— ¿Qué sucedió? — preguntó Horacio, perturbado por la cara que le llevaba Volkov en su cuerpo. Si Gustabo pudiera verlos en ese momento, él apostaba que podría averiguar qué sucedía con solo ver las expresiones en sus rostros.
— Nada, Horacio — le aseguró el ruso. — Me da la impresión de que Conway, en este caso, no quiere que solucionemos este... asunto.
— ¿Por qué? ¿Qué dijo papu?
Volkov dejó escapar un gran suspiro y miró a Horacio con el ceño fruncido, gesto que cada vez que Horacio observaba su propio rostro componer, sonreía.
— No diga... No diga "papu" nunca más mientras se encuentre en mi cuerpo, Horacio. Y no se preocupe que no pasó nada interesante, tan solo Conway diciendo que deberíamos dejar de hacer el capullo juntos...
— 10-4 — respondió el aludido alegremente. — Volkov...
— Dígame...
— ¿Podemos ir a la fiesta de Nikolai? — preguntó con cara de "por favor, por favor, por favor", pero Volkov, frunciendo aún más el ceño del rostro de Horacio, le miró de vuelta con cara de "ni de coña". — ¡Es Nikolai! Vamos, ¡Es ruso! Habrá vodka seguro y... y puede ser lo que nos hace falta.
— ¿Cómo que lo que nos hace falta? — preguntó el desconfiado comisario, cruzándose de brazos, acto que le hizo sentir una puntada en la herida que aún tenía fresca en el hombro. Se maldijo y descruzó los brazos de inmediato.
— Estuve pensando que quizás necesitamos... dejar de darle vueltas al asunto y así, si lo olvidamos un poco, pasará.
Era la idea más estúpida que había oído en el día, pero no dijo nada. Realmente no quería ser como el resto y quería remediar todo lo malo que le había podido haber dicho anteriormente a Horacio. Aún no podía creer cómo Conway, Gustabo y todo el mundo daba por sentado que el estrambótico hombre de cresta estaba hecho para soportar pisoteadas y mierdas. No lo creía justo.
Y él mismo había sido uno de los que había hecho esas cosas tan terribles, lo cual le hacía hundirse un poco más estando a su lado.
— Está bien — musitó.
— Y, además, yo pensaba que podíamos portarnos bien, cada uno en su papel en esa fiesta ¿Sabes? yo le prometo que... ¿QUÉ? ¿Ha dicho que está bien? ¿Podemos ir? — saltó el de cabello gris. El verdadero Volkov aún encontraba de lo más bizarro verse así de emocionado, aunque le recordaba un poco a su infancia, a verse feliz jugando y haciendo travesuras con Alex y Alexa.
Sí, solía ser un niño bastante expresivo con ellos a su lado.
— Sí, podemos ir, pero solo si se comporta, Horacio.
— EH, usted también — le sonrió el contrario, feliz. — Bueno ¿Y ahora dónde vamos?
— Como comisario, usted debería despacharme a casa, necesito descansar, y usted cuidar de mi cuerpo mientras descanso — le indicó. Si iban a ir a esa jodida fiesta, se iba a echar una buena siesta sin pensar en nada más que despertar en su cuerpo y comenzar a arreglar su vida después de esa experiencia de otro mundo.
Pero sabía que eso no pasaría. Ya había asumido que el cuerpo de Horacio era suyo de momento y era una realidad palpable.
— Oh, cierto — observó Horacio, encendiendo el motor del coche nuevamente. — Lo llevo a su casa o a mí casa, es decir, a su casa temporal, ¿Entiende?
Algunas veces Horacio hacía chistes tan malos que le daba una tentación de risa terrible. Eso era lo que había extrañado de él, entre otras cosas.
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Freaky friday || Volkacio
FanfictionHoracio y Volkov cambian de cuerpo por un día. El viernes más jodido de sus vidas.