V I

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Los atracadores habían roto las negociaciones y todos se encontraban alerta. Tanto Dan como Volkov habían accedido al llamado sin pensar que estarían metidos en esa situación tan comprometedora a menos de media hora de poder ir al restaurante chino por las respuestas que necesitaban. Con ellos, Fred, de malas, hacía perímetro y Yuu ayudaba cubriendo el área desde atrás de su Z. Volkov estaba a un lado de la puerta del badulaque y Dan al otro.

— Por favor, no deje que le disparen — pidió el verdadero Horacio o Dan, sintiendo que su cuerpo no podría soportar más disparos. Además de que ya conocía la extraña relación que tenía Volkov con el suelo y habían muchas posibilidades de que, si entraban allí a abatir gente, terminara abatido él.

Tan solo quería cuidar su bello cuerpo ahora que no estaba en él.

— ¿Qué dice? Preocúpese usted de no ser abatido... Volkov — respondió el ruso, frunciendo el ceño.

— Y no frunza el ceño. Ya le dije, las cremas coreanas son buenísimas, pero no milagrosas...

— Madre mía.

En ese extraño código, el negociador había sido Dan — Volkov, en realidad. — Y ahora quien quería entrar a liquidar el asunto primero que todos era Volkov — Dan, pues sabía que era talentoso al momento de abatir atracadores incluso a culatazos. — Fred no había dicho nada desde que llegó y Yuu solo se preocupaba de hacer su trabajo, un poco intimidado con la presencia de dos subinspectores y un comisario que parecían tener mala hostia entre ellos

Era incómodo.

— Bien, vamos a entrar — comandó Dan por radio.

— Joder, come culo de superior una vez y le dejan dirigir una operación completa — comentó Fred, descarado.

— ¡Subinspector Fred compórtese! — gruñó Volkov, mirando con disculpas al verdadero ruso, quien en el cuerpo de Horacio ya estaba a punto de mandar a tomar por culo a los delincuentes para ir a cargarse a Gustabo. — Prosiga, Dan, a la cuenta de 3... 2... 1...

Y entraron. Disparos iban y venían, pero como siempre, el héroe se encargó de la situación desde ese punto en adelante.

— ¡Me dieron! — gritó Gustabo entrecortadamente.

— Tirador abatido — informó Yuu, quien había localizado y abatido al sujeto tras haber visto cómo le daban un tiro en una pierna al subinspector Fred.

— ¡AH!

— Joder, ya le decía yo — Horacio, dándole en la cabeza a un tío que estaba en la bodega, finalizando así la tanda de sujetos que estaba adentro, volvió al centro de la tienda para verse a sí mismo en el suelo con un disparo en el hombro.

Escupió en el suelo, se agachó y cogió su cuerpo entre sus brazos.

— ¿Cómo se siente? — preguntó suavemente.

— Mis disculpas. No quería... no quería que dañaran su cuerpo, Ho...

— Las paredes tienen oídos — lo detuvo el ahora comisario, mirando hacia arriba. Yuu estaba ahí, extrañado desde el momento en el que escuchó que el comisario escupía en el suelo. ¿Qué cojones estaba pasando y por qué Volkov había hecho eso? — Llame a un EMS urgentemente Yuu — comandó luego el mismo, ignorando la cara de desconcierto del jovencito.

— 10-4.

— Menudo héroe — se quejó de bromas. Verse abatido era una experiencia jodidamente bizarra, era como si estuviera sosteniendo su cuerpo después de morir o algo parecido, como en las películas. Solo que allí dentro estaba atrapado Volkov y no quería dejarlo, se veía tan indefenso.

Freaky friday || VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora