JAXON

Capítulo Diez.

—¿Quieres contarme más?

—No quiero ver a mi hermana.

—¿Por qué?

—Me da miedo.

—¿Qué exactamente te da miedo?

—Que muera.

—¿Puedes contarme más de tu hermana?

Me acomodo en la silla y apoyo mis codos en mis rodillas.

—Jen es cuatro años mayor que yo, siempre ha sido una chica muy enferma pero al mismo tiempo la persona más fuerte que conozco. Desde pequeña su corazón no funciona como debería, tiene una enfermedad y no entraré en detalle porque no tengo ni puta idea de que es— hago una mueca al darme cuenta de mi vocabulario— lo siento.

—No hay problema, no te restrinjas.

—Bien, tampoco pensaba hacerlo. Creo que somos demasiado cercanos gracias a eso, la mayoría del tiempo ella siempre estuvo ahí. No recuerdo ningún momento de mi infancia donde ella no esté.

—Amas mucho a tu hermana.

—Demasiado, verla tan demacrada en el hospital es algo que no puedo soportar— me pican los ojos— no quiero culparla, está demasiado emocionada con su bebé.

—¿Crees que ella quiere verte?

—Lo más probable, ha preguntado mucho por mi.

—Deberías ir— Melek entrelaza sus manos— digo, deberías ponerte en el peor escenario.

—Mi hermana no va a morir.

—Eso no lo sabes, puedes arrepentirte toda tu vida de no ir a verla cuando ella te necesitaba o puedes quedarte tranquilo sabiendo que la apoyaste en este momento difícil.

Frunzo el ceño ¿Qué clase de psicólogo te habla así?

—¿Entonces?

—Ve a verla, dale tu apoyo.

—Bien, lo haré— resoplo.

—Creo que ya podrás volver a clases.

Mis manos comienzan a sudar muy rápido y mi corazón comienza a latir desenfrenado.

—¿Estás se...— aclaro mi garganta— Estás seguro?

—Claro que si, Jaxon, estas últimas sesiones te has demostrado a ti mismo lo capaz que eres. Los ataques de pánico se han reducido casi por completo.

—¿Crees que deba hablar con ella?

—De lo que le ocurrió no lo creo. No lo recomiendo y como sé tu madre está haciendo lo posible por ella. Agendamos una cita para unas dos semanas, pero como sabes tenemos que ser muy cuidadosos.

Asiento no muy seguro. No me queda de otra que aceptar y sonreír. No sé si lo lograré.

—¿Puedo retomar las prácticas?

—No por el momento, me preocupa que puedas tomar una mala decisión mientras conduces.

—¿Crees que me puedo quitar la vida mientras conduzco?

—Debemos prevenir.

—Genial, tendré que tomar el autobús desde ahora—me pongo de pie— nos vemos mañana.

—Si no te sientes cómodo en la escuela no dudes en llamarme o mandarme un mensaje.

—Si claro.