Capítulo Treinta.

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Advertencia: Capítulo con contenido +18 (ya no sé si es +18 o +16, me confundo pero en este capítulo está intenso) te aviso por si no te gusta este tipo de acción.

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—Tengo que confesar algo— digo acariciando su cabello— cuando estaba frente a ti siempre actuaba muy raro.

—No debes confesar algo que ya sé— se ríe y se alza para verme a la cara. 

Esta es la última noche que pasamos juntos. Mis padres ya vienen viajando de vuelta y llegarán mañana a primera hora.

—Pero quiero que lo sepas mejor— alcanzo su mejilla y la acaricio— mi corazón siempre late de la misma forma cada vez que te veo. Incluso pierdo el equilibrio y pienso que me voy a desmayar.

—Siempre dices ese tipo de cosas. A veces no sé si demuestro lo mucho que significas para mi, Jaxon. Para ti es tan fácil decir lo que piensas...

—No me importa— niego y cierro los ojos— el solo hecho de que voltees a verme es suficiente.

—Gracias— Recuesta su cabeza en mi hombro y su mano descansa en mi pecho— ¿Enviaste la solicitud?

—Si, está hecho.

—Yo también. Creo que esos días en que te cuidé me sirvieron para saber si me gustaba enfermería o no.

—Si no te gusta después puedes hacer otra cosa. Somos jóvenes y tenemos tiempo.

—Es cierto.

—Me alegra que estaremos más tiempo juntos.

—A mi también— puedo sentir su nariz en mi cuello— espero enamorarme más de ti cada día.

—¿Crees que lo hago bien?

—Podrías ponerle más empeño.

Me río y la tiro hacia mi de forma que ahora está de frente con mi rostro. Hay algo en sus ojos que siempre me hace sentir en paz.

Su sonrisa se borra un poco y su entrecejo se frunce, sus ojos pasan de los míos hasta mis labios.

—¿Qué?

—Oh— vuelve a mis ojos— es solo que me gusta estar así de cerca contigo.

—Nunca imaginé que serías tan cariñosa, Nicole— rozo mi nariz con la suya— ¿Dónde quedó toda esa oscuridad que siempre le mostrabas al mundo?

—No puede existir la oscuridad si hay luz.

Niego y beso sus labios, una sola presión.

—La oscuridad siempre es necesaria para que exista luz.

Asiente y el silencio vuelve a estar entre nosotros. No es incómodo solo que estoy muy acostumbrado a hablar si estoy con alguien. Y claro, también está el hecho de que Nicole me está mirando como yo miro un plato de papas fritas.

No es que me queje.

—Nicole...

Mi frase queda a medio camino cuando sus labios se posan en medio de mi cuello. Bien, ahora estoy sudando de pies a cabeza. Mis pies se estiran y de pronto, la mancha en el techo se ve demasiado interesante.

—¿Eso te gusta?

—¿Qué cosa?

—Que bese tu cuello— busca mi mirada pero no me siento capaz de verla— Jaxon, mirame.

—Si, jefa.

—No seas un payaso ahora— parece enfadada de un momento a otro— necesito respuestas y dijiste que me ayudarías.

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