Capítulo Veintiocho.

40 4 3
                                    


Jaxon

Salí del hospital tres días después con siete puntos en costado y tres en la cabeza.

Pensé que me iba a morir.

Cuando bajé del auto y ese hombre se abalanzó sobre mí casi lloré por lo estúpida y miserable que sería mi muerte.

Aún puedo verme luchar contra el malnacido que Peter envió.

Ni siquiera recuerdo cómo llegué al piso de Jen y tampoco entiendo cómo nadie en recepción lo notó ya que literalmente iba botando sangre a chorros.

La parte buena de todo esto es que el idiota que me atacó chocó dos calles más abajo y la policía lo detuvo a las dos horas.

Ahora me encuentro en la sala, viendo televisión esperando por mis amigos que deberían llegar en cualquier momento. Estiro mi cuerpo, con cuidado de no abrir mi costado. Tener el sillón todo para mi es lo máximo.

—Hora de tu medicina— Nicole se acerca con un vaso de agua y me pasa las pastillas.

—Te estás tomando muy en serio el papel de enfermera sexy.

Hace una mueca y me deja extrañado. Hace ya unos días que a mi alrededor se ve incómoda.

Quizás dije algo... Debo preguntarle.

—Iré por el parche nuevo.

Cuando regresa, me pasa el parche pero soy incapaz de ponerlo por mi mismo.

—Eres un inútil— susurra y me hace una seña para que levante la ropa— lo haré yo.

—Gracias, cielito.

Me volteo un poco y como si fuera posible, mi sangre se congela en mis venas cuando su trasero queda sobre mis rodillas. Nunca imaginé poder tenerla en esa posición y si bien queda bastante alejada para llegar a pene, este ya se está poniendo feliz.

Jodido pene con vida propia.

—Nicole— mi voz flaquea— estás actuando extraña ¿Hice algo? Actúas diferente.

Abre el parche y lo reemplaza por el nuevo. Más sorprendido me deja cuando su dedo repasa una de mis costillas con una suave caricia.

—No, no has hecho nada malo— susurra y baja mi camiseta— pero si tengo una pregunta.

—Dispara.

—¿Tú... Me deseas?

Dejo caer mi cabeza por el brazo del sillón al mismo tiempo que un juramento sale de mis labios.

—Sabía que algo andaba mal— vuelvo a mirarla, sus ojos se ven tristes— estoy soñando— golpeo un poco mi cabeza para intentar despertar— cuántas veces te he dicho, Jaxon Frederick Shepard Brown, no puedes soñar con Nicole de esa forma. Auch.

El dolor en el corte de la cabeza me hace soltar un jadeo.

Nicole me toma la mano con una expresión divertida y niega.

—No estás soñando, Shepard.

—Y acabo de admitir que he soñado contigo de forma muy íntima ¿No?

—Si— susurra— pero no has respondido mi pregunta.

Relajo mi postura y le sonrío con lo que podría llamarse una sonrisa seductora.

—Claro que te deseo, Nicole— tomo su mano y la estiro hasta que queda plana en mi pecho— ¿Puedes sentir lo rápido de mi corazón?— asiente— Es una de las tantas pruebas que dejan en claro lo mucho que te deseo, claro, como un chico de diecisiete años podría hacerlo.

JAXONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora