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Ana y yo nos despertamos temprano al otro día para ir a la parada de autobús.

Mi abuelo se ofreció a llevarnos antes de irse al colegio pero negamos su oferta.

La parada no estaba tan lejos y queríamos caminar un poco para aprenderme el camino y pasar aunque sea un poco más de tiempo con mi amiga.

-Puedes venir y quedarte cuando quieras Ana, hasta mi abuela lo dijo.- dije caminado a su lado.

-Tranquila, vendré a visitarte de vez en cuando, no te librarás de mi tan fácil.- dijo sonriéndome.

Le devolví la sonrisa.

-Oye, ahora que vives en una mansión y toda la cosa ahí bien limpia y elegante ¿Como te sientes con todo?.- preguntó

-Pues rara, no estoy para nada acostumbrada a esto y pienso que se me hará un poco difícil adaptarme a todo esto. Además mi abuelo dijo que me apuntará en el colegio donde él trabaja.- contesté.

-¿En serio? Eso está increíble, pero ¿Cuantos años te faltan para terminar la escuela?.-

-Dos años, tuve que dejar de ir para ayudar a mamá hacer las entregas y también porque lo qué hay en el barrio no es una escuela, parece más un lugar para reunirse y derogarse.- Reí.

-Si, tienes razón. No sabes cuanto agradezco haber terminado ya la escuela, y total, años perdidos tuve porque no aprendí nada en ese lugar.- rió también.

Ana es tres años mayor que yo. Y tiene razón, en esa "escuela" del barrio no enseñan literalmente nada.

Debo admitir que estoy asustada, el colegio donde trabaja el abuelo es uno de los más prestigiosos y yo no tengo nada que ver con ese lugar.

Ana y yo seguimos hablando de cosas sin importancia en lo que queda de camino.

Al llegar a la parada me despedí de ella, se me escaparon unas lagrimitas. No sé cuando la volveré a ver otra vez pero espero que muy pronto.

Caminaba por las pobladas calles de la ciudad mirando todo a mi alrededor. Este lugar no me deja de sorprender, es tan diferente al lugar de donde vengo.

Al girar en una esquina choque bruscamente con alguien.

Sentí un fuerte dolor en la herida por el duro golpe. Solté un un quejido de dolor. Sentí como si se hubiera abierto el golpe de mi espalda.

Gire el cuello un poco a ver si había sangre en la camisa pero no se veía nada, estaba todo bien.

Mire al chico en frente de mi.

-Fíjate por donde vas imbécil.- le dije de mala manera.

-¿Que me fije yo? Si tú fuiste la que chocó conmigo salvaje.- dijo el.

-Púdrete.- dije, le saque el dedo del medio y pase por su lado siguiendo mi camino.

Maldito idiota.

Aunque no voy a negarlo, ese chico estaba muy guapo.
Ese cabello castaño oscuro y esos ojos azules estaban de puta madre, además de esos lunares alrededor de su cara, resaltaban con su piel clara.

Lo escuché decir algo de mi a mis espaldas a otra persona pero lo ignoré y seguí caminando, me había puesto de mal humor.

Llegue a casa de mis abuelos y busque a mi abuela por la casa pero no la encontré.

Fui a la cocina a beber un poco de agua.

Subí a mi habitación y me acosté para descansar un poco ya que me dolía demasiado la parte lastimada de la espalda.

Prometo Cuidarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora