— A ver, nalgas hermosas, ¿Nos podrías explicar por qué te estás llamando a ti mismo? — dijo Emilio, quien se había hecho con el móvil de "Volkov" mientras subían a la camioneta. El teléfono había comenzado a vibrar entre sus manos mientras discutían hacia dónde iban con el chino y Nadando.
Todos se quedaron en silencio cuando el moreno hizo la pregunta, algunos creyendo que estaba confundido, pero gracias a las miradas que le enviaron, Emilio no se molestó más y alzó el móvil, revelando ante todos — incluyendo al secuestrado — que "Volokov" llamaba con insistencia.
— No es él mismo, es Volokov, debe ser un pariente — opinó Manolo, ganándose un golpe seco en la nuca de parte del chino.
— ¡Qué paliente ni qué paliente! ¡Es una tlampa!
— ¿Se preocupa por mí? — susurró Horacio, un susurro sin voz que pasó desapercibido cuando todos comenzaron a discutir la identidad de quien llamaba, es decir, el verdadero Viktor Volkov, pero eso era algo que solo el falso sabía.
— A vel, ¿Quién es ese volokov? — increpó el chino a su víctima, apuntándole con un arma sin mucha sutileza. Todos los demás esperaron respuestas.
Y el teléfono seguía vibrando. Suerte que Horacio había tenido el tino de quitarle Safaera y dejarlo solo con la vibración cuando salió enojado del edificio antes de la desafortunada situación que le tenía metido allí con sus "compañeros" de banda. Si tan solo supieran...
— Insistente el cabrón — soltó Emilio, frunciendo el ceño.
— ¡Contesta, contesta! — insistió Kalahari, comenzando a alterarse.
Horacio miró su teléfono con la pantalla iluminada mientras vibraba entre las manos de Emilio y pensó. Si se hundía, quería hundirse solo, no arrastrar a Volkov consigo. El problema es que se estaban llevando el cuerpo de su amado ruso y, de un modo u otro, si le iban a hacer daño, se lo harían de igual manera a ese cuerpo que jamás le perteneció ni lo haría.
¿Qué podría hacer? ¿Cómo poder avisarle a Conway? ¿Qué harían ellos si contestan y al otro lado encuentran la voz de... Horacio? ¿En qué tipo de lío se meterían juntos y quién saldría perdiendo?
— Sabes qué, Emilio — habló Nadando desde adelante, habiendo escuchado en silencio la discusión que desató la llamada del desconocido. — El tema es que no vamos a llegar a ningún lado con él callado, así que contesta. Contesta y que el comisario hable con esa persona por altavoz; así sabremos quién está detrás de Volokov — finalizó con un tono ligeramente irónico al pronunciar el apellido mal escrito del policía secuestrado.
A Horacio se le heló la sangre.
- - -
Luego de debatirse entre el orgullo y hacer una llamada que podría cambiar todo, se decidió a marcar y esperar. Primero fue una llamada no contestada, luego dos, a las más de cinco llamadas no contestadas comenzó a enfadarse, ¿Por qué no dejaba las niñerías y le contestaba? ¿Por qué no quería escuchar lo que tenía que decirle?
Iba a dejar de llamar, lanzar el teléfono donde no pudiera verlo y servirse un vodka cuando el irritante tono de espera se cortó abruptamente y escuchó el silencio desde el otro lado.
— Me gustas... — dijo sin titubear, sin saludar, sin introducción. — Me gustas, Ho...
— ¡No hables! — el chillido de su propia voz le dijo que algo no andaba mal. Se detuvo y se guardó todas las palabras con una sensación anormal en el cuerpo.
Intentó escuchar más del entorno en donde se encontraba Horacio, pero era un silencio magistral y él, ¿Estaba solo? ¿Por qué le pedía en ese tono que no hablara más? Sintió golpes secos que no significaban nada sin un contexto y el sonido de un vehículo. Tenía que estar dirigiéndose hacia algún lado, pero no sonaba a su coche eléctrico ni tampoco a la chatarra de mini que conducía el de cresta.
¿Con quién diablos se había metido y en su cuerpo?
- - -
— Me gustas...
Si fuera posible, Horacio no sabría cómo detener a su corazón. Primero, porque la sensación de querer proteger a Volkov estaba como prioridad, segundo, porque el muy estúpido había escogido el peor momento para confesarle que...
¿Le gustaba? ¿Le gustaba a Volkov?
Se derritió en un segundo y se compuso al siguiente.
— Me gustas, Ho...
— ¡No hables! — chilló, adolorido por la mala sincronización de sus sentimientos, de sus vidas, de todo. Si tan solo se hubieran conocido en otro contexto, en otro tiempo, en otro lugar. La vida sería entonces dulces y fiesta, días de sol.
Quería sacarlo del mundo, casarse con él y volar lejos, muy lejos de Los Santos.
Los sueños parecían imposibles dentro de esa van claustrofóbica en medio de gente que, de estar en su cuerpo, no estarían al borde de noquearlo por haberle advertido algo de lo que esta pasando allí a través de ese grito.
Silencio por ambos lados, ¿En qué iban a terminar?
Miró hacia el chino, quien parecía comandar todo lo que pasaba allí atrás, y gesticuló con la boca "¿Ahora qué?"
Todos, al escuchar la voz de Horacio, parecieron sincronizar pensamientos y asumir lo peor. El mismo Horacio, presente entre ellos sin que lo pudieran saber, lo vio claramente y decidió a tomar riesgos.
Riesgos que podrían salir bien o catastróficamente mal.
— ¡Me tienen, me secuestraron! — gritó.
- - -
Mierda.
La llamada se cortó ni medio segundo después de haber oído y captado el mensaje. El teléfono casi se le cae de las manos. Nunca antes, en décadas al servicio de la LSPD de Los Santos se había sentido así de indefenso y desequilibrado. Se habían llevado a Horacio y en su cuerpo...
Se habían llevado a Horacio pensando que era él. Cualquier cosa que le hicieran enfrentar, ya fuera un susto, una amenaza o peor, torturas y muerte, estaba destinado para él, no para Horacio, jamás para Horacio. Era injusto.
Llamó a C.
— ¿Qué? — contestó el viejo, cansado.
— Secuestraron... secuestraron a Volkov — fue lo único que fue capaz de articular. No le importó en absoluto que Conway pudiera tener dudas al respecto, por ejemplo, ¿Por qué él supo primero? y ¿Cómo?
El error de Horacio había sido quebrarse y avisarle. Ahora estaba seguro de que mientras Conway le cortaba de inmediato, captando la gravedad de lo que significaba lo que se le transmitía, el joven de cresta atrapado en su cuerpo probablemente estaría viendo todo negro.
El objetivo de su existencia había cambiado, ahora solo quería traer a Horacio de vuelta hacia él con vida. No iba a dejar que le arrebataran todo como cuando era niño, nunca más iba a dejar que eso pasara.
Corrió por sus cosas y salió rumbo a comisaría.
Lo resolvería. Tenía que hacerlo.
- - -
Bueno, llegó santa a hacerles un regalo adelantado de navidad, quizás hayan más easter eggs por el camino hacia el 2021.
Perdón por irme, primero se me cruzó un anime que me quitó el sueño (gracias, bf, por hacerme más otaco), también una crisis existencial que me tenía medio perdida y muchas cosas que no se creerían.
Así que voy a ir con calma. Repetiré lo que puse en mi tablero de mensajes: todas las historias están pausadas. Quisiera volver a ellas y actualizar todo, pero eso sería prometer falsedades y yo no soy político alv.
Cuéntenme, ¿Qué les pareció mi vuelta? ¿Ya perdí el toque? ¿Debería retirarme como músico frustrado de los 70?
Aquí estoy para leerles uwu
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Freaky friday || Volkacio
FanfictionHoracio y Volkov cambian de cuerpo por un día. El viernes más jodido de sus vidas.