Besarse a sí mismo era todo un tema. Estaba seguro de que la experiencia le daba hasta para escribir una tesis y hacer una conferencia, y aún así nadie lo podría entender. Conocía la suavidad de sus labios siempre hidratados con los mejores bálsamos aromáticos. Tenía claro la textura y el grosor, no era nada nuevo, ni tampoco lo eran los labios de Volkov, pues los había utilizado para hablar, insultar, decir las frases más clichés del ruso, comer y ahora, besarse.
Pese a todo eso, cuando el verdadero ruso se acercó y lo besó, tomándolo totalmente desprevenido, se sintió como si volvieran a sus cuerpos tan solo por los segundos que duró el viaje. Y qué forma de caer desde lo más alto cuando se separaron, se vieron a los ojos, y...
— No era la solución.
— ¿No era la...? — repitió.
La dicha se desvaneció en el aire.
La vista se le nubló y podía jurar que se vio envuelto en un pequeño intercambio de palabras duras con el hombre que tenía su cuerpo, pero no recordaba las palabras que salían de su boca en ese mismo instante; era surreal. Quizás su cerebro le ahorró la pena, el drama, lo mismo de siempre, y lo sacó de allí.
¿Estaba volviendo a disociarse? ¿Después de tanto tiempo?
— Horacio no...
Cuando volvió a su lugar, se vio con una mano en el pomo de la puerta de entrada al departamento. Estaba de salida y Volkov tenía una de sus manos, sí SUS manos, en él, impidiéndole seguir.
— Necesito irme — susurró.
— No estás bien para salir — repitió el ruso con su voz, sonó muy parecido a él, porque era él quien se preocupaba, era él quien amaba, no al revés.
Mantuvo la mirada en su mano sobre el pomo, evitando voltear y verse como si fuera un espejo de pared. La sensación de ser otro volvió, nunca se fue, ese beso iluso lo único que hizo fue hacerle sentir como un loco, como cuando era joven y su vida muchas veces se volvía un caos.
— ¿Y qué vas a hacer? ¿Retenerme?
— Si es lo que debo hacer — afirmó Volkov.
— Quedarme no hará que vuelvas a tu cuerpo, lo siento — contestó cansado.
— No quiero volver a mi cuerpo, quiero que te quedes...
Se volteó ante eso.
— ¿Prefieres que me quede a que volvamos a nuestros cuerpos y esta pesadilla se acabe? — preguntó, incrédulo.
El de cresta alzó un poco las cejas y suspiró. Lucía igual de cansado.
— Esta pesadilla hizo que me diera cuenta de que me gustas también, ¿Sabes?
Horacio volvió a sentir algo en el corazón, una puntada, algo que no se comparó a lo que sintió cuando se besaron, pues era como si se hubiese vuelto más precavido de inmediato y no confiara en ello realmente; menos cuando Volkov parecía decirlo como si le estuviera diciendo el clima.
Soltó una risa corta.
— No me crees...
— No, no te creo — reconoció Horacio. — No creo en tus intentos desesperados por volver a tu cuerpo y oye, no te culpo, yo también quiero volver a mí y... y cortar la mierda ¿Sabes?
Volvió a girarse hacia la puerta e hizo el ademan de abrirla y largarse de ahí de una buena vez. Volkov no lo soltó. Su agarre se hizo más fuerte.
— ¿Por qué no me dejas ir?
— Parece bastante obvio a estas alturas, Horacio.
Se quedaron en silencio.
— Si permito que te vayas, quizás te pierda — continuó Volkov.
Se volteó con una media sonrisa, como si el perdido fuera otro. Estaba listo para decirle que estaba hablando mierda y que nada le iba a pasar si salía a aclarar su mente allí afuera, pero cuando lo hizo, Volkov lo jaló para que quedaran una vez más frente al otro a una distancia peligrosa.
— No voy a volver a besarme a mí mismo otra vez — fue lo único que salió de su boca, negando varias veces, nervioso. Ya podía incluso sentir el sudor frío en las palmas de sus manos, picándole por huir y salvar su corazón de una nueva desilusión.
Se miró los pies, desesperado.
— ¿Lo sentiste también? ¿Sentiste que eras tú? — lo cuestionó el ruso.
Sorprendido, volvió a enfrentarlo.
— ¿Q...Qué? Sentiste que... que estabas en tu cuerpo.
Se vio asentir y no pudo evitar sonreír. Lo que sea que sucedió en ese beso, estuvieron cerca de romper lo que les tenía en cuerpos ajenos, pero ¿Por qué?
— Te gusto...
Ahora era Volkov el que sonreía, pero con una de esas sonrisas tan suyas, esas que dan a entender que, aunque esté en el cuerpo de Horacio, una persona que ríe y ríe honestamente todo el tiempo, se puede ver su incomodidad.
Hace tanto que no lo hacía que se le olvida lo humano que es sentirse así.
— ¿Vas a insistir en salir? — preguntó, volviendo a su tono de comisario serio, el cual siempre maravillaba a Horacio escuchar con su propia voz.
Negó, embobado.
— ¿Qué vas a hacer entonces? — siguió Volkov.
— Besarte, probablemente... — y ahí volvía el Horacio imprudente también, una actitud que le quedaba tan mal al cuerpo del ruso, pero en ese momento le daba igual.
Se podía notar la felicidad y tranquilidad en ambos.
— ... digo, si quieres — advirtió Horacio tras un momento de silencio.
Volkov asintió con timidez y fue esta vez él el sorprendido cuando volvió a suceder. Horacio no pudo sentir el calor de su abrazo ni todas las sensaciones que le ahogaron la primera vez. Al momento en el que sus labios se conectaron al de su contraparte y sus ojos dejaron de verle, o de verse, mejor dicho, todo se fue a negro.
Y despertó gracias al dolor, el frío y la desesperación.
Sus extremidades no le respondían cuando su cerebro les comandaba, a gritos, que se movieran.
¿Dónde estaba?
El cielo oscuro de Los Santos estaba plagado de estrellas. Tuvo la sensación de que nadie podría oír sus gritos jamás.
¿Así es como se siente el final?
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OJO esta es mi cara cuando OJO
Si pensaban que Freaky Friday era una comedia como la película, se equivocan, se vienen cosas jodidas y no digo nada más porque soy especialista en spoilear todo (esta semana spoileé en grande algo importante de Shingeki No Kyojin a un compa de trabajo... SORRY DUDE, no me pude contener)
BUENO, creo que el próximo capítulo podría (DIGO PODRÍA PORQUE YA SABEN COMO ME PONGO) estar para este fin de semana. Digamos que este es un capítulo bastante dreamy, pero sé que lo necesitan.
Un abrazo uwu
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Freaky friday || Volkacio
FanfictionHoracio y Volkov cambian de cuerpo por un día. El viernes más jodido de sus vidas.