantes, entrégaselos al chico él los cuidará.-Mi cachorro asintió y comenzó a desatar su capa.

-Buen día majestad, es bueno verla en esta mañana lluviosa, ¿Quién es el pequeño?,- el oficial encargado del cuartel llegó a saludarnos y  preguntó de forma curiosa.

-Es Liam, mi aprendiz, ¿Necesito hablar con los comandantes, él día de ayer sucedió algo muy importante y peligroso para el reino.-El oficial asintió preocupado.

-si majestad, llegó su comunicado anoche, los comandantes ya están reunidos, la están esperando, el pequeño puede quedarse conmigo no creo que el deba escuchar cosas de Krypton.- Mire molesta al oficial, yo decidía qué era lo que debía o no escuchar mi hijo.

-El entrará con nosotros, es mi aprendiz, yo decido que debe o no escuchar, vamos Kal, vamos Liam.-Mi primo que se había mantenido en silencio asintió.

Puse una mano en el hombro de Liam y lo encamine hacia la reunión, sabía que mi hijo era muy astuto y estaba bien educado, pero debía darle algunas advertencias antes de enfrentarlo a alfas adultos que no eran amables como los que él conocía.

-Liam estás apunto de presenciar una reunión con los comandantes más importantes del ejército, ahora eres joven y no necesitas imponer tu dominio pero algún día lo harás así que pon atención, no hables si no se te da la palabra y quédate a mi lado o de Kal, nosotros te mantendremos a salvo, vamos.-Kal y Liam se pusieron detrás de mí y yo entré en la habitación llena de alfas.

Todos al verme se pusieron de pie saludando con su puño en el pecho, una mesa larga llena de planos y con sillas a los lados nos dio la bienvenida, Kal se quedó de pie pues él no tenía un lugar, Liam también se quedó de pie, yo hice la seña para que todos se sentarán y después lo hice yo, pasaron unos minutos en silencio hasta que decidí hablar.

El Río RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora