V I I

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— No quiero... — "Horacio" se levantó de la cama, se quitó todos los cables conectados a su cuerpo, incluyendo la aguja que conectaba el suero a su brazo, y se puso de pie sintiéndose un poco mareado. Supuso que los efectos de la breve operación para sacar la bala y cerrarle con puntos el lugar en donde había estado alojada todavía tenía algún efecto en su organismo, pero estaba determinado a irse.

Conway, Gustabo y Volkov le miraban atentamente, bastante sorprendidos.

— No quiero, repito, no quiero que en su vida vuelva a decir eso — terminó, apartando de un manotazo al ruso de dos metros que, en ese momento y más que nunca, le miraba con cara de haberla cagado hasta el fondo.

— ¿Qué dices, Horacio? ¡Es tu sueño húmedo hecho realidad! — se mofó Gustabo, intentando moverse, pero algo le hizo volver a caer en la cama. La pierna aún dolía bastante. Estaba sorprendido por lo temerario que había sido su amigo al levantarse aún herido y sin permiso de hacer tal cosa, pero muy en el fondo, la idea de un Horacio rechazando finalmente a Volkov se le hacía una maravilla.

— No se... no se crea tan importante eh, Horacio, o Dan, como quieran llamarle aquí los demás... era tan solo una estúpida broma para que el superintendente me dejara pasar — respondió Volkov, recuperándose de su shock inicial para dar la pelea esta vez.

— ¿Ah sí? ¿Y qué quería tan urgente conmigo? Toda una vida evitándome y ahora quiere correr hacia mí — escupió Horacio, siguiendo la pelea porque no iba a ser el que se quedara con la palabra en la boca.

— Quería venir a decirle que su desempeño en el atraco fue una mierda y que por su culpa casi todos terminamos inconscientes allí — se la devolvió Volkov. — Una mierda tan mediocre que ni siquiera pudo mantenerse cinco segundos de pie antes de que lo abatieran. Me cargué a todos solo, SOLO.

— Oh claro, mientras yo hice todas las negociaciones mientras usted no es capaz de armar una frase coherente en frente de los atracadores... 

Justo cuando los dos estaban frente a frente al borde de sacarse los ojos, la enfermera que estaba tratando y monitoreando a los abatidos de ese día entró a la sala de recuperación. Cuando esta se dio cuenta de lo que había hecho su paciente del hombro herido de bala, se apresuró a ir a enfrentarlo e intentar devolverlo a su cama.

— Me voy de aquí — siseó el subinspector de pasamontañas negro.

— Vuelve a la cama, capullo — dijo Conway, quien había presenciado la pelea en silencio, bastante entretenido e intrigado con cómo habían resultado las cosas después de haberle ido con el cuento del noviazgo a Horacio.

De verdad pensó que se iba a alegrar con la noticia, pero su reacción fue todo lo contrario y había escalado hasta unos límites impensables.

— Caballero, vuelva a la cama, usted no tiene permitido salir de...

— ¡Apártese, cojones! — gruñó él, malhumorado.

— Horacio, por favor, ya basta, ¿Qué coño está pasando aquí? Conway, dígale... madre mía ¿Es el día opuesto o realmente odia a Volkov? — preguntó Gustabo finalmente mirando al superintendente con los ojos bien abiertos, intentando que su superior pusiera orden allí, aunque muy en el fondo estaba disfrutando de todo lo que sucedía.

— Caballero...

— ¡Subinspector Dan, vuelva aquí o queda expulsado del CNP! — gritó Volkov como último recurso para detenerlo, sin pensar que eso podría explotarle en la cara.

Ya en la puerta y con la enfermera intentando por todos sus medios detenerlo, Horacio se detuvo con los puños bien apretados.

— ¡HÁGALO! ¡Expúlseme!  — gritó — Hágalo si le dan los huevos, porque no revocaré esa mierda cuando todo esto pase — dijo tras voltearse y mirar directamente a los ojos del ruso, sus propios ojos.

Freaky friday || VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora