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JAKE

Me encontraba en medio de una habitación con Genevitte y muchas personas más a mi alrededor mirándome.

-Jake ¿ves el cilindro que sobresale de la revolver?.- preguntó Eduard mirándome.

Asentí con la cabeza mirando el arma.

-Bien, ahora saca el cargador, solo empújalo a un lado.-

Hice lo que dijo, empuje el cilindro a un lado y este salió dejándole ver solo una bala en el.

-Ahora gíralo sin mirar.-

Obedecí.

-Ahora pon el cargador de nuevo en su lugar y carga el arma bajando la palanca de atrás.-

Mi corazón latía con fuerza y me sentía delación débil por el miedo pero aún así hice lo que dijo Eduard.

Cargue el arma.

-Ponla en tu cabeza y hala el gatillo.- ordenó.

Mire a Genevitte.

La vi mirarme con miedo de lo que pasaría a continuación.

Coloque el arma en mi cabeza y puse mi dedo en el gatillo.

Aún con la mirada en Genevitte presione el gatillo...

Pero nada pasó.

Vi a la chica de ojos morados suspirar de alivio.

¿Pase la primera fase?

-Bine chico, felicitaciones, primera fase completada.- dijo Eduard pasando a mi lado y golpeando mi hombro.

Lo hice mierda, lo hice y no morí...aún.

-Vamos.- dijo Genevitte tomando mi brazo.

-Lo hice.- dije aún sorprendido.

-Si, lo hiciste.- ella rió.

-¿A donde vamos?.- pregunté.

-A la segunda fase, recuerda lo que te dije antes, pelea inteligente, mantente tranquilo así pensarás mejor.-

Llegamos a una habitación de una de las puertas del largo pasillo.

Entramos al lugar y vi un ring improvisado en medio de la habitación.

En él había sangre y un hombre bastante fornido en el centro del mismo.

-Espera, ¿pelearé con esa cosa?.- pregunté señalando al hombre.

-Jake no tengas miedo, solo son un par de músculos, no dejes que eso te intimide.- Dijo Genevitte tomando mi cara entre sus manos y haciendo que la mire.

Ver sus ojos morados me calma.

-El ser fornido lo hace lento, puedes vencerlo.- dijo ella mirándome fijamente.

Sin poder contenerme más la besé.

Ella se sorprendió pero siguió el beso.

Esto se siente bien, demasiado bien.

Tome su cara y la presioné más contra mi, sus labios eran suaves y sabían a dulces de fresa.

Simplemente deliciosa.

La falta de aire nos obligó a separarnos.

Prometo Cuidarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora