— Cambio de planes.
Conway hizo rechinar los dientes. "Horacio" llegó a su oficina casi tirando la puerta justo cuando se preparaba para salir con chaleco antibalas y un arsenal bajo la ropa. Al mirarlo, el superintendente se dio cuenta de que el hombre estaba aún malherido y extremadamente cambiado sin su característica cresta bien peinada y con el delineado corrido por — no quiso pensarlo — posibles lágrimas que enjuagaron su esencia.
— No tienes palabra en este asunto, estás fuera — le respondió, intentando quitarlo del camino.
Lo único que consiguió fue que el hombre usara todas sus fuerzas para tomarlo de los hombros y empujarlo hacia atrás sin importarle absolutamente nada, ni siquiera que Conway pudiera matarlo por hacerle eso en un momento así.
— Yo voy, usted se queda, usted y toda la malla, la cual espero que no sepa sobre este asunto.
— Estoy dispuesto a desplegar hasta a la milicia, Horacio, pero aun así mueva todas mis fichas por esto, tú te quedas — insistió Conway intentando calmarse. Horacio siempre había tocado una fibra muy delicada en su interior y solo por eso, tan solo por ese mínimo detalle, no lo noqueaba de un culatazo por quitarle tiempo valioso de investigación y búsqueda.
— ¿Qué no lo entiende? ¡Yo puedo acercarme a ellos! ¡Son ellos! ¡Kalahari, los del taller!
— ¿Y Gustabo? — lo cuestionó, intentando razonar con él. — ¿Acaso Gustabo y tú van a ser los héroes? ¿Acaso puedes ir, así como estás? ¿Acaso puedes ir sabiendo que es Volkov quien está en tus manos?
Soy yo en mis propias manos, pensó el ruso.
— Sí, puedo — aseguró. — Y ellos van a buscarme tarde o temprano porque yo fui la última persona con la que habló... querrán saber por qué jodida mierda yo llamé con tanta insistencia durante la noche a nuestro supuesto "enemigo", su mano derecha, el comisario Volkov.
— ¿Y por qué coño llamaste con tanta insistencia durante la noche a Volkov? — recitó Conway, enfadado.
No estaba listo para confesarle a Jack Conway que estaba enamorado de Horacio, pero tampoco podía mentirle.
— Le dije que me gusta...
— ¡¿Otra vez?!
— En esta ocasión, él me iba a decir que le gustaba de vuelta, él iba a volver al departamento, él y yo íbamos a ir a la fiesta de Nikolai y yo iba a hacer todo lo que él quisiera porque me gusta, porque estoy enamorado de Horacio Pérez, ¿Contento?
Cuando su mente volvió a la realidad, Conway seguía esperando una respuesta con cara de pocos amigos y algo de pena por él, como si en realidad pensara que se le zafó un tornillo o que ya de plano estaba medio tonto de nacimiento.
— Otra vez — fue lo único que contestó. — Y ellos me escucharon, por eso le digo, yo supongo que comenzarán a desconfiar de mí por esto, quizás hablarán con Gustabo, por lo que debo hablar con él también y luego enfrentar lo que tenga que enfrentar, pero escúcheme, esta es mi lucha, de nadie más...
— No puedes hacerlo solo, Horacio — explicó Conway.
— Y usted no puede hacer un escándalo. Si llega con la marina y los militares probablemente lo matarán sin una posibilidad de salvarse...
Conway debía admitir que tenía razón en eso.
— Ellos me quieren a mí — soltó de pronto. — Ellos tomaron a Volkov porque me quieren a mí ¿Entiendes? Si eso es así, entonces me tendrán a mí.
— No, no, no — Volkov tampoco dejaría que Conway fuera a entregarse por él. No perdería a Horacio y a Conway en una misma noche. Debía llegar a Horacio solo, quizás con Gustabo. Debía hacerlo. — Puedo ser un cebo y podemos hacer las cosas bien, tenemos que hacer las cosas bien, por favor.
Justo cuando Conway iba a responderle, el tono de su teléfono los interrumpió.
— ¿Qué pasó con esa horrible canción de mierda que tenías? — se extrañó el superintendente.
Volkov lo ignoró, la llamada entrante era Gustabo.
— Es Gustabo, después de esto debemos comenzar.
Conway suspiró y asintió, pasándose una mano por la cara, tenso. No le quedaba de otra que confiar en el subinspector, después de todo, la comisaría estaba casi vacía y todos los cadetes y oficiales debían estar de fiesta con el chico ese, Nikolai.
Si tan solo supieran.
- - -
— Creo que te pasaste con el golpe — observó Manolo. Le tenía mucha estima tanto a Gustabo como a Horacio, pero algunas veces este último se pasaba y gracias a sus tonterías ahora tenían a un hombre al que el chino pudo haberle abierto un hoyo en la cabeza del golpetazo que le dio con la pistola que llevaba encima.
— Me da igua' — refunfuñó el chino. — Ya decía yo que Holacio no era de fia'.
Armando estacionó y se bajó de la van. Cuando fue a encontrar a los demás atrás y vio a Volkov inconsciente y con un hilo de sangre cayendo por su sien, suspiró.
— Nuevamente me veo obligado a preguntarte: ¿Era necesario? — preguntó calmado.
Entre Manolo y Emilio bajaron a Volkov de la van y entraron a la sede. Tonet y Juanjo esperaban adentro, impacientes, y cuando vieron que traían al comisario inconsciente y sangrando, hicieron las preguntas obvias. Emilio les puso al tanto mientras sentaban a Volkov en una silla y comenzaban a trabajar en las ataduras.
— Nunca pensé que alguien como él hiciera algo tan estúpido, a decir verdad — observó Juanjo.
— Hasta en las películas, cabrón. Cuando la gente grita como idiota "estoy secuestrado" se van al otro patio de un balazo — dijo Emilio, mirando todo con los brazos cruzados.
— Lo necesitamos vivo — dijo Armando, enviándole una mirada significativa a Yun, quien se encogió de hombros.
Nadando siempre le perdonaría los excesos, no estaba muy preocupado.
— ¿Y ahora qué? — preguntó Tonet con su máscara de cebra ya puesta.
— ¿No te da calo' esa cosa? Madle... — soltó el chino.
Tonet negó orgulloso.
— Ahora esperamos que Horacio nos traiga a Conway — explicó Armando.
— ¿Cómo estás tan seguro de que él nos lo traerá? — preguntó Manolo, dudando.
— Gustabo se encargará — siguió el mayor.
De un modo u otro, todo el grupo estaba de acuerdo en algo: Gustabo no era el traidor y ¿Horacio? Pues todo lo sucedido esa noche dio una muy mala impresión. Lo que sucediera en las próximas horas confirmaría o desecharía sus teorías.
Todo lo que les quedaba era esperar a que Volkov despertara y Gustabo hiciera el resto.
- - -
¿Les dije que los regalos seguían? Sí, confirmo, se los dije, aquí les va otra entrega del culebrón que volvió desde las cenizas.
Muchisimas gracias por todos los mensajitos, lo siento si no respondí a todos, pero intenté responder a los que más pude uwu
Próxima entrega: PROBABLEMENTE antes de fin de año, pero unx nunca sabe.
Filiz nividid
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Freaky friday || Volkacio
FanfictionHoracio y Volkov cambian de cuerpo por un día. El viernes más jodido de sus vidas.