I V

8.2K 1.1K 1.7K
                                    

— Привет, ¿Cómo está mi malla? Repórtense ante mí ahora.

Todos escucharon por la radio la inconfundible voz del comisario Volkov, incluyendo entre ellos a los aclamados Fred y Dan, quienes estaban en el Z de Fred a unos kilómetros de comisaría buscando algo de acción. Gustabo veía que Horacio se encontraba demasiado callado y arisco, de hecho, desde que lo vio llevaba el ceño fruncido.

— Hombre, Volkov como que anda muy animadito hoy — comentó para animarlo, sabía que hablar sobre su comisario Bombón era uno de sus temas preferidos.

— Debe estar tonto — opinó y se cruzó de brazos, enfadado por lo que había escuchado por radio ¿Por qué coño no podía saludar como siempre? Un "Привет" hubiera bastado, pero no, tenía que hacer fiesta, así era Horacio.

— ¿Cómo? — soltó Gustabo con una sonrisa incrédula. — ¿Acaso escuché bien?

Algo le llamó la atención e ignoró la pregunta de García.

— ¿No le vas a responder? Estará tonto, pero es nuestro superior — indicó.

— Respóndele tú ya que dormiste con él — respondió el rubio, despreocupado.

— No metas mierda que no ha pasado nada ni pasará nada, ¿Ok? Respóndele ahora.

— ¿Me estás ordenando que le responda? Hay que ver los huevos... Soy subinspector y solo recibo órdenes de Jack Conway. Si quiero le respondo, si no, también es válido, ¿Me entiendes? Igual tu, pero bueno... — recitó.

Volkov volvió a fruncir el ceño.

— Coño, Horacio, deja esa manía, se te pegó lo amargao del niño asustao, por dios — comenzó a quejarse Gustabo. — Después no quiero que te quejes cuando tengas que comprarte cremas coreanas para el rostro por los disgustos que te da el ruso ese.

— Él no me da disgustos — refunfuñó Volkov. — Soy yo el que le da disgustos a él — afirmó después, aprovechándose de su papel de Horacio para decir algo que siempre quiso decir. Si alguien daba disgustos era Horacio, no él.

Gustabo comenzó a reír.

— Si porque llamarte retrasado, quitarte el sueldo, tenerte para aquí y para allá es lo más agradable del mundo. Despierta, Horacio, Volkov es un desgraciao.

— ¡Cállese Gustabo, es una orden! — gritó.

Se quedaron en silencio. Volkov sintió que la había cagado.

— ¿Cállese? — preguntó Gustabo. — ¿Qué coño te hizo Volkov ayer? Primero Conway, luego él, ¡Deja de permitir que te coman el coco!

Con que era verdad. Él nunca se había acercado lo suficiente a Gustabo, pero hoy, por obligación, debía estar a su lado, ¿Y qué fue lo primero que descubrió? Que era verdad lo que una vez Conway le había comentado, que Gustabo era de temer, que su "pico de oro", ese del que tanto pregona, le sirve para mucho, como por ejemplo para negociar, para salir de aprietos, pero también para aplastar a Horacio y tenerlo en su mano, alejado del mundo creyendo que todos estaban en su contra.

Pero si Gustabo creía que ese Horacio estaba en su mano, se equivocaba.

— Aquí Fred y Dan...

Gustabo lo miró de reojo mientras informaba a su "superior" de su disponibilidad con diligencia.

— Las cosas que tienes que hacer pa' comerle el culo a Volkov, Joder macho — comentó burlescamente, sin despegar sus ojos del volante, conduciendo tranquilo por la ciudad.

Las ganas que tenía de degradarlo, de mandarlo a tomar por culo le estaban ganando.

— Detenga el coche — dijo.

Freaky friday || VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora