XIX

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— Gustabo...

— Escúchame bien, nena. Si no me das la dirección exacta en donde están esos hijos de puta en menos de media hora, tu querido Horacio se muere.

— ¿Qué dices, abuelo? ¿Perdiste la chaveta o qué? ¡Estoy de tu lado! — gritó Gustabo, comenzando a ponerse nervioso en el mismo momento en el que Conway se hizo con el teléfono de Horacio y comenzó a hablarle directamente y con ese tono.

— En este momento decides si lo estás y si te importa tanto Horacio como dices. Entrégame a Volkov a salvo y dejo ir a Horacio...

— ¡A ellos les importa una mierda Horacio! — siguió protestando Gustabo. — Es más, creen que es un traidor, el muy... joder, ¿Supiste que llamó a Volkov mientras estaba siendo trasladado a donde lo tienen? ¿Te lo dijo antes de que lo tomaras como un rehén? Ya lo saben...

— ¿Ya saben qué...? ¿Que Horacio sigue queriendo follarse a Volkov? ¿Y eso qué?

Al lado de Conway, quien le había quitado el móvil y lo había apartado de un no muy amable manotazo en el pecho, el cual le ardió y le hizo encorvarse un poco del dolor, Volkov miraba todo con una expresión atónita. Eso que estaba haciendo el superintendente podía salir muy bien o muy mal, y le preocupaba demasiado que todo fuera en picada hasta hacerles perder a Horacio definitivamente.

Los riesgos ya no estaban dentro de su agenda, las cosas se habían vuelto complicadas. Por esa puta razón jamás había querido involucrar sus sentimientos en nada, ni cuando era un joven ni ahora, que ya en un par de años llegaría a los cuarenta; Horacio había derribado sus muros con una facilidad impresionante y ahora debía enfrentar las consecuencias.

No sabía qué hacer y comenzaba a sentirse enfermo de impotencia al saberse inútil en el asunto.

— ... que el muy idiota sigue manteniendo contacto con Volkov — escuchó a Gustabo rezongar. Se oía tan alterado que su voz traspasaba los límites del teléfono sin siquiera estar en altavoz.

¿Acaso de verdad le importaba Horacio y no era un espectáculo fabricado minuciosamente por su mente de mierda y su pico de oro?

Volkov tenía sus dudas. De lo que estaba seguro era de que, si Gustabo supiera lo del cambio de cuerpos, no dudaría dos veces en dejar que Conway lo matara y salvar a Horacio de sus "amiguitos".

— Mira, Gustabin, Tanto Horacio como tú han demostrado que están del lado del mecánico y su grupito de mierda — aclaró Conway, quien no hace mucho y al lado del CNI había comenzado sus propias investigaciones sobre Gustabo, específicamente Gustabo. 

Michelle estaba más involucrada de lo que decían y fue ella la de las sospechas sobre el rubio, en primer lugar. Fue ella quien puso más ojo desde el incidente con un civil en comisaría, fue ella quien comenzó a notar que García no solo fingía porque era un excelente actor, sino que realmente comenzaba a encantarle pasar tiempo con los del otro lado y fue ella quien sugirió que podían estarle pareciendo demasiado atractivas sus políticas, mucho más que las del CNP, y que eso lo guiaría inevitablemente a una traición, una que Conway no quiso creer al comienzo, pero que ahora comenzaba a visualizar con mayor claridad.

En cuanto a Horacio. Conway se volteó y le echó un ojo.

Horacio seguía con ellos.

— ¡Que no estoy del lado de ellos! ¡Que estoy del lado de mi hermano! ¡Deja de jugar y suelta a Horacio! Vayamos a por ellos, intentemos salvar a Volkov o lo que sea, coño — dijo Gustabo, más cabreado que asustado o preocupado.

Estaba dejando salir a alguien que no era.

Intentemos... tu ni siquiera quieres intentarlo, a ti te importa una mierda todo lo que no seas tú.

Freaky friday || VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora